miércoles, agosto 15, 2007

YUKIO MISHIMA: El rumor del oleaje

Yukio Mishima es uno de los autores más aclamados de la literatura japonesa, aunque no es muy conocido en nuestro país. Su vida es digna de una película de aventuras, si bien tuvo un final muy trágico que él mismo escogió.

Al parecer, Mishima era un nostálgico del pasado. Nacido en 1925, siempre sintió una gran fascinación por los samurais -como demostraría al final de su vida- y la cultura tradicional nipona. Llegó incluso a formar una milicia privada que él mismo entrenaba y dirigía. Fue contrario a la occidentalización y modernización de su país, y su pensamiento puede considerarse fascista en muchos aspectos. En 1970 intentó una especie de golpe de estado, al asaltar un cuartel del ejército con ayuda de algunos de sus seguidores para animar a los soldados a rebelarse contra el gobierno japonés y restaurar el antiguo poder del emperador. Sin embargo, tuvo dificultades para hacerse oír, y los soldados acabaron burlándose de él, por lo que, ni corto ni perezoso, Mishima decidió (ya lo tenía pensado de antemano) quitarse la vida mediante el rito del
sepukku (que aquí conocemos como hara-kiri). Aquello debió de convertirse en una auténtica carnicería, pues el rito establece la ayuda de un "asistente" que debe decapitar al suicida en caso de que este sufra demasiado. Con Mishima lo intentaron tres veces antes de tener éxito. Otro de sus seguidores escogió la misma forma de morir junto a su maestro. Este dramático final, planeado con una gran minuciosidad desde hacía más de un año por el propio Mishima, puso fin a una trayectoria literaria que estuvo a punto de hacerle valedor del mismísimo premio Nobel.

Parece mentira que de una mente tan atormentada como la de este autor -no entiendo que una persona con cierta estabilidad emocional ponga fin a su vida de esa manera- saliera una novela tan dulce y sosegada como es El rumor del oleaje. Se trata de una historia de amor entre dos adolescentes, que descubren juntos las primeras caricias, los primeros besos, pero que deberán enfrentarse a una serie de dificultades para conseguir estar juntos. Mishima capta con una gran delicadeza esos titubeos y nervios propios del primer amor, y el descubrimiento de todo un mundo de sensaciones al que hasta ese momento los adolescentes eran completamente ajenos.


Sin embargo, desde mi punto de vista lo mejor del libro no es la historia en sí. Lo más conseguido es la ambientación de la novela, que se desarrolla en una tranquila isla de pescadores donde todo el mundo se conoce y convive de forma más o menos pacífica. Las costumbres del pueblo, los oficios, las vestimentas de los habitantes, son descritas con una minuciosidad exquisita. Mishima consigue arrastrarnos a ese mundo bucólico donde no existen el estrés ni la prisas, un mundo donde las tradiciones se respetan, y los hijos heredan el oficio de sus padres sin plantear la más mínima oposición. El mensaje del autor parece ser: aún siguiendo las tradiciones, se puede alcanzar la felicidad plena. En efecto, Shinji y Hatsue, los protagonistas, deberán vencer una serie de dificultades pero, sin necesidad de rebelarse y acatando las reglas en todo momento, su amor llegará a ser aceptado por todos, incluso por el intransigente padre de la muchacha. La lealtad, el valor y la honestidad son los valores que más destacan en esta historia. Eso sí, los personajes son demasiado planos, y los "malos" acaban recibiendo su castigo. Ese amor de Mishima al mundo tradicional japonés se respira aquí con especial intensidad.


El rumor del oleaje es un viaje a la tranquilidad de una isla remota en el Pacífico. Es un encuentro con una sociedad tradicional que presenta muchos aspectos positivos: la solidaridad mutua, la convivencia en armonía con el marco natural, el respeto a los mayores... Son valores que se están perdiendo en gran parte del mundo actual, y que, sin estar de acuerdo con Mishima en muchos otros aspectos, nos parecen dignos de defender y de perseguir. Ese, y su prosa cargada de lirismo, son quizás el mejor legado que este autor nos ha dejado.

viernes, agosto 10, 2007

ALMUDENA GRANDES: El corazón helado

"Una de las dos Españas ha de helarte el corazón"

Con esta emotiva cita de Antonio Machado comienza la última y más ambiciosa novela de Almudena Grandes. Una novela que toca todos los grandes temas de la historia reciente de España: la guerra civil, el exilio, la dictadura de Franco y la transición política a la democracia.

Antes de adentrarme en el comentario, os diré que este libro puede pecar de excesivo (sus más de 900 páginas pesan a veces), y de enrevesado, por la multitud de personajes que desfilan en su interior. Pero se trata sin duda de una gran novela, con una base documental muy importante; en palabras de la propia autora: "La mayoría de los episodios más brutales que narro en El corazón helado no me los he inventado, pasaron de verdad. La novela es ficción porque los personajes no existen, pero casi todos los hechos concretos del pasado de los personajes son reales y están documentados". Y sobre todo se trata de una preciosa historia de amor, traición y dolor, que arrastra al lector y le compensa con creces del esfuerzo de leer tan ingente obra.

La novela se divide en tres grandes bloques, y en cada uno de ellos son dos los narradores que alternan sus voces: uno en primera persona, que es Álvaro Carrión, uno de los protagonistas, y un narrador omnisciente que es el encargado de ir desentrañando los secretos del pasado, a través de flash-backs o retrospecciones que a la vez que narran una multitud de historias propias ayudan a entender la situación actual de los personajes. Con esta técnica la autora consigue mantener la atención del lector al suministrarle la acción a pequeñas dosis, saltando de un momento de la historia a otro bien distinto.

El argumento gira en torno a dos familias, unidas por lazos de parentesco además de por un oscuro pasado en el que se mezclan la traición y el amor. Los Carrión representan al bando de los vencedores, a quienes se enriquecieron y prosperaron gracias al despojo de los vencidos y a la posterior dictadura. En cambio la familia de los Fernández son los hijos de la República y el exilio, quienes sufrieron en carne propia la represión tras la guerra y el tener que empezar desde cero en otro país, sin saber si alguna vez volverían a pisar la tierra donde nacieron. Aunque ambas familias guardan sus luces y sus sombras, la autora toma partido claramente por estos últimos, y cuestiona la integridad moral de todos aquellos que, aún en la actualidad, no quieren saber o, si saben, prefieren no tomar partido y pasar página rápidamente.

En el centro de todo, una hermosa historia de amor, que conllevará su buena dosis de sufrimiento. Es la historia que surge entre dos de los descendientes de estas familias, Álvaro Carrión y Raquel Fernández Perea, y que obligará a ambos a cuestionarse el pasado de su familia, en el caso del primero, y el sentido de sus actuaciones, en lo que se refiere a la segunda. El dolor de los exiliados en los episodios ambientados en el pasado tiene su contrapeso en el presente en el dolor de Álvaro, al ir descubriendo aspectos de su familia que le harán sentirse cada vez más solo, más lejos de los que siempre había considerado los suyos. El amor de Raquel le ayudará en esta tarea, aunque también le aportará un sufrimiento paralelo que minará aún más a Álvaro, a la vez que le hace más fuerte. Así le vemos al final de la novela, angustiado por lo que se le viene encima, pero con una gran entereza moral que le dará alas para segur adelante.

Esta novela deja huella. Algo se remueve en nuestro interior con retazos de historias que sabemos ciertas, aunque cambien los nombres de quienes las vivieron. Tanto sufrimiento, tanto rencor y tanto odio, dejan una sensación de amargor en los labios, que se dulcifica cuando asistimos a episodios donde la lealtad y el amor se convierten en protagonistas. Quizás el personaje que sale peor parado de esta historia es la madre de Álvaro, la única que no consigue mostrarnos su cara amable en ningún momento, la única totalmente gris en un mundo de matices blancos y grises.

Os dejo con otra de las citas de Machado que se recogen en el libro, que quizás sea una de las verdades más grandes y más bellas que se han dicho sobre la Guerra Civil.

"Para los políticos, para los historiadores todo estará claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente no estoy tan seguro. Quizá la hemos ganado."

Yo estoy segura de que así fue.

martes, agosto 07, 2007

De vuelta, con sorpresa incluida

He descubierto un mundo maravilloso que desconocía. Paisajes tan bellos que dañan la vista, montañas que cortan la respiración y limpian el alma de males y problemas, rincones donde he deseado permanecer y fundirme con las rocas, para sentir con ellas la deliciosa paz que emanan.

Esa es la parte bonita de la historia. Lo que he traido conmigo, a pesar de las circunstancias. Porque la mala suerte ha hecho que vuelva con un hombro lesionado, después de pasar uno de los peores ratos de mi vida. Lo que podían haber sido unos días maravillosos dieron de repente un giro imprevisto. Y lo peor es que no fue culpa mía, sino provocado por la negligencia y la estupidez de dos personas que no hicieron bien su trabajo. Para abreviar: un accidente que se podía haber evitado fácilmente. Y la seguridad de que no volveré a practicar rafting en mi vida.

A pesar de todo he vuelto fascinada con lo que he visto. No conocía el Pirineo aragonés, y ahora sé que volveré pronto. Me quedan aún muchas rutas por andar en esos parajes, muchos rincones que descubrir y muchas lecciones que aprender.

Por cierto, si vais por allí tened mucho cuidado con la empresa Aguas Blancas. Algunos de sus monitores están muy lejos de ser profesionales.

Os dejo algunas fotos. Por cierto, ¿adivináis quién es la del cabestrillo?