domingo, diciembre 24, 2006

GUSTAVO MARTÍN GARZO: Los amores imprudentes

Una joven parisina de padres españoles vuelve a la tierra natal de su padre, un pequeño pueblo cerca de Burgos, a indagar sobre la identidad de una mujer misteriosa con la que este mantuvo una relación mucho antes de marchar a Francia. Una vez allí, conocerá a varias personas que le ayudarán a ir recomponiendo la historia del malogrado romance, que se truncó con la extraña muerte de la bella mujer (Gloria) y la huida a Francia de su padre. Poco a poco las piezas del rompecabezas irán encajando, hasta configurar una compleja historia de amor, traiciones y lealtades con el telón de la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura de fondo. El paisaje mágico que envuelve al pueblo, situado junto a una misteriosa laguna que oculta un terrible secreto -la muerte de Gloria y otras muchachas en sus aguas- crean un ambiente fantasmal que nos acompaña durante la lectura del libro. La historia de amor que allí se narra es de una fuerza extraordinaria, si bien hay algunos retazos de oscuridad que ensombrecen algunos aspectos de la misma, sin que el lector nunca llegue a desvelar toda la verdad que encierra este mundo de secretos.
Los amores imprudentes es la primera obra que leo de este autor, y sé que no será la última. He disfrutado mucho con la lectura de este libro, tanto por la historia en sí como por la prosa de Martín Garzo, que encuentro fascinante. Es una novela que va más allá de la historia que relata, para explorar el mundo de las pasiones, la atracción que puede sentir el ser humano por la maldad, la generosidad del amor y sus consecuencias, y la dureza que adquirió la vida para todos aquellos que vivieron represaliados en la España de la posguerra. Los personajes encierran sus propios secretos, que se nos van desvelando con lentitud, sin llegar a hacerlo nunca del todo. No llegamos a conocerles bien, pero eso es lo que más nos atrae de ellos, esa ambigüedad entre lo que muestran y lo que son en realidad.
Tengo que reconocer que me encantan los personajes redondos. Esos que nunca son ni tremendamente buenos ni terriblemente malvados, sino que por el contrario tienen caras muy distintas y son capaces de realizar acciones sorprendentes. Es difícil jugar con este tipo de personajes y que parezcan verosímiles, pues se corre el riesgo de crear seres irreales que no convencen al lector. Pero Martín Garzo sale airoso de esta prueba. Un ejemplo es el personaje de Gloria, una joven enamorada capaz de un terrible sacrificio por proteger a su amor, pero atraida a la vez por el lado más oscuro del ser humano, ejemplificado en un coronel nazi con el que mantiene una extraña relación.
La galería de personajes que Martín Garzo crea en este libro es fascinante. Otros elementos, como la existencia de una curiosa fábrica de conservas donde sólo trabajaban mujeres, y la pasión de todo el pueblo por la ópera de Wagner Lohengrin, forman un conglomerado curioso en el que la historia se desarrolla con una gran fluidez y vivacidad. Sinceramente, creo que es un libro altamente recomendable, entretenido y bien escrito a la vez, que nos transporta a un mundo mágico y misterioso en el que a veces podemos incluso sentir la humedad que desprende esa laguna omnipresente que custodia el pueblo y a sus habitantes. En definitiva, una lectura interesante para estas Navidades.

Por cierto, FELICES FIESTAS a todos los que os dejéis caer por aquí. Aunque no me gustan demasiado, supongo que nunca está de más felicitar estos días :-)

miércoles, diciembre 06, 2006

PAUL AUSTER: Brooklyn Follies

Vuelvo como un imán a uno de mis autores preferidos. Tenía ganas de leer este libro, cuya lectura me ha tenido más o menos absorta durante un par de días de forzada convalecencia. Y tengo que decir que, como suele ocurrir con Auster, me ha gustado en general, aunque debo confesar que algunos aspectos del libro chirrían un poco y no me acaban de encajar.
La historia está ambientada en Brooklyn, un barrio que tuve la fortuna de conocer este verano en un viaje fascinante que hice a Nueva York. Por ello, a medida que el protagonista recorre calles y lugares del mismo, volví a sentirme transportada allí, viendo cada rincón y cada calle dentro de mi cabeza. Ya desde antes de conocer personalmente Brooklyn me atraían mucho las novelas o las películas que tenían como marco este singular barrio. Supongo que en otra vida me habría encantado vivir allí (y de paso dedicarme a escribir, o ser artista, es lo que "pega" en un sitio así, ¿no?).
En estas "locuras de Brooklyn" Auster vuelve a jugar con personajes que, si bien parecen haber perdido el rumbo en un momento de sus vidas, ahora se encuentran y estrechan entre sí unos lazos de amistad tan fuertes que el tiempo los hará indestructibles. Es lo que sucede con el protagonista, Nathan, un jubilado que vuelve al barrio de su infancia, donde se reencuentra con su sobrino Tom, que se ha convertido en uno de esos jóvenes grises sin ilusión que tanto parecen abundar en las grandes ciudades. Ambos se ayudarán mutuamente y descubrirán que la vida aún les guarda muchas sorpresas, incluso el sueño de retirarse a vivir a un paraje encantador en un hotel imaginario que a punto está de convertirse en realidad en uno de los capítulos. Otros personajes curiosos típicos del estilo austeriano deambulan por esta novela, que no es más que un canto a las cosas bellas y a los aspectos felices de la vida.
Y en ello está quizás su principal defecto: lo bien que acaban la mayoría de las historias que se entrelazan en el libro. Salvo contadas excepciones, todos acaban encontrando la felicidad y la estabilidad emocional solos o junto a otra persona. Amor, embarazos y niños configuran un conjunto algo molesto por su ñoñería extrema en algunos casos. No obstante, ello no es óbice para disfrutar de una novela que seguro deleitará a todos los "adictos" a este autor neoyorquino. Yo disfruté leyendo el libro, para qué os voy a engañar...
Os dejo algunos extractos que me llamaron especialmente la atención:
"Las relaciones sexuales entre gente mayor pueden pasar por situaciones molestas o de cómica indolencia, pero también poseen una ternura que suele escapársele a los jóvenes. Pueden tenerse los pechos caídos, o la picha pendulona, pero la piel sigue siendo piel, y cuando alguien que te gusta te acaricia, te abraza o te besa en la boca, te sigues derritiendo de la misma manera que cuando creías que ibas a vivir eternamente."
Y al respecto de una idea entrañable que le viene a la cabeza en un momento dado a Nathan:
"Mi idea era la siguiente: crear una empresa que publicara libros sobre los olvidados, rescatar historias, hechos y documentos antes de que desaparecieran para luego darles forma y construir una narración continua, el relato de una vida. Las biografías se publicarían por encargo de los amigos y parientes del sujeto, en ediciones particulares de pequeña tirada (...) Querrían devolver a la vida al ser querido, y yo haría todo lo humanamente posible para satisfacer su deseo. Resucitaría a esa persona con palabras, y una vez impresa las páginas y encuadernada la historia entre las cubiertas, tendrían algo a lo que aferrarse durante el resto de su vida. Y además ese algo viviría después de su muerte, nos sobreviviría a todos. Nunca debe subestimarse el poder de los libros."
Para terminar, aquí tenéis unas palabras del mismo Auster sobre el sentido que quería darle a su novela: "Escribir una comedia ayuda a poner las cosas en perspectiva. El mundo ha ido de tragedia en tragedia, de horror en horror, pero los seres humanos seguimos existiendo, enamorándonos y hallando alegría en la vida. Me pareció que éste era un momento para recordarlo."
Coincido con él. La vida sigue, pase lo que pase. En nuestras manos está el vivirla más o menos felices.

Más reseñas de obras de Paul Auster:
- Leviatán
- Tombuctú
- Viajes por el scriptorium
- La trilogía de Nueva York

domingo, diciembre 03, 2006

La cabra o ¿quién es Sylvia?

José María Pou ha dirigido la adaptación española de esta obra de Edward Albee, dramaturgo conocido sobre todo por su obra Quién teme a Virginia Woolf. Ayer tuve la oportunidad de ver la representación en el Teatro Central de Sevilla, con una puesta en escena y una dirección bastante acertadas, aunque debo confesar que la historia no consiguió atraparme.
Albee pretendía provocar y escandalizar con esta obra, haciendo una metáfora sobre la esencia del amor, disfrazado de bestialismo en una especie de comedia-tragedia a la vez. La cabra narra el momento en que la vida de una familia ejemplar y moderna se ve rota por el descubrimiento de que el protagonista, Martin, un reputado arquitecto enamorado de su esposa, tiene una aventura con Sylvia, una cabra que conoció en una excursión al campo. La incredulidad de su esposa e hijo cede paso más tarde a la repulsión y a la venganza. Es un planteamiento muy radical de la idea del amor, más allá de los convencionalismos más extremos, pues sale de los límites de la raza humana para adentrarse en una relación entre un hombre y un animal, quizás uno de los comportamientos que más rechazo provocan en nuestra sociedad.
La interpretación de los actores es soberbia. José María Pou nos hace creer realmente en la existencia de ese amor; para él no es sexo ni bestialismo, es un enamoramiento en toda regla, y con la fuerza que nos da el amor recién descubierto defiende su relación frente a su escandalizada familia. Mercé Aranéga, la sufrida esposa, nos transmite sin veladuras de ningún tipo el inmenso dolor que la desgarra al descubrir que su marido, al que siempre ha idolatrado, es una especie de pervertido sexual. Todos los actores son brillantes, y esto es lo que desde mi punto de vista salva a una obra cuyo argumento no deja de ser absurdo. La obra ha recibido multitud de premios desde su estreno en Broadway, el último en nuestro país, donde ha sido galardonada con el Premio Nacional de Teatro 2006. Sin embargo, creo que ha habido en el último año obras mejores que ésta, que quizás merecieran más dicho galardón.
Me costó dejarme atrapar por este argumento, que no puedo ver como una representación de la idea del amor en estado puro. Creo que Albee pretendía más que otra cosa escandalizar, y de ahí que la obra, que contiene algunos diálogos brillantes, se quede en un mero intento de provocar al espectador y despertar su rechazo. La destrucción de una familia ejemplar, la imposibilidad de recomponer lo ya destrozado (simbolizado en el escenario por una acalorada discusión conyugal donde la esposa se dedica a arrojar y romper la mitad del mobiliario del salón), están muy bien reflejadas, pero el motivo de tal hecatombe no es creíble en ningún momento. De todas formas, hay que quitarse el sombrero ante algunos aspectos de La cabra, y desde luego es una obra muy recomendable, al menos en la estupenda versión de José María Pou. Eso sí, absténganse los que sientan cierta inclinación hacia la zoofilia, no vaya a ser que no entiendan el mensaje original de Albee...

viernes, diciembre 01, 2006

Pensamientos para ser feliz

Antes de dejarme caer por otra de las novelas que me aguardan en la recámara (son tantas que no sé cuál elegiré, difícil y precioso momento el de decidirme por una), estoy tomándome un respiro interior con La inutilidad del sufrimiento, de Mª Jesús Álava Reyes. Normalmente no me atraen demasiado este tipo de lecturas, pero de vez en cuando me gusta hojearlas y extraer algunas frases para reflexionar. Esta psicóloga defiende que el control de nuestros pensamientos es la llave para encontrar la felicidad. Podemos vivir circunstancias más o menos difíciles, pero si intentamos pensar -dentro de lo posible- de manera positiva, la felicidad está al alcance de todos. Naturalmente que la vida nos da lecciones de las cuales es difícil extraer un mensaje positivo, pero tras el pertinente duelo debemos seguir adelante y no recrearnos en los pensamientos negativos y dolorosos.
A continuación os dejo algunas citas:
"Podemos sentirnos bien con nosotros mismos, a pesar de nuestras circunstancias, o podemos dejarnos llevar por ellas."
"No nos confundamos, no hay nada que pueda arrebatarnos nuestro presente; incluso en las circunstancias físicas más duras que nos podamos imaginar, siempre nos pertenecerán nuestros pensamientos y, con ellos, nuestras emociones."
"La observación de lo que ocurre a nuestro alrededor será la mejor forma de aprender. Si nos esforzamos por mirar y reflexionar sobre lo que vemos, nos daremos cuenta de que la gente es feliz o infeliz no por lo que le pasa, sino por cómo se toma su vida."
"El futuro bien entendido está en el presente bien vivido".
¿Es cierto que podemos ser felices a pesar de nuestras circunstancias? ¿Es nuestra mente la que decide sobre nuestra felicidad?