domingo, diciembre 24, 2006

GUSTAVO MARTÍN GARZO: Los amores imprudentes

Una joven parisina de padres españoles vuelve a la tierra natal de su padre, un pequeño pueblo cerca de Burgos, a indagar sobre la identidad de una mujer misteriosa con la que este mantuvo una relación mucho antes de marchar a Francia. Una vez allí, conocerá a varias personas que le ayudarán a ir recomponiendo la historia del malogrado romance, que se truncó con la extraña muerte de la bella mujer (Gloria) y la huida a Francia de su padre. Poco a poco las piezas del rompecabezas irán encajando, hasta configurar una compleja historia de amor, traiciones y lealtades con el telón de la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura de fondo. El paisaje mágico que envuelve al pueblo, situado junto a una misteriosa laguna que oculta un terrible secreto -la muerte de Gloria y otras muchachas en sus aguas- crean un ambiente fantasmal que nos acompaña durante la lectura del libro. La historia de amor que allí se narra es de una fuerza extraordinaria, si bien hay algunos retazos de oscuridad que ensombrecen algunos aspectos de la misma, sin que el lector nunca llegue a desvelar toda la verdad que encierra este mundo de secretos.
Los amores imprudentes es la primera obra que leo de este autor, y sé que no será la última. He disfrutado mucho con la lectura de este libro, tanto por la historia en sí como por la prosa de Martín Garzo, que encuentro fascinante. Es una novela que va más allá de la historia que relata, para explorar el mundo de las pasiones, la atracción que puede sentir el ser humano por la maldad, la generosidad del amor y sus consecuencias, y la dureza que adquirió la vida para todos aquellos que vivieron represaliados en la España de la posguerra. Los personajes encierran sus propios secretos, que se nos van desvelando con lentitud, sin llegar a hacerlo nunca del todo. No llegamos a conocerles bien, pero eso es lo que más nos atrae de ellos, esa ambigüedad entre lo que muestran y lo que son en realidad.
Tengo que reconocer que me encantan los personajes redondos. Esos que nunca son ni tremendamente buenos ni terriblemente malvados, sino que por el contrario tienen caras muy distintas y son capaces de realizar acciones sorprendentes. Es difícil jugar con este tipo de personajes y que parezcan verosímiles, pues se corre el riesgo de crear seres irreales que no convencen al lector. Pero Martín Garzo sale airoso de esta prueba. Un ejemplo es el personaje de Gloria, una joven enamorada capaz de un terrible sacrificio por proteger a su amor, pero atraida a la vez por el lado más oscuro del ser humano, ejemplificado en un coronel nazi con el que mantiene una extraña relación.
La galería de personajes que Martín Garzo crea en este libro es fascinante. Otros elementos, como la existencia de una curiosa fábrica de conservas donde sólo trabajaban mujeres, y la pasión de todo el pueblo por la ópera de Wagner Lohengrin, forman un conglomerado curioso en el que la historia se desarrolla con una gran fluidez y vivacidad. Sinceramente, creo que es un libro altamente recomendable, entretenido y bien escrito a la vez, que nos transporta a un mundo mágico y misterioso en el que a veces podemos incluso sentir la humedad que desprende esa laguna omnipresente que custodia el pueblo y a sus habitantes. En definitiva, una lectura interesante para estas Navidades.

Por cierto, FELICES FIESTAS a todos los que os dejéis caer por aquí. Aunque no me gustan demasiado, supongo que nunca está de más felicitar estos días :-)

miércoles, diciembre 06, 2006

PAUL AUSTER: Brooklyn Follies

Vuelvo como un imán a uno de mis autores preferidos. Tenía ganas de leer este libro, cuya lectura me ha tenido más o menos absorta durante un par de días de forzada convalecencia. Y tengo que decir que, como suele ocurrir con Auster, me ha gustado en general, aunque debo confesar que algunos aspectos del libro chirrían un poco y no me acaban de encajar.
La historia está ambientada en Brooklyn, un barrio que tuve la fortuna de conocer este verano en un viaje fascinante que hice a Nueva York. Por ello, a medida que el protagonista recorre calles y lugares del mismo, volví a sentirme transportada allí, viendo cada rincón y cada calle dentro de mi cabeza. Ya desde antes de conocer personalmente Brooklyn me atraían mucho las novelas o las películas que tenían como marco este singular barrio. Supongo que en otra vida me habría encantado vivir allí (y de paso dedicarme a escribir, o ser artista, es lo que "pega" en un sitio así, ¿no?).
En estas "locuras de Brooklyn" Auster vuelve a jugar con personajes que, si bien parecen haber perdido el rumbo en un momento de sus vidas, ahora se encuentran y estrechan entre sí unos lazos de amistad tan fuertes que el tiempo los hará indestructibles. Es lo que sucede con el protagonista, Nathan, un jubilado que vuelve al barrio de su infancia, donde se reencuentra con su sobrino Tom, que se ha convertido en uno de esos jóvenes grises sin ilusión que tanto parecen abundar en las grandes ciudades. Ambos se ayudarán mutuamente y descubrirán que la vida aún les guarda muchas sorpresas, incluso el sueño de retirarse a vivir a un paraje encantador en un hotel imaginario que a punto está de convertirse en realidad en uno de los capítulos. Otros personajes curiosos típicos del estilo austeriano deambulan por esta novela, que no es más que un canto a las cosas bellas y a los aspectos felices de la vida.
Y en ello está quizás su principal defecto: lo bien que acaban la mayoría de las historias que se entrelazan en el libro. Salvo contadas excepciones, todos acaban encontrando la felicidad y la estabilidad emocional solos o junto a otra persona. Amor, embarazos y niños configuran un conjunto algo molesto por su ñoñería extrema en algunos casos. No obstante, ello no es óbice para disfrutar de una novela que seguro deleitará a todos los "adictos" a este autor neoyorquino. Yo disfruté leyendo el libro, para qué os voy a engañar...
Os dejo algunos extractos que me llamaron especialmente la atención:
"Las relaciones sexuales entre gente mayor pueden pasar por situaciones molestas o de cómica indolencia, pero también poseen una ternura que suele escapársele a los jóvenes. Pueden tenerse los pechos caídos, o la picha pendulona, pero la piel sigue siendo piel, y cuando alguien que te gusta te acaricia, te abraza o te besa en la boca, te sigues derritiendo de la misma manera que cuando creías que ibas a vivir eternamente."
Y al respecto de una idea entrañable que le viene a la cabeza en un momento dado a Nathan:
"Mi idea era la siguiente: crear una empresa que publicara libros sobre los olvidados, rescatar historias, hechos y documentos antes de que desaparecieran para luego darles forma y construir una narración continua, el relato de una vida. Las biografías se publicarían por encargo de los amigos y parientes del sujeto, en ediciones particulares de pequeña tirada (...) Querrían devolver a la vida al ser querido, y yo haría todo lo humanamente posible para satisfacer su deseo. Resucitaría a esa persona con palabras, y una vez impresa las páginas y encuadernada la historia entre las cubiertas, tendrían algo a lo que aferrarse durante el resto de su vida. Y además ese algo viviría después de su muerte, nos sobreviviría a todos. Nunca debe subestimarse el poder de los libros."
Para terminar, aquí tenéis unas palabras del mismo Auster sobre el sentido que quería darle a su novela: "Escribir una comedia ayuda a poner las cosas en perspectiva. El mundo ha ido de tragedia en tragedia, de horror en horror, pero los seres humanos seguimos existiendo, enamorándonos y hallando alegría en la vida. Me pareció que éste era un momento para recordarlo."
Coincido con él. La vida sigue, pase lo que pase. En nuestras manos está el vivirla más o menos felices.

Más reseñas de obras de Paul Auster:
- Leviatán
- Tombuctú
- Viajes por el scriptorium
- La trilogía de Nueva York

domingo, diciembre 03, 2006

La cabra o ¿quién es Sylvia?

José María Pou ha dirigido la adaptación española de esta obra de Edward Albee, dramaturgo conocido sobre todo por su obra Quién teme a Virginia Woolf. Ayer tuve la oportunidad de ver la representación en el Teatro Central de Sevilla, con una puesta en escena y una dirección bastante acertadas, aunque debo confesar que la historia no consiguió atraparme.
Albee pretendía provocar y escandalizar con esta obra, haciendo una metáfora sobre la esencia del amor, disfrazado de bestialismo en una especie de comedia-tragedia a la vez. La cabra narra el momento en que la vida de una familia ejemplar y moderna se ve rota por el descubrimiento de que el protagonista, Martin, un reputado arquitecto enamorado de su esposa, tiene una aventura con Sylvia, una cabra que conoció en una excursión al campo. La incredulidad de su esposa e hijo cede paso más tarde a la repulsión y a la venganza. Es un planteamiento muy radical de la idea del amor, más allá de los convencionalismos más extremos, pues sale de los límites de la raza humana para adentrarse en una relación entre un hombre y un animal, quizás uno de los comportamientos que más rechazo provocan en nuestra sociedad.
La interpretación de los actores es soberbia. José María Pou nos hace creer realmente en la existencia de ese amor; para él no es sexo ni bestialismo, es un enamoramiento en toda regla, y con la fuerza que nos da el amor recién descubierto defiende su relación frente a su escandalizada familia. Mercé Aranéga, la sufrida esposa, nos transmite sin veladuras de ningún tipo el inmenso dolor que la desgarra al descubrir que su marido, al que siempre ha idolatrado, es una especie de pervertido sexual. Todos los actores son brillantes, y esto es lo que desde mi punto de vista salva a una obra cuyo argumento no deja de ser absurdo. La obra ha recibido multitud de premios desde su estreno en Broadway, el último en nuestro país, donde ha sido galardonada con el Premio Nacional de Teatro 2006. Sin embargo, creo que ha habido en el último año obras mejores que ésta, que quizás merecieran más dicho galardón.
Me costó dejarme atrapar por este argumento, que no puedo ver como una representación de la idea del amor en estado puro. Creo que Albee pretendía más que otra cosa escandalizar, y de ahí que la obra, que contiene algunos diálogos brillantes, se quede en un mero intento de provocar al espectador y despertar su rechazo. La destrucción de una familia ejemplar, la imposibilidad de recomponer lo ya destrozado (simbolizado en el escenario por una acalorada discusión conyugal donde la esposa se dedica a arrojar y romper la mitad del mobiliario del salón), están muy bien reflejadas, pero el motivo de tal hecatombe no es creíble en ningún momento. De todas formas, hay que quitarse el sombrero ante algunos aspectos de La cabra, y desde luego es una obra muy recomendable, al menos en la estupenda versión de José María Pou. Eso sí, absténganse los que sientan cierta inclinación hacia la zoofilia, no vaya a ser que no entiendan el mensaje original de Albee...

viernes, diciembre 01, 2006

Pensamientos para ser feliz

Antes de dejarme caer por otra de las novelas que me aguardan en la recámara (son tantas que no sé cuál elegiré, difícil y precioso momento el de decidirme por una), estoy tomándome un respiro interior con La inutilidad del sufrimiento, de Mª Jesús Álava Reyes. Normalmente no me atraen demasiado este tipo de lecturas, pero de vez en cuando me gusta hojearlas y extraer algunas frases para reflexionar. Esta psicóloga defiende que el control de nuestros pensamientos es la llave para encontrar la felicidad. Podemos vivir circunstancias más o menos difíciles, pero si intentamos pensar -dentro de lo posible- de manera positiva, la felicidad está al alcance de todos. Naturalmente que la vida nos da lecciones de las cuales es difícil extraer un mensaje positivo, pero tras el pertinente duelo debemos seguir adelante y no recrearnos en los pensamientos negativos y dolorosos.
A continuación os dejo algunas citas:
"Podemos sentirnos bien con nosotros mismos, a pesar de nuestras circunstancias, o podemos dejarnos llevar por ellas."
"No nos confundamos, no hay nada que pueda arrebatarnos nuestro presente; incluso en las circunstancias físicas más duras que nos podamos imaginar, siempre nos pertenecerán nuestros pensamientos y, con ellos, nuestras emociones."
"La observación de lo que ocurre a nuestro alrededor será la mejor forma de aprender. Si nos esforzamos por mirar y reflexionar sobre lo que vemos, nos daremos cuenta de que la gente es feliz o infeliz no por lo que le pasa, sino por cómo se toma su vida."
"El futuro bien entendido está en el presente bien vivido".
¿Es cierto que podemos ser felices a pesar de nuestras circunstancias? ¿Es nuestra mente la que decide sobre nuestra felicidad?

sábado, noviembre 25, 2006

MARY McCARTHY: El grupo

Al fin tengo un huequito para hacer la reseña de este libro, que es mi primera aproximación a una autora que desconocía totalmente. Mary McCarthy es una de esas escritoras que llegó a ser bastante conocidas en su momento, para más tarde caer en una especie de semiolvido del que en mi opinión merece salir, tanto por sus dotes literarias como por su capacidad de retratar la sociedad norteamericana de entreguerras de una forma veraz no exenta de crítica y de ironía. Aunque ella siempre negó ser feminista, no cabe duda de que sus libros están escritos desde el punto de vista de una mujer, y esa realidad impregna su manera de narrarnos y describirnos hechos y personajes.
En El grupo, McCarthy realiza un recorrido por las vidas de ocho mujeres, amigas desde la Universidad, que ven cómo sus vidas soñadas y planeadas cuando eran estudiantes se van encaminando hacia otros derroteros bien distintos. La novela presenta además numerosas notas autobiográficas (la propia McCarthy estudió en la misma Universidad de las protagonistas). Así nos encontramos con fracasos y éxitos, sueños rotos e ilusiones cumplidas, pero en casi todos los casos subyace un fondo de desilusión y de engaño, como si el hecho de ser mujeres más o menos cultas y preparadas no fuera suficiente para alcanzar una existencia plena y llena de sentido. Es pues una historia de personas reales, de carne y hueso, en la cual cada lector podrá encontrar algunos reflejos que le recuerden a algún caso conocido o incluso a algún capítulo de su propia vida.
La historia comienza con la boda de una de las amigas, Kay, donde todo el grupo se reúne para festejarlo, y finaliza con otro episodio relacionado con la misma persona, cuando el grupo vuelve a coincidir después de una serie de años. El muestrario de personajes es muy amplio, tanto que a veces es fácil perderse en los detalles de las vidas de cada uno de ellos. De este modo nos encontramos con todo tipo de caracteres, que retratan muchos de los problemas y prejuicios de la sociedad norteamericana de los años 30: el maltrato físico y psicológico (desgraciadamente sigue siendo muy de actualidad en nuestros días), el divorcio, el adulterio, la misoginia, la locura mental y el psicoanálisis (muy de boga por entonces), la homosexualidad, la importancia que se le daba a la virginidad femenina a la vez que las mujeres comenzaban una verdadera liberación sexual con el uso de métodos anticonceptivos, etc. En mi opinión, al menos dos capítulos merecen el calificativo de geniales: el de Dottie y su aventura con un artista, donde se analizan los prejuicios y la doble moral norteamericana en relación al sexo; y el de las tribulaciones de Priss, donde la escritora critica con ironía las teorías de algunos pediatras (el marido de Priss es uno de ellos) sobre el cuidado de los bebés, que defendían una especie de plan espartano un tanto cruel a la hora de criar un niño.
Priss y Dottie son sólo dos de los curiosos personajes que podemos hallar en este libro. Pero hay muchos más. Creo que, aunque el hilo argumental es un tanto confuso y a veces puede hacer algo monótona la lectura de la obra, merece la pena el esfuerzo de leerla. Quizás descubráis, como yo, que aunque hayan pasado más de setenta años, muchos de los tabúes y prejuicios que allí aparecen criticados siguen enquistados en la sociedad actual no sólo en Estados Unidos, sino también en nuestro país. Y que es cierto que en muchas ocasiones los sueños e ilusiones que teníamos en nuestra juventud se van desvaneciendo cuando la vida nos arrastra -o nosotros nos adentramos por decisión propia- por caminos muy diferentes a los que imaginábamos. Una buena formación nos da muchas posibilidades de elegir y ser felices en un futuro, pero desgraciadamente nadie nos enseña a amar y a controlar nuestras emociones. Eso debemos aprenderlo por nosotros mismos.

viernes, noviembre 10, 2006

Una pausa entre exámenes


No me gusta estar tan absorta en mi trabajo como para no poder perderme entre las páginas de un libro. Reuniones, exámenes y preparación de clases devoran todo mi tiempo. Las reseñas se convierten en una utopía, en algo a postergar un día tras otro. Empecé hace semanas un libro de Mary Mac Carthy, El grupo, y ahí sigo, página a página cuando puedo, tan agotada cuando me pongo a leer que casi no consigo avanzar. Prometo reseña cuando lo termine, porque esta escritora merece un huequito en nuestra biblioteca, os lo aseguro.
Seguiré robando minutos al reloj. Al menos casi he terminado la mudanza de mi página.
Gracias a todos por darme la bienvenida a blogger. Seguiremos en contacto.

viernes, octubre 13, 2006

Cuarenta años después

Inspirada en el libro de Zweig, vino a mi mente esta carta de una mujer a su amor perdido hace años:
"¿Podrías reconocerme si me vieras ahora? Han pasado muchos años, demasiados. Mi rostro ya no es el mismo. Las arrugas surcan las comisuras de mis labios, agrietan el contorno de mis ojos, y dibujan un mapa agreste desde mi frente al punto más bajo de mi barbilla. El color de mis pupilas se ha ido desdibujando, aclarándose como le ocurre a la ropa que se lava una y otra vez, el azul que conociste ya no existe como tal. Ahora es un color distinto.
No te culpo por marcharte. No puedo decir que yo habría hecho lo mismo, te he querido siempre demasiado, más de lo que jamás debí quererte, más de lo que a ningún ser humano le debería estar permitido. Pero tu amor era distinto, más mudable y superficial. Decidiste por mí nuestro futuro, te llevaste mis sueños junto a los tuyos, y ahora esos sueños yacen perdidos en algún sitio, porque yo ya he desistido de encontrarlos. Rehiciste tu vida, te casaste y tuviste hijos, y ahora esos hijos te han dado nietos. Es el ciclo de la vida, es la sucesión natural de las generaciones. Es lo que habríamos hecho nosotros de haber continuado juntos.
De veras que no te culpo. En su momento te odié, tanto que el pecho se me abría de dolor cada vez que pensaba en ti. Pero ese sufrimiento, inmenso a veces, no pudo acabar con mis sentimientos hacia ti, no pudo doblegar mi voluntad de no olvidarte. Y por ello sigues alojado en mí, muy cerca de mi corazón y en el centro de mi mente, porque es allí donde has estado desde que te conocí.
¿Volveremos a cruzar nuestros caminos algún día? Yo estoy segura de que te reconocería al instante, sin dudarlo. Sentiría tu presencia kilómetros antes de que tu dulce olor llegara hasta mí. El corazón se dispararía y tendría que sentarme para que mis piernas no se doblaran cual frágiles juncos. Ni siquiera puedo imaginar volver a ver tus ojos. Creo que no podría resistirlo. Creo que sería lo último que viese antes de desmayarme. Pero sabría que eres tú. Incluso cuarenta años después."

sábado, octubre 07, 2006

STEFAN ZWEIG: Carta de una desconocida

¿Hay amor más injusto que el no correspondido? ¿Y si además el objeto de ese amor ni siquiera sabe de la existencia del ser que le desea y le adora en silencio? Estas son las preguntas que se plantea Zweig en esta preciosa historia, deliciosa y cruel a la vez, por cuanto opone a la figura de una mujer enamorada la de un escritor egocéntrico y mujeriego, ignorante del amor incondicional que se le profesa. Carta de una desconocida explora el oscuro terreno de los sentimientos, tan irracionales como sorprendentes. La historia gira en torno a R., un famoso escritor que recibe en su casa una misteriosa carta que le remite una mujer desconocida. En ella, la joven le confiesa su amor, un amor que resistió el paso del tiempo y el desdén del propio escritor, que jamás se percató de su existencia. A través de sus palabras, la desconocida nos revela los momentos más relevantes de su vida, condicionada por ese amor no correspondido desde que por primera vez cruzó su mirada con la del escritor, cuando ella no era más que una niña. Hay momentos terribles en esta historia, sobre todo aquel en que nos confiesa que llegó a acostarse con su amado en dos ocasiones, separadas por varios años, sin que él la reconociese en ninguna de ellas.
Cuando la desconocida comienza a escribir su carta, acaba de ver morir a su único hijo, que en realidad era el hijo de ambos. Ella era quien de forma anónima le mandaba un ramo de rosas blancas por su cumpleaños, una forma de estar presente en la vida de su amado sin romper su silenciosa invisibilidad. Las dramáticas circunstancias que rodean a la muerte del niño le llevan a romper por fin el silencio y atreverse a confesar su amor, sabiendo que su propia muerte está cerca, por lo cual poco ha de temer de las consecuencias de su confesión:
"Mi hijo murió ayer, nuestro hijo.. Ahora ya no me queda nadie más que tú a quien querer. Pero, ¿quién eres tú para mí, tú que no me has conocido nunca, que pasas a mi lado como si pasaras junto a un riachuelo, que me pisas como a una piedra, que siempre sigues adelante y me dejas en la eterna espera? (...) Vuelvo a estar sola, más sola que nunca, no tengo nada, no me queda nada de ti. Ya no tengo ningún hijo, ni una palabra, ni una línea, ni un recuerdo. Y si alguien pronunciara mi nombre ante ti, no le darías ninguna importancia, no te diría nada."
Es difícil que tamaña entrega amorosa pueda darse en la realidad. ¿Amar eternamente a alguien que ni siquiera sabe que existimos? Podría pensarse que nadie en su sano juicio sería capaz de algo así. Es demasiado triste y doloroso. Sin embargo estoy segura de que el libro de Zweig refleja en parte una realidad de la que todos somos conscientes: no siempre amamos a la persona indicada. De hecho en muchas ocasiones nuestros sentimientos nos traicionan dejándonos seducir por personas poco adecuadas, incluso nocivas para nuestra estabilidad emocional. Leyendo este libro, he recordado los casos de muchas mujeres maltratadas física y psicológicamente por sus parejas, que a pesar de ello confiesan seguir enamoradas y no poder vivir sin semejantes monstruos a su lado. ¿Debe ser así el verdadero amor, incondicional pese a todo, aunque la persona amada nos ignore o nos haga daño? Sinceramente, creo que nadie se merece un amor así.

miércoles, septiembre 27, 2006

Cuentos españoles contemporáneos (1975-1992)

Últimamente me estoy aficionando al género de los cuentos. Aunque en general siempre me han gustado, es ahora cuando más tiempo estoy dedicando a su lectura. Y afortunadamente me estoy encontrando con auténticos descubrimientos. Primero ha sido Saki, un autor antes desconocido pero que no pude dejar de leer tras las recomendaciones de solodelibros, y ahora le ha tocado el turno a este volumen, que reúne a algunos de nuestros mejores escritores y editado por L.G.Martín. En él podemos encontrar relatos de Ignacio Martínez de Pisón, Vicente Molina Foix, Javier Marías, Javier Tomeo, Pedro Zarraluki, Manuel Vicent, Juan José Millás, Soledad Puértolas, Juan Eduardo Zúñiga, Álvaro Pombo, José María Merino y Luis Mateo Díez. El libro está además concebido para su utilización didáctica, pues incorpora prólogos, notas y actividades que pueden hacerlo muy útil para todo tipo de lectores.
En estas breves historias, apasionantes y sorprendentes, tenemos argumentos para todos los gustos. Por si fuera poco, la mayoría de estos cuentos cumplen ese requisito para mí fundamental de atrapar al lector desde el principio y transportarlo casi sin darse cuenta a un lugar y momentos determinados, junto a unos personajes algo extravagantes que pueden hacernos sonreír o estremecer. Elementos misteriosos y mágicos se mezclan en estos relatos, para darnos una sorpresa final que en algunos de ellos roza la brillantez .
Si tuviera que elegir algunos, me quedaría con Gualta, de J. Marías, sobre el tema recurrente del doble (todos nos hemos preguntado alguna vez si tendremos un doble en alguna parte del mundo, pero ¿qué ocurriría si un día nos lo encontrásemos y además no nos gustara su personalidad?); El espectro galante, de P. Zarraluki, divertido e irónico como ninguno; o Trastornos de carácter, de J.J. Millás, que nos lleva al mágico mundo de los armarios empotrados y sus poderes ocultos. Sin embargo, me ha sorprendido especialmente Las palabras del mundo, de J.M. Merino, un relato inquietante sobre la pérdida de nuestra capacidad para entender y producir palabras, una falta que conlleva sin duda la desaparición de uno de los rasgos que mejor nos definen como especie: la riqueza de nuestro lenguaje. Os incluyo uno de sus fragmentos más bellos:
"Sintiéndose envuelto en un silencio doblemente angustioso, el profesor Souto aventuraba que las palabras, elemento fundamental que la especie humana ha construido para comunicarse, sobreviven solamente por un permanente y violento esfuerzo de la memoria, mantenido sin desfallecimiento en lo más íntimo de cada ser desde que va conociendo los primeros rudimentos de la lengua. Un desmayo de esa secreta voluntad y el súbito olvido hará que todo el gigantesco castillo de las palabras, artificioso, ficticio, pierda su imposible coherencia y se desmorone. Sin duda -decía- era eso lo que a él le había sucedido: había dejado de esforzarse, en lo más íntimo de sí mismo, en el fondo de su ánimo, por recordar y coordinar algo tan ajeno como los ruidos del habla, que sólo pertenecían al territorio irracional de los sonidos naturales, como el murmullo de las fuentes, el restallido del trueno o el rugir de los motores."
Habrá que seguir esforzándose en no olvidar. ¿Qué sería de un mundo sin palabras?

jueves, septiembre 21, 2006

Ojo por ojo

Leo en El País de hoy que existe una página web donde todo el mundo puede leer las últimas palabras de los condenados a muerte en el estado de Texas (www.tdcj.state.tx.us), donde desde 1982 ya son 376 los prisioneros que han sido ejecutados. El último de ellos, un varón negro de 43 años, fue ajusticiado el pasado mes de septiembre.En el citado artículo aparecen fragmentos de las últimas palabras que algunos de los presos condenados pudieron formular instantes antes de morir. Transcribo aquí uno de ellos que me ha parecido especialmente revelador:
NAPOLEON BEAZLEY
Ejecutado el 28 de mayo de 2002. Edad: 25 años. Edad cuando cometió el crimen: 17 años. Raza: blanca. Crimen: asesinato.
Últimas palabras:
"El acto que cometí y por el que estoy aquí no fue sólo atroz, sino algo sin sentido. Pero la persona que cometió ese acto no sigue aquí. Yo sí estoy. No voy a luchar físicamente ni poner ninguna resistencia. No voy a gritar, ni a blasfemar, ni a amenazar frívolamente. Sin embargo, entended que no estoy sólo disgustado, sino entristecido por todo lo que va a suceder esta noche aquí. No sólo entristecido, sino decepcionado porque un sistema que, se supone, está para proteger y defender lo que es justo, puede parecerse tanto a mí cuando cometí el mismo vergonzoso error. Si alguien intentara animar a alguien a cometer un asesinato yo gritaría un sonoro: '¡No!' Y les diría que les concedieran el bien que a mí no me han dado, que es una segunda oportunidad. Siento mucho estar aquí, y siento que todos ustedes estén aquí también. Siento que muriera John Luttig. Y siento que algo en mí produjera que todo esto empezara. Esta noche diremos al mundo que no hay segundas oportunidades a los ojos de la justicia. Esta noche diremos a nuestros hijos que en algunas circunstancias, en algunos casos, matar está bien. (...) Hay muchos hombres como yo en el pabellón de la muerte -buenos hombres- que cayeron en las mismas equivocadas emociones. Dad a esos hombres la oportunidad de hacer lo que está bien. Dadles la ocasión de corregir sus errores. El problema no es que falte gente dispuesta a ayudarles, sino que el sistema mismo les está diciendo que no importa. Nadie gana esta noche. Nadie sale victorioso.".
¿Qué más se puede decir? ¿Existe castigo más absurdo e inútil que este? ¿Y más inhumano?

domingo, septiembre 17, 2006

MELANIA G. MAZZUCCO: Vita

Nunca había leído un libro como Vita. Es a la vez una novela y la historia real de la familia de la propia autora, que a través de diversas fuentes (archivos, correspondencia privada, entrevistas personales) reconstruye la odisea americana de su abuelo Diamante y de Vita, una niña que durante un tiempo estuvo destinada a ser su abuela. Vita y Diamante llegan a Nueva York procedentes de Italia a principios del siglo XX. Tras someterse a los exhaustivos controles de inmigración de la isla de Ellis, antesala de la gran manzana, pasarán a formar parte de esa masa desposeída e infravalorada que eran los inmigrantes italianos, cuyas huellas aún perduran hoy en la parte de Nueva York conocida como Little Italy. La vida de ambos será extremadamente dura, pues conocerán la miseria, el hambre y la traición desde muy pequeños. A su alrededor deambulan una serie de personajes que poco a poco se nos van haciendo familiares y cercanos, cada uno con sus propias miserias y secretos: el gigante Rocco, el débil Nicola (más conocido por su triste apodo, Coca-Cola), el trabajador Geremías, el dominante Agnello... Vita y Diamante descubrirán la ciudad juntos, y entre ambos surgirá un profundo amor que el tiempo demostrará imposible. Vita representa el sueño americano coronado por el éxito, pues acabará instalándose en América y será una mujer rica, aunque para ello tendrá que pagar un alto precio. En cambio Diamante es el inmigrante fracasado, que no logra aclimatarse a su nuevo destino, y que finalmente optará por volver a su tierra y rehacer allí una vida en la que su amada Vita ya no tiene cabida. La autora juega con la imaginación a la hora de recrear la relación entre ambos protagonistas, a la vez que relata la existencia de otros de los personajes antes mencionados. En todo momento deja claro qué hay de fidedigno en sus palabras, mencionando la fuente de información correspondiente. Entre ellas encontramos los archivos parroquiales de Tufo, la aldea de la que parten Vita y Diamante; los propios archivos de la isla de Ellis y de varias instituciones de Nueva York; cartas personales entre miembros de su familia; entrevistas y recuerdos, sobre todo los de su propio padre, Roberto, el hijo de Diamante y de otra mujer que al final no fue Vita... El conjunto le sirve a Mazzucco para reconstruir una bella historia de búsqueda y encuentro, en la que se muestran de forma muy realista las condiciones de vida a las que tenían que enfrentarse los miles de inmigrantes que llegaban en aquella época a Nueva York. El libro alberga momentos mágicos, que literalmente arrastran al lector, como la escalada al edificio en construcción del New York Times en plena noche o el momento en que Diamante tiene que desenterrar un cadáver para demostrar su propia valía ante Rocco. Pero me ha gustado especialmente la recreación de esa realidad tan cercana que constituye la inmigración, en un momento en que son miles las personas que persiguen el mismo sueño a las puertas de Europa. Para Vita y Diamante el sueño era América, la entrada la isla de Ellis; para nuestros inmigrantes el anhelo es un continente más cercano, con unas fronteras cada vez más herméticas. Es quizás el aspecto más sobrecogedor del libro. La certeza de que muy cerca, casi a nuestro lado, miles de Vitas y Diamantes siguen soñando con una vida mejor que la que la fortuna -la mala, en este caso- les ha deparado. Como la misma autora dice, "pertenecemos menos al lugar de donde venimos que a aquel al que queremos ir."

miércoles, septiembre 13, 2006

Vuelta al cole


¿Recordáis los nervios que se pasaban cuando el verano terminaba y había que volver al colegio? Era una mezcla de temor y ansiedad, pero también la alegría de volver a ver a los amigos, de conocer gente nueva, de averiguar qué profesores tocaban ese curso... Hoy lo sigo viviendo de forma parecida, aunque desde el otro lado. Mucha gente cree que los profesores somos tan profesionales que no experimentamos esas sensaciones después de tantos años. Que llegamos el primer día de clase y cogemos la tiza como si nada. Que no nos fijamos en nuestros nuevos alumnos, ni nos preguntamos cómo encajará Sonia en este grupo, o como le sentará la repetición de curso a Pedro, o quién será este año el graciosillo de la clase de 3ºA. Bien, la que esto escribe no es que lleve media vida en la docencia, pero ya van para casi diez años. Y los comienzos de curso me siguen asustando e ilusionando por igual. Es cierto que da pereza, se acaban las vacaciones, y pasamos de la tranquilidad hogareña a unas aulas normalmente sobrecargadas de adolescentes con ganas de todo menos de dar clase. Ese primer contacto, hasta que vas conociendo a los alumnos y averiguas de qué pie cojea cada uno, da un poco de miedo. Pero es asombroso como esos nervios del principio desaparecen en pocos días, como por arte de magia, a medida que vamos descubriendo sus personalidades e inquietudes. En poco tiempo, y salvo casos contados, el acto de enseñar y trabajar con ellos se vuelve tan cotidiano como sorprendente, llenándose de momentos mágicos que brillan con luz propia en jornadas que suelen ser agotadoras, por la atención y el estrés que conllevan.Estos días en que se prepara el nuevo curso, he vuelto a experimentar esas sensaciones tan familiares. Mi nudo en el estómago tiene que coexistir con mi alegría mal disimulada de volver a ver a mis niños del curso pasado y mi curiosidad por conocer a los nuevos. Y por supuesto con mi pereza por recomenzar otra vez el ciclo de los nueve meses lectivos (que en realidad trabajamos más, que lo de los tres meses de vacaciones es una especie de leyenda urbana, sobre todo si estás en un equipo directivo como es mi caso).Sé que este blog trata especialmente de literatura, pero hoy quería compartir estas sensaciones con vosotros. Porque a mis 32 años yo también vuelvo al cole :-)

miércoles, septiembre 06, 2006

Pasaba por aquí...

Desde que he empezado a trabajar, el ritmo de mis lecturas se ha desacelerado bastante. Siempre me ocurre lo mismo. Durante el verano, me paso las horas perdida entre libros literalmente, sin llegar casi nunca a aburrirme, aunque algún que otro escritor me haya desesperado en un momento dado. Abrir un libro nuevo supone para mí un descubrimiento, acercarse a algo que puede o no gustarme, pero que sin duda alguna no me dejará indiferente y pasará a formar parte de mí misma. Leer con esa intensidad es lo que más echo de menos cuando vuelvo al trabajo, porque el cansancio, el preparar clases y corregir (soy profesora de Historia en Secundaria) me impiden sumergirme en los libros de la misma forma, y tengo que conformarme con unas migajillas de mi tiempo. Por ello, y porque al libro que estoy leyendo aún le quedan unas cuantas páginas para que pueda hacer mi reseña, y porque tenía ganas de escribir alguna tontería en mi blog, me he dejado caer hoy por aquí, para mandaros un saludo a todos los que habéis hecho algún comentario y me habéis animado con vuestros ánimos y cumplidos. En este breve espacio de tiempo he descubierto algunos blogs fascinantes, algunos de los cuales ya están incluidos como enlaces y entre mis favoritos. Me siento afortunada por haber encontrado un huequito en una comunidad de personas que compartimos un mismo vicio confesable: leer, leer, y no parar nunca de hacerlo.Pues lo dicho, un saludo y hasta pronto.

jueves, agosto 31, 2006

IMRE KERTÉSZ: Liquidación

Es la primera vez que leo una obra de Kertész. Tenía este libro desde hace bastante tiempo, pero por una razón o por otra, no me decidía a leerlo. El propio título de la novela, tan conciso y tan brutal en su significado, me asustaba en cierto modo. Hasta que la semana pasada lo cogí al fin de la estantería. Y he de decir que me alegro enormemente de ello.En el marco de la caída del comunismo en Hungría, el autor nos narra la historia de una serie de personajes con diferentes concepciones de la vida y la política. El protagonista, Keserú, es un editor hastiado de su trabajo, que recibe un duro golpe cuando su amigo Bé se suicida sin una causa aparente. Bé era escritor, y deja tras su muerte una obra de teatro donde utiliza personajes reales (el propio Keserú y otros de los que aparecen en el libro) y una misteriosa novela que no aparece por ningún lado pero de cuya existencia Keserú está tan seguro que no dudará en remover cielo y tierra para encontrarla.Los personajes que desfilan ante nuestros ojos comprenden todo un muestrario de caracteres y formas de entender la vida, aunque tienen en común un halo de tristeza y apatía fruto de sus respectivos pasados y del desencanto tras una transición política que no había supuesto lo que ellos esperaban. Bé lleva consigo el "estigma" de haber nacido en Auschwitz, y no logra encontrar el sentido de una vida que en realidad él no deseó en ningún momento; su ex-mujer, Judit, siente su matrimonio como una especie de condena de la que un día decide escaparse para empezar una nueva vida, aunque nunca dejará de amar a Bé. Ella será la depositaria de su más importante secreto. Keserú también siente ese cansancio existencial que impregna toda la novela, aunque no se resigna a ese estado de ánimo. Frente a la concepción de la vida de Bé, para quien "la vida es un gran campo de concentración instalado por Dios en la Tierra para los hombres", Keserú argumenta que, si bien es cierto que el mundo es un mundo de asesinos, "aun así, no quiero verlo como el mundo de los asesinos, sino como un lugar donde se pueda vivir."
Imre Kertész, escritor húngaro que vivió en su propia carne la trágica experiencia de los campos de concentración (estuvo preso en Auschwitz y Buchenwald cuando sólo era un adolescente), crea en esta obra unos personajes atrapados por su pasado y su destino, que intentan sobrevivir y buscar un sentido a su existencia. Algunos, como Keserú, puede que lo consigan; otros, como Bé, son el ejemplo de una inadaptación que no lleva a otro lugar que a la muerte. En la dramática concepción de la vida como un campo de concentración de Bé, "suicidarse es tanto como engañar a los vigilantes, huir, desertar, dejar con un palmo de narices a quienes se quedan". Se trata pues de una novela compleja y con tintes autobiográficos, donde el autor reflexiona sobre el sentido de la vida en una Hungría que despierta al capitalismo con todos los problemas que ello conlleva (muy interesante es la reflexión sobre los sin techo que Keserú se plantea al final del libro). Cuando uno termina de leerla le queda en la boca un sabor algo amargo, pero no dura demasiado. En mi opinión el mensaje que Kertész nos lanza en este libro es un mensaje de esperanza. Un pasado trágico puede arrastrarnos a la desesperación, pero la libertad de sucumbir o continuar adelante es algo que no nos pueden arrebatar. Con su trayectoria vital, Kertész ha demostrado sin duda que ha escogido la segunda opción. Os transcribo un par de fragmentos de una entrevista que le hicieron en El País en marzo de 2001, antes de que el escritor fuera galardonado con el premio Nobel de Literatura: "Yo creo que también hoy vivimos en una dinámica que, por supuesto, no es la de Hitler y Auschwitz, pero sí una dinámica que obliga a las gentes y a los países a integrarse en una forma de vida que nos es presentada por los medios y que se han convertido en lugares comunes. Todavía no está bien estudiado el grado de sumisión y adaptación que exigen, por ejemplo, los grandes consorcios multinacionales a sus empleados. Hay muchos ejemplos de cómo la libertad que existía en el siglo pasado para vivir con privacidad e intimidad está en peligro". (¿Podría ser más actual esta reflexión?)"Mi obra es un compromiso conmigo mismo, con la memoria y con la humanidad. Mi judaísmo es muy problemático. Ya le he dicho que yo no soy un judío creyente. Pero como judío me llevaron a Auschwitz y como judío estuve en los campos de exterminio, y como judío vivo ahora en una sociedad a la que no le gustan los judíos, con un gran antisemitismo. Yo siempre he tenido la sensación de que me obligaban a ser judío. Lo soy, y lo asumo, pero en gran parte es cierto que se debe a una imposición".

lunes, agosto 28, 2006

CHARLES NICHOLL: Leonardo, el vuelo de la mente

Comenzaré haciendo una confesión: no he leído demasiadas biografías a lo largo de mi vida, pero si muchas de las que se escriben fueran como esta, sin duda se convertiría en uno de mis géneros favoritos. Y es que Charles Nicholl consigue acercarnos de forma tan vívida a la figura de Leonardo da Vinci que en más de una ocasión me ha parecido estar sentada al lado del ilustre genio viendo como escribía con su característica escritura especular en uno de sus innumerables cuadernos.De Leonardo se han dicho muchísimas cosas, una gran parte de ellas sin ningún fundamento. Ha sido el objeto de multitud de biografías, estudios, novelas (estas ahora se han puesto de moda, y ya hay gente que se cree a pies juntillas las teorías de El código Da Vinci y de libros similares)... Sin embargo, hasta ahora era bien poco lo que se conocía del personaje real. Y por ello este libro me ha parecido tan extraordinario.Ignoro el tiempo que habrá tardado Charles Nicholl en recopilar toda la información necesaria para elaborar esta obra. Pero estoy segura de que debe haber sido una tarea ingente. El resultado es un magnífico relato, bien escrito, ameno y a la vez detallado, y sobre todo basado en un trabajo de investigación exhaustivo y meticuloso. Nicholl se ha servido de fuentes muy diversas: desde los propios cuadernos de Leonardo, distribuidos por bibliotecas y archivos de medio mundo, hasta los relatos de autores contemporáneos del pintor o de otros estudiosos de este ilustre personaje. La cantidad de citas a pie de página y la amplia bibliografía incluida al final del libro dan fe de ello. El autor ha debido recorrer además todos los lugares que alguna vez visitó Leonardo, a lo largo de Italia y también en Francia. A lo largo de sus más de 500 páginas, se nos brinda un retrato magnífico de Leonardo, no sólo del genio más o menos conocido, sino especialmente del hombre, con sus miedos y sus manías, sus gustos culinarios y sus preferencias sexuales. Nicholl nos lleva a conocer también el ambiente en el que el humanista se movió: las cortes de los Médici en Florencia, de Ludovico Sforza en Milán, o de Francisco I en Francia. La descripción de los paisajes y de las ciudades nos traslada a esos lugares mágicos de la Toscana, la Lombardía o el valle del Loira, mientras que todos los personajes que acompañaron a Leonardo en su singular andadura aparecen también espléndidamente retratados. Por supuesto, no se olvida Nicholl de la gestación de las grandes obras del artista, a las que dedica una parte importante del libro, sin resistirse a dejar volar un poco la imaginación -no sin antes aclararlo al lector- a la hora de explicar la génesis de algunas de ellas, como la Mona Lisa. Increíbles son también las páginas dedicadas a las investigaciones que Leonardo dejó claramente anotadas en sus cuadernos, en los cuales podemos encontrar las huellas de multitud de disciplinas a las que el artista se acercó movido por su inagotable afán de saber.En definitiva, si queréis conocer mejor a este hombre y genio a la vez, y alejaros de interpretaciones absurdas basadas en una imagen de Leonardo relacionada con la magia y el ocultismo, os recomiendo firmemente este libro. Gracias a él he descubierto a un personaje fascinante, con una curiosidad sin límites, un sentido del humor extraordinario, y una capacidad para aprender desbordante. Leonardo era consciente de que no tendría tiempo suficiente a lo largo de su vida para estudiar todo lo que le interesaba, y a menudo pasaba de una tarea a otra sin terminar lo que había empezado (esto se aprecia especialmente en su obra pictórica, pues nos han llegado muy pocas obras de él acabadas). En mi opinión ello le hace aún más cercano, pues creo que casi todos hemos sentido alguna vez esa punzada de dolor al darnos cuenta de que por mucho que lo intentemos jamás podremos hacer o aprender todo lo que nos gustaría (cuántos libros nos quedarán sin leer, por ejemplo). Por eso la mente de Leonardo se movía tan rápido, como si volara, para llegar a todos los lugares posibles antes de que la muerte le alcanzara. Y os aseguro que vuestra mente también volará, para recorrer la Italia del Renacimiento, si os aventuráis a leer este libro.

sábado, agosto 26, 2006

PAUL AUSTER: Tombuctú

Nos encontramos ante una fábula original y divertida, de uno de mis autores favoritos, aunque debo admitir que lo descubrí hace poco tiempo. Ahora me declaro una "austeriana" convencida, pues la prosa de este escritor ha conseguido atraparme desde la primera vez que le leí.Tombuctú no está a la altura de otras obras de Auster, de eso no cabe duda. Sin embargo no por ello deja de ser una pequeña joyita para los sentidos. El protagonista es un perro, Mr. Bones, cuyo dueño es un personaje extravagante y trotamundos llamado Willy Christmas. El libro nos narra las peripecias del perro desde que entró en contacto con Willy, cuando aún era un cachorro, pasando por su búsqueda de una nueva familia tras la muerte de este. El final, sorprendente y agridulce a la vez, nos lleva a un mundo mágico donde los perros también sienten pasiones humanas como el ansia de libertad y la añoranza de una juventud que se fue. Como es habitual en la obra de Auster, sus personajes guardan semejanzas con personas reales que el autor conoció a lo largo de su vida. El protagonista humano, Willy, está inspirado sin duda en un extraño personaje que Auster llegó incluso a albergar en su casa durante sus años de universidad, un tal "Doc". Si queréis saber más sobre él no tenéis más que sumergiros en la espléndida autobiografía de Auster, A salto de mata. Observaréis que las coincidencias entre ambos caracteres son más que evidentes.Por el libro desfilan otros personajes igualmente atractivos, aunque quizás son más planos que los tipos humanos a los que el autor nos tiene acostumbrados en el resto de sus obras. Es el caso de Polly, una bella ama de casa que renunció a todos sus sueños al casarse y tener hijos, y que ahora se ahoga en un matrimonio en el que no es feliz; o el niño Henry, que ni siquiera puede contar con el apoyo de sus padres, y que encontrará en Mr. Bones el único amigo al que puede contarle todo lo que siente.
Como dijo de este libro una de las críticas de The Washington Post, "no hace falta que a uno le gusten los perros para sucumbir al encanto de esta hermosísima, luminosa fábula." Vuelvo a insistir en que no es de lo mejor que ha escrito Auster, pero ello no le resta encanto en absoluto. Las peripecias de Willy Christmas, antes y después de conocer a Mr. Bones, y del propio Mr. Bones, cuando tiene que buscarse la vida por sí mismo, son un ejemplo de buena narrativa, capaz de atraparnos desde el principio hasta el final. Y acompañar a este perro en sus aventuras, hacernos partícipes de lo que siente y padece, es algo que se disfruta y se vive a la vez. La portada de la edición española en Anagrama es además uno de mis cuadros preferidos, pero también de los más angustiosos que he visto nunca: El perro semihundido de Goya. Sin duda alguna, esa sensación de soledad y desamparo es algo que muchos de nosotros hemos experimentado a lo largo de nuestra vida. Como el mismísimo Mr. Bones siente en un momento determinado, "estaba solo y, le gustara o no, debía seguir adelante, aunque no tuviera a dónde ir." Muy hermoso el título que Auster escogió para su novela. Tombuctú es un lugar mágico, y no sólo para los humanos, también para Mr. Bones.

jueves, agosto 24, 2006

JAVIER MARÍAS, Corazón tan blanco

Juan Ranz, traductor e intérprete, es el narrador de su propia vida. El libro comienza con el relato del suicidio de la segunda esposa de su padre, Teresa, tras lo cual éste se casará por tercera vez con la hermana de la difunta, la madre de Juan. En el momento que arranca la historia, Juan se encuentra en su luna de miel, durante la cual es testigo de un hecho que le marcará profundamente. Juan vive a saltos entre su casa en España y capitales como Bruselas, Ginebra o Nueva York, donde pasa largos períodos debido a imperativos de su profesión. En Nueva York se hospeda en casa de su amiga Berta, a quien le apasiona concertar citas con extraños de la sección de contactos del periódico, imaginando que cada uno de ellos será al fin el hombre de su vida.Desde el día de su boda, Juan siente un extraño presentimiento de fatalidad del que no logra deshacerse. Su mujer, Luisa, se lleva muy bien con su suegro Ranz y con un amigo íntimo de éste, Custardoy, hasta el punto de que Juan sospechará de una relación entre ambos. Al final del libro se desvela el gran secreto que permanece latente desde el principio: el motivo del suicidio de Teresa. Juan lo escuchará de labios de su padre, en una conversación oída a escondidas entre Luisa y Ranz.
Es uno de mis libros preferidos, con un comienzo de los que se quedan grabados en la memoria: “no he querido saber pero he sabido”. Genial la descripción de los personajes, sus secretos ocultos (y en ocasiones escabrosos, como en el caso de Ranz o de Berta), secretos que al desvelarse pierden esa connotación malévola, para aparecer como comportamientos humanos que responden a una serie de razones. El título de la novela, Corazón tan blanco, hace referencia a la inocencia que, al saber cosas, se va tiñendo y volviéndose menos blanca, más oscura. La maestría con que el autor nos desvela esos secretos es fundamental para que los personajes nos aparezcan como seres de carne y hueso, a pesar de las cosas que ocultan. Corazón tan blanco es el que todos poseemos en el momento de nacer, y que luego se irá oscureciendo a lo largo de nuestra vida.

Otras reseñas de obras de Javier Marías:
- Mañana en la batalla piensa en mí

MIGUEL DELIBES, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso

Eugenio, un recién jubilado, encuentra en una revista un anuncio de una señora que busca amistad por correspondencia, y decide escribirle. En una sucesión de cartas que comienzan con un tono cortés y amable y acaban convirtiéndose en una verdadera declaración de amor, Eugenio abrirá su corazón y le irá narrando toda su vida a Rocío, su misteriosa dama sevillana. A través de esas cartas, Eugenio nos relata su propia vida desde pequeño: su infancia en su pueblo junto a sus dos hermanas (su amor por el campo le viene desde esa época), su entrada a trabajar en un periódico que ya no abandonará hasta su jubilación, sus manías, sus raras enfermedades, su pasión por su hermana Rafaela... Aunque las cartas de ella no aparecen, percibimos que Rocío no se está enamorando, al contrario que él, que cada vez se muestra más cariñoso y apasionado en su correspondencia.El retrato de sí mismo que nos brinda Eugenio está lleno de originalidad y frescura, con esos achaques tan raros –como el de tener que ponerse la mano sobre el estómago para hacer bien la digestión- y esas manías algo extravagantes. El lenguaje de Delibes, como siempre, es una delicia.
Desde un planteamiento original y con una fórmula acertada, el autor consigue tomarnos de la mano para asistir como espectadores a la vida de Eugenio y a su creciente enamoramiento de Rocío, la misteriosa sevillana. Ella, sin aparecer directamente en el libro, nos acaba resultando antipática y fría, pues ante un hombre sincero desde el principio y tiernamente enamorado, nos encontramos a una mujer que miente y que tiene una actitud cobarde y cínica. Llega un momento en que parece que estemos inclinados sobre Eugenio, observándole mientras escribe, sonriendo y leyendo tras su hombro, tal es la cercanía que consigue Delibes a su protagonista. Un librito lleno de ternura que nos demuestra que el amor no tiene edad, y que nunca es tarde para enamorarse como un adolescente, aunque ese amor (¡como suele ocurrir tan a menudo!) no sea correspondido.

MARY SHELLEY, Frankenstein

Se trata de un clásico de la literatura de terror, versionado varias veces en el cine, pero quizás poco leído por el público en general. Es la historia de un joven estudiante de medicina, Victor Frankenstein, que un día decide crear un ser vivo a partir de materia inerte, experimento que finalmente se volverá en su contra. En efecto, el "engendro" acabará trayendo la desgracia a su creador, quien lo abandonará y se negará a hacer para él una compañera. La soledad y el aislamiento de la criatura, rechazado y temido por todos, lo volverán un ser malvado. En consecuencia, y para hacer sentir a su creador el peso de esa desgracia, no dudará en asesinar a algunos de los seres más queridos de este. Apesadumbrado por estas muertes y cegado por el deseo de venganza, Frankenstein empleará su vida en perseguir a la criatura más allá de las fronteras conocidas, hasta el mismísimo Polo Norte. Es muy conocido el trasfondo en el que fue gestada esta novela. Mary Shelley y su marido, Percey Shelley, pasaban unos días en Suiza junto a su amigo el poeta Lord Byron y el médico de este último, Polidori. Tras una sesión de historias fantasmales, Byron lanzó el reto a sus acompañantes de escribir un relato de terror. Así nació un cuento de Polidori (El Vampiro) y sobre todo el clásico de terror gótico de Mary Shelley. Al parecer, la autora conocía los experimentos que por esa época se estaban realizando sobre la aplicación de electricidad a animales muertos, puestos en práctica por científicos como Luigi Galvani.En un momento en que la Revolución Industrial no había hecho sino empezar, la obra de Shelley advierte sobre los peligros de una tecnología en continuo avance. El engendro creado por Frankenstein se convierte así en una alegoría de los males que acechan a la humanidad si ese progreso industrial no se controla. Por supuesto esta es solamente una de las diversas interpretaciones que pueden sustraerse de la lectura de este interesante libro.
Aunque la narración no es todo lo ágil que cabría esperar de un libro de esta índole, la obra de Mary Shelley merece ser leída sobre todo por las preguntas que plantea y por constituir el origen de un mito que ha llegado hasta la actualidad. Son muchos los interrogantes que Shelley dejó en el aire al escribir esta novela. Me atrevo a aventurar unos cuantos, aunque posiblemente otros lectores puedan encontrar sus propios temas de discusión:
- El miedo a los avances tecnológicos incontrolados. La tecnología en las manos equivocadas.- El mito del buen salvaje. Todos poseemos un alma buena cuando nacemos, pero es la sociedad la que nos corrompe y nos hace egoístas y/o malvados.

- La Creación y el origen de la vida. El hombre arrebata a Dios el poder de dar vida a las criaturas, y en consecuencia, recibe el castigo por su soberbia. Nos recuerda al mito de Prometeo, que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, y que fue condenado por ello. No en vano, la novela de Shelley llevaba como subtítulo "el moderno Prometeo".
- El miedo a la libertad de la mujer. El monstruo creado por Frankenstein pide a su hacedor que cree para él una compañera, para acabar así con su soledad, pero el joven estudiante se niega a hacerlo, pues teme que esta otra criatura pueda escapar al control del engendro y acabe siendo también una amenaza para los mortales. Hay que tener en cuenta que Mary era hija de una conocida feminista, Mary Wollstonecraft (que murió pocos días después del nacimiento de su hija) y de un filósofo liberal, William Godwin, por lo que recibió una educación muy completa y poco usual para las mujeres de su época.
- El miedo a la soledad y a la incomprensión. La criatura, en principio amable y bondadosa, se va volviendo huraña y cruel a medida que se siente más y más rechazado por una humanidad que teme a su fealdad y su aspecto desagradable. El temor a lo desconocido, el rechazo a lo diferente o extraño (xenofobia) también son pues temas tocados en este libro.
- La relatividad del bien y el mal. Es curioso que, a medida que avanzamos en la lectura, dudamos de quién es más malvado, si la criatura (a la que Frankenstein ni siquiera pone nombre, hasta tal punto llega su rechazo hacia él), o su creador, que se desentiende por completo de las desgracias que acontecen al ser por él engendrado. Por otra parte, vemos cómo el monstruo no deja de presentar sentimientos humanos en todo momento, como los remordimientos cada vez que comete un asesinato. En definitiva, como podéis observar es un libro al cual se le puede sacar bastante jugo. Os animo a que lo leáis y extraigáis vuestras propias conclusiones. Por supuesto me encantaría que pudiéramos discutirlas en este espacio. Que lo disfrutéis.

domingo, agosto 20, 2006

LESLEY LOKKO, Cielos de azafrán

El libro nos narra las vidas de tres amigas, Amber, Becky y Madeleine, desde la adolescencia hasta rebasar ampliamente la treintena. Cada una de ellas construirá sus propios sueños e ilusiones, y aunque sus vidas acaban separándolas, una y otra vez volverán a encontrarse en las situaciones más difíciles para ayudarse mutuamente y demostrar que hay amistades que son para siempre.Amber es la figura principal, una chica con un padre multimillonario y una madre con serios problemas de alcoholismo, que debe convivir con el hecho de que su padre tiene otra "familia" en Italia, la formada por su amante y su hija. La rivalidad con esta última será una constante a lo largo de su vida. Amber tratará de forjarse un camino propio, alejándose de la influencia de su padre, al que sin embargo admira y quiere sin reservas. En cambio Becky, con una personalidad menos fuerte, acaba viviendo una especie de "vida paralela" a la de su amiga, sin que ella se dé cuenta de que trata de emular sus pasos. Madeleine, la única de clase social baja, hija de inmigrantes, protagonizará también su propia odisea, y es quizás la que lleva la vida más difícil, pues una gran tragedia la llevará a verse inmersa en la guerra de Bosnia. Ellas son el esqueleto de una historia en la que ciudades como Londres o Nueva York se mezclan con paisajes africanos e idílicas tardes en la soleada Menorca. Una historia de encuentros, amor y aventuras en un solo libro.
La novela consigue atraparnos casi desde el principio, y en las páginas ambientadas en África acierta a transportanos a la mágica luz y el paisaje de aquel continente. La escritora trabajó varios años en África, y su conocimiento de esas tierras se trasluce en el libro con especial intensidad. Sin embargo, el ambiente en el que se mueven algunos de los protagonistas (Amber o su medio hermana Paola) llega a parecernos artificioso, pues se trata de una clase social alta que vive de una forma muy lejana a la que nos ha tocado en suerte a la mayor parte de los mortales. Es el mundo de las revistas del corazón, de los hoteles de cinco estrellas, de viajes en clase business y vacaciones en una villa propia en Menorca. Ello no es óbice para que, en general, resulte una lectura amena y divertida, muy entretenida para estos días de verano en que tanto apetece viajar, aunque sea a través de las páginas de un libro.

CAMILO JOSÉ CELA: La colmena

La colmena narra el acontecer cotidiano de una serie de personajes (hasta 300 llegan a aparecer en la novela) en el Madrid de los años 40. Es como si por unas horas pudiéramos seguir los pasos de estas personas, en los cafés, en sus casas y en las calles de Madrid. Son retazos de unas vidas que el autor juega a desvelarnos en parte, pues algunos de los personajes aparecen de forma fugaz, sin que lleguemos a saber casi nada de ellos, mientras que otros nos acompañan durante buena parte del libro. Es el caso de Martín Marco, que esconde algún problema con la justicia que no se nos llega a a aclarar; Doña Rosa, la dueña del Café, descrita con tanta vivacidad que podemos verla paseándose entre las mesas y gritando un día sí y otro también a los desgraciados camareros que trabajan para ella; la pobre Victorita, con un novio enfermo y una madre insufrible que no hace más que atosigarla... Son formas distintas de vivir y de sentir, con nombres y situaciones que podrían ser reales. Cela mismo dijo de su novela que "es un trozo de vida narrado paso a paso, sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre".El libro se divide en seis capítulos y un epílogo. Cada uno de los capítulos se estructura a su vez en diferentes fragmentos, que nos narran las vicisitudes de uno o varios personajes, a la manera de las celdillas que componen una colmena. Esta forma de narración tan original ya había sido utilizada por John Dos Passos en Manhattan Transfer, considerada un claro precedente de la obra de Cela.
La colmena es una obra triste, pues está ambientada en los años de posguerra, años de hambre y miseria para muchos españoles. Estos personajes, si bien en su mayoría pertenecen a una clase media-baja, tratan de sobrevivir en un medio que se presenta difícil y oscuro. Cada uno tiene su propia historia y su drama personal, aunque de algunos no llegamos sino a intuirlo. Ese ambiente de tristeza y de apatía está magistralmente recreado por el autor, y uno llega a sentir a sus protagonistas como auténticos seres de carne y hueso.Ahora bien, la originalidad de la técnica narrativa y la proliferación de personajes son a la vez una especie de lastre para la lectura. En no pocas ocasiones nos vemos obligados a volver atrás para recordar quién era o qué le había sucedido a algún personaje en concreto. Y eso hace que en ocasiones se pierda el ya de por sí complejo hilo narrativo. No obstante, es una lectura obligatoria para conocer el tipo de novela "social" que se hacía en España en los años 40. Interesante.

sábado, agosto 19, 2006

TRACY CHEVALIER: Ángeles fugaces

Ambientada en la época victoriana, la novela narra la vida de dos familias, los Coleman y los Waterhouse, que se conocen por la proximidad de sus respectivas tumbas en un cementerio, y que después acaban siendo vecinos.Kitty Coleman es una madre joven y atractiva que no es feliz en su rutinaria vida de casada. Sólo tiene una hija, Maude, con la que no comparte demasiadas cosas, y desde el principio de la historia vemos que aspira a unos sueños e ilusiones muy lejanos a la realidad que la envuelve. Los acontecimientos la irán conduciendo por un camino muy distinto, y acabará haciéndose sufragista. Será en esta lucha, la de conseguir el voto para las mujeres, donde Kitty encuentre la verdadera felicidad, luchando por unos ideales de igualdad y libertad en los que cree firmemente. No obstante, pagará un alto precio por ello.La contraposición a este personaje es Trudy Waterhouse, una mujer tradicional que sufrirá la pérdida irreparable de su hija pequeña, y que contempla espantada el comportamiento y las excentricidades de su feminista vecina. Las hijas de ambas familias son las otras protagonistas de la historia. Maude es una chica madura y con ciertas inquietudes intelectuales que echa de menos la figura de una madre tradicional que pase más tiempo con ella. En cambio Lavinia, su mejor amiga, es una chica más de la época, preocupada por la moda y por los actos sociales, con pocas aspiraciones personales aparte de lograr un buen matrimonio.La novela es una espléndida recreación de las formas de vida victorianas, con sus costumbres y hábitos de vida (magnífica por ejemplo la descripción del luto que hace Lavinia). Además está escrita con un planteamiento original, al dejar que sean los propios protagonistas quienes tomen la palabra y se vayan alternando para contarnos retazos de la historia, cada uno desde el punto de vista que le corresponde.
Es una novela que entretiene y gusta, pero algunos aspectos no acaban de convencer del todo, como si quedasen en el aire. Es lo que ocurre en algunos momentos con el personaje de Kitty. Y con Lavinia, cuya superficialidad a veces raya la estupidez. Otros personajes sí tienen más apariencia de realidad. De todas formas, es innegable el esfuerzo de la autora por construir una novela compleja con una sólida ambientación en la época victoriana. Quizás el problema es que Chevalier puso el listón muy alto con esa hermosa novela, La joven de la perla, donde la atracción entre Vermeer y su criada era recreada con una maestría extraordinaria. Si la comparamos con ella, Ángeles fugaces nos deja un sabor de boca algo amargo, pues no está a la altura. No obstante, constituye un ejemplo entretenido de novela histórica que nos atrapa en su magia de ángeles y cementerios.