
Parece mentira que ya hayan pasado dos años desde que inicié esta aventura que se ha venido llamando Perdidaentrelibros. Durante este tiempo el blog se ha convertido en una de mis mayores satisfacciones, aunque a veces no encuentro el tiempo necesario -supongo que nos sucede a todos- para comentaros muchas cosas que me gustaría compartir con vosotros: lo que disfruté el otro día con la película de Mamma Mía; el descubrimiento gracias a mi amiga Ernestina (gracias guapísima, eres un sol) de una poetisa increíble, Idea Vilariño, de la que os hablaré algún día; los nervios de los primeros días de clase que cada vez están más cerca... Aunque los libros siguen siendo el protagonista indiscutible de este espacio, pues fueron los culpables en cierto modo de su nacimiento, he disfrutado muchísimo relatando las anécdotas de mis escapadas, comentando algunos artículos de la prensa que me han llamado la atención, o incluso compartiendo algún poema o alguna creación propia que han irrumpido medio a escondidas por aquí. La posibilidad de crear y mantener esta rincón es un regalo, y vuestras visitas y comentarios son la mejor recompensa por las horas invertidas en ello.
Espero poder seguir con esta tarea durante mucho tiempo más -ya veremos cuánto, la vida da muchas vueltas, para bien y para mal- porque ciertamente creo que merece la pena. Es enriquecedor completar mis impresiones de las lecturas con las vuestras. Los libros se vuelven más interesantes, se hacen redondos con la incorporación de otros puntos de vista, y para los devoradores de libros supongo que es casi una necesidad que esto sea así.
Por otra parte he tenido la oportunidad de conocer otros blogs que me han fascinado, con gente estupenda detrás que a veces siento tan cercanos como si vivieran en mi misma ciudad. La lista de blogs que me gusta visitar se hace cada vez más larga, y resulta difícil estar al día de todas las entradas, pero es un placer encontrar un ratito para perderme en esos rincones personales con tanta vida y tantas cosas que contar.
Por ello quería celebrar con todos vosotros este segundo aniversario, dando mil gracias a todos los que habéis pasado por aquí, y a los que lo hagáis en el futuro. Es un placer compartir esta experiencia, y espero poder seguir haciéndolo en el futuro. Como regalo de aniversario os dejo un extracto de uno de mis poemas preferidos, Ítaca de Kaváfis, que fue el que escogimos a finales del curso pasado para despedir a los compañeros que se iban para desearles muchísima suerte en el camino que acababan de emprender. La misma que os deseo a todos vosotros. Un abrazo.
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.