Vida y destino no es un libro fácil de leer. Ya lo intuía antes de abrirlo por la primera página. Y esta dificultad radica no sólo en su extensión (1113 páginas), sino en la cantidad de personajes que aparecen en él -tantos que se ha incluido al final del libro un anexo para aclarar quién es quién-, el cambio constante en la novela de un escenario a otro, y la dureza de los acontecimientos que Grossman nos narra. No obstante, ello no es óbice para destacar a esta novela como una verdadera obra maestra, uno de esos libros con pasajes que se agarran por dentro y no te dejan en mucho tiempo. Un libro emocionante e imprescindible para conocer el impacto brutal que el estalinismo y la Segunda Guerra Mundial tuvieron en Rusia.
Grossman vertió mucho de su propia biografía en la novela, y fue testigo de la mayor parte de los acontecimientos que en ella se narran. Así ocurre por ejemplo en la batalla de Stalingrado, uno de los sucesos claves de la guerra, donde el propio autor trabajó como corresponsal del periódico Estrella Roja. Él mismo sufrió la represión estalinista en lo que se refiere a la publicación de su obra pues, aunque la finalizó en 1960, en plena era Kruschev, por lo que pensó que su salida a la luz sería relativamente fácil, se equivocó. De hecho Grossman murió en 1964 creyendo que su novela jamás sería publicada, pues todas las copias menos una fueron destruidas en vida del autor. Esa única copia que sobrevivió sería finalmente editada en francés en 1980.
La mayor parte de los personajes están relacionados entre sí por lazos familiares o de amistad. Sin embargo, en el momento en que transcurre la acción se encuentran diseminados por toda la geografía rusa, debido a los designios del destino impuestos por las purgas estalinistas y por la misma guerra. De este modo los escenarios más diversos se alternan en el relato, desde los campos de concentración alemanes hasta el Stalingrado sitiado de la guerra o la dureza de la estepa calmuca. Gracias al anexo mencionado más arriba, el lector puede recordar la filiación de cada uno de los personajes, pues es fácil olvidarlo cuando se produce alguno de esos cambios de escenario. Por otro lado, Grossman añade una dificultad extra al utilizar distintas denominaciones para algunos personajes, lo que desconcierta al lector exigiéndole sin duda un esfuerzo de atención suplementario. Entre todo este maremágnum de identidades, algunos de esos personajes cobran una intensidad especial. Esto ocurre con el físico Shtrum, cuyas vivencias personales se entretejen con las del autor, y que tiene que sufrir en sus propias carnes el dilema moral de denunciar una injusticia arriesgando su trabajo, o callar y ser fiel a las directrices del régimen para no sufrir represalias. O con el comisario Krímov, que acaba siendo víctima del totalitarismo de un sistema que él ha defendido con entereza.
Pero si uno se arma de paciencia y está dispuesto a realizar dicho esfuerzo, Vida y destino es una obra mayúscula. Hay momentos en ella de una intensidad arrolladora, tanto que secuestran al lector, por muy dramática que sea la situación narrada. Ello ocurre con la carta que la madre de Shtrum envía a su hijo desde el campo de concentración donde está presa, o con la descripción de la muerte de un grupo de judíos en una cámara de gas. Es en estos momentos cuando la prosa de Grossman alcanza una belleza y una altura que se han conseguido en muy contadas obras de la literatura universal. Además son habituales las reflexiones de orden moral en toda la novela, reflexiones que nos hablan de un autor enamorado de su país, defensor del comunismo pero despojado de los excesos del totalitarismo en que se acabó convirtiendo, acérrimo enemigo de la violencia y con una fe absoluta en la bondad que esconde el ser humano y que es susceptible de salir a la luz incluso en la más adversa de las situaciones. Es lo que se desprende de palabras como éstas:
"El fascismo y el hombre no pueden coexistir. Cuando el fascismo vence, el hombre deja de existir, quedan sólo criaturas antropoides que han sufrido una transformación interna. Pero cuando es el hombre, el hombre dotado de libertad, razón y bondad, el que vence, es el fascismo el que muere y aquellos que se habían sometido a él vuelven a ser hombres."
"Todos los hombres son culpables ante una madre que ha perdido a un hijo en la guerra; y a lo largo de la historia de la humanidad todos los esfuerzos que han hecho los hombres para justificarlo han sido en vano."
"Cuanto más se abren ante mí las tinieblas del fascismo, más claro veo que lo humano es indestructible y que continúa viviendo en el hombre, incluso al borde de la fosa sangrienta, incluso en la puerta de las cámaras de gas."
"Era imposible imaginar que aquellos cadáveres, con la boca y los ojos hundidos, hubieran sido hasta hace poco seres vivos con nombres y direcciones, hombres que decían: "Bésame amor mío, querida, y sobre todo no me olvides", que soñaban con una jarra de cerveza, que fumaban cigarrillos"
A pesar de sus dificultades, estamos ante una de esas obras que se publican muy de cuando en cuando y que merecen una especial atención. Merece la pena adentrarse en esta epopeya rusa, sortear sus complejidades y realizar un sobreesfuerzo cuando sea necesario. La recompensa es muy gratificante, tanto desde el punto de vista literario como humano. Es el legado de un hombre y de una forma de pensar -la creencia en la libertad y la dignidad del ser humano por encima de todo- que ha sido el motor del cambio en la historia y debería seguir siéndolo en el futuro. Y eso no conviene olvidarlo jamás.
He tomado los datos de la biografía de Grossman de una estupenda reseña que no puedo dejar de recomendar aquí, que profundiza mucho más que esta servidora en el análisis de la novela: El lector a la sombra: Vida y destino de Vasili Grossman
Grossman vertió mucho de su propia biografía en la novela, y fue testigo de la mayor parte de los acontecimientos que en ella se narran. Así ocurre por ejemplo en la batalla de Stalingrado, uno de los sucesos claves de la guerra, donde el propio autor trabajó como corresponsal del periódico Estrella Roja. Él mismo sufrió la represión estalinista en lo que se refiere a la publicación de su obra pues, aunque la finalizó en 1960, en plena era Kruschev, por lo que pensó que su salida a la luz sería relativamente fácil, se equivocó. De hecho Grossman murió en 1964 creyendo que su novela jamás sería publicada, pues todas las copias menos una fueron destruidas en vida del autor. Esa única copia que sobrevivió sería finalmente editada en francés en 1980.
La mayor parte de los personajes están relacionados entre sí por lazos familiares o de amistad. Sin embargo, en el momento en que transcurre la acción se encuentran diseminados por toda la geografía rusa, debido a los designios del destino impuestos por las purgas estalinistas y por la misma guerra. De este modo los escenarios más diversos se alternan en el relato, desde los campos de concentración alemanes hasta el Stalingrado sitiado de la guerra o la dureza de la estepa calmuca. Gracias al anexo mencionado más arriba, el lector puede recordar la filiación de cada uno de los personajes, pues es fácil olvidarlo cuando se produce alguno de esos cambios de escenario. Por otro lado, Grossman añade una dificultad extra al utilizar distintas denominaciones para algunos personajes, lo que desconcierta al lector exigiéndole sin duda un esfuerzo de atención suplementario. Entre todo este maremágnum de identidades, algunos de esos personajes cobran una intensidad especial. Esto ocurre con el físico Shtrum, cuyas vivencias personales se entretejen con las del autor, y que tiene que sufrir en sus propias carnes el dilema moral de denunciar una injusticia arriesgando su trabajo, o callar y ser fiel a las directrices del régimen para no sufrir represalias. O con el comisario Krímov, que acaba siendo víctima del totalitarismo de un sistema que él ha defendido con entereza.
Pero si uno se arma de paciencia y está dispuesto a realizar dicho esfuerzo, Vida y destino es una obra mayúscula. Hay momentos en ella de una intensidad arrolladora, tanto que secuestran al lector, por muy dramática que sea la situación narrada. Ello ocurre con la carta que la madre de Shtrum envía a su hijo desde el campo de concentración donde está presa, o con la descripción de la muerte de un grupo de judíos en una cámara de gas. Es en estos momentos cuando la prosa de Grossman alcanza una belleza y una altura que se han conseguido en muy contadas obras de la literatura universal. Además son habituales las reflexiones de orden moral en toda la novela, reflexiones que nos hablan de un autor enamorado de su país, defensor del comunismo pero despojado de los excesos del totalitarismo en que se acabó convirtiendo, acérrimo enemigo de la violencia y con una fe absoluta en la bondad que esconde el ser humano y que es susceptible de salir a la luz incluso en la más adversa de las situaciones. Es lo que se desprende de palabras como éstas:
"El fascismo y el hombre no pueden coexistir. Cuando el fascismo vence, el hombre deja de existir, quedan sólo criaturas antropoides que han sufrido una transformación interna. Pero cuando es el hombre, el hombre dotado de libertad, razón y bondad, el que vence, es el fascismo el que muere y aquellos que se habían sometido a él vuelven a ser hombres."
"Todos los hombres son culpables ante una madre que ha perdido a un hijo en la guerra; y a lo largo de la historia de la humanidad todos los esfuerzos que han hecho los hombres para justificarlo han sido en vano."
"Cuanto más se abren ante mí las tinieblas del fascismo, más claro veo que lo humano es indestructible y que continúa viviendo en el hombre, incluso al borde de la fosa sangrienta, incluso en la puerta de las cámaras de gas."
"Era imposible imaginar que aquellos cadáveres, con la boca y los ojos hundidos, hubieran sido hasta hace poco seres vivos con nombres y direcciones, hombres que decían: "Bésame amor mío, querida, y sobre todo no me olvides", que soñaban con una jarra de cerveza, que fumaban cigarrillos"
A pesar de sus dificultades, estamos ante una de esas obras que se publican muy de cuando en cuando y que merecen una especial atención. Merece la pena adentrarse en esta epopeya rusa, sortear sus complejidades y realizar un sobreesfuerzo cuando sea necesario. La recompensa es muy gratificante, tanto desde el punto de vista literario como humano. Es el legado de un hombre y de una forma de pensar -la creencia en la libertad y la dignidad del ser humano por encima de todo- que ha sido el motor del cambio en la historia y debería seguir siéndolo en el futuro. Y eso no conviene olvidarlo jamás.
He tomado los datos de la biografía de Grossman de una estupenda reseña que no puedo dejar de recomendar aquí, que profundiza mucho más que esta servidora en el análisis de la novela: El lector a la sombra: Vida y destino de Vasili Grossman
17 comentarios:
De este libro sólo he escuchado bondades, espero poder tener una etapa despejada para invertirla en su lectura.
Un abrazo y felicidades por el post.
Este libro es de los que tengo pendientes para leer, sin embargo no me atrevo a hacerlo por la dureza que le supongo. Sin embargo, tu reseña es un recordatorio de que debo leerlo. Realmente pienso que libros de este tipo son muy necesarios ya que nos recuerdan los sufrimientos a los que unos gobernantes delirantes someten a sus pueblos y a otros. Y no solo eso, como hay toda una estructura "burocrática que hace posible esos delirios sangrientos (estoy pensando en otro libro impresionante:"las Benévolas". Y lo más triste de todo: eso ha pasado en nuestra civilizada Europa.
Saludos y gracias por tu reseña del libro.
juan
Elena, me ha encantado tu reseña, entran ganas de leerlo. Espero hacerlo muy pronto. Un beso. Ernestina
La novela es de impagable agradecimiento al autor.Literatura de arte mayor: por la estructura, por su complicidad, por su verdad en la narración de la vida y destino de tantos personajes,porque en ella te encuentras páginas de un lirismo trágico inusual. Alguien que nos está confesando que ha vivido y como lo ha vivido. Contra todos los ismos dictatoriales y a favor del ser humano. La traducción de Marta Rebón excelente.A la altura de la novela. Una de las grandes de la literatura mundial una OBRA DE UN MAESTRO.
Una recomendación muy buena. Con lo que cuentas, dan ganas de abordar la lectura /tarea de este libro tan interesante. Los extractos son magníficos, para pensar durante un buen rato. Un saludo.
Una excelente reseña. Te felicito. Como dicen por aquí, dan ganas de emprender cuanto antes la lectura de esa obra monumental. Aunque su extensión y su crudeza sean disuasorias, estoy seguro de que hay dentro páginas inolvidables. En cuanto me vea capaz le hinco el diente. Un saludo, Elena.
Vale. Me lo apunto, aunque como dicen por aquí la extensión es disuasoria, tarde o temprano caerá.
Oye, me ha encantado esta reseña, y el libro me lo apunto para pronto! Los escritores rusos tienen una forma fascinante de transmitir la miseria y la belleza verdad?
Genial como siempre Elena, eres la mejor :D
Ten�a reticencias hacia este libro. No s�lo por la extensi�n, sino por la tem�tica (empiezo a estar un poco saturado de libros sobre la II Guerra Mundial, aunque soy consciente de que este prejuicio es absurdo -como todos- y me priva de buenas lecturas).
Pero despu�s de leer esta rese�a qu� menos que probarlo.
Saludos.
Como a la mayoría de los comentaristas anteriores, tu reseña me predispone a la lectura de esta novela llena de compromiso vital y moral que es Vida y destino. Ya la tengo, aunque no creo que la aborde inmediatamente porque el curso se me echa encima (se nos echa encima) y necesito todavía ordenar mi tiempo. Tu comentario y todo lo que sé de Vida y destino me la revelan como una obra mayor de la literatura rusa, escrita con el alma como sólo ellos saben hacer. ¿Qué tendrá el alma rusa para saber abordar los conflictos humanos y sociales con tanta profundidad? Hace poco más de un mes ha muerto Solzenitzin, otro de los grandes que denunció el totalitarismo estalinista. Junto a él, la figura de Vasili Grossman se muestra como la de un gigante de la literatura rusa y universal.
Si únicamente tuviera tus palabras por bandera, no dudes que acometería la hazaña de leerlo. Pero está el tamaño y a estas alturas, llámalo pereza, prefiero enfrentarme a conquistas, aparentemente más fáciles. Subrayemos lo de "aparentemente".
Aún no me he atrevido a emprender su lectura. Pero llegará su momento.
Grcias
Vengo a hablarte de algo que en esta entrada, ciertamente, resulta a contrapelo.
Y es que quería proponerte algo relacionado con el libro de Trueba. El caso es que estoy leyendo "Instrucciones para salvar al mundo", de Rosa Montero. No sé si lo has leído. Si tienes oportunidad, y más allá de la calidad de la obra en cuestión, hazlo y verás la de coincidencias (y a la vez discordancias) con "Saber perder"; misma estructura, mismo planteamiento, pero desigual suerte para uno y otra.
Hablamos...
Un saludo, Elena.
¡Hola! Veo que a todos os asusta un poco la extensión de la novela (a mí me pasaba igual, aunque al final me resultó más problemático lo de las decenas de personajes que pululan por ella). No obstante, os animo a que la leáis cuando tengáis tiempo y ganas, pues ciertamente merece muchísimo la pena. Como dicen Nausicaa y Joselu, los escritores rusos tienen algo especial a la hora de escribir que los hace ser unos exquisitos analistas de los comportamientos sociales y políticos de su pueblo. Son escritores con mayúsculas.
Raúl, leeré "Instrucciones para salvar el mundo" porque me gusta Rosa Montero y suelo leer todos sus libros. Curioso (y un poco sospechoso ¿no?) lo que comentas. Comentaremos impresiones más adelante.
Gracias de nuevo por vuestros comentarios. ¡Me encantan!
Besos
Más que sospechoso, como dices. Más allá de la diferencia de estilos, evidente, por otro lado, tendré que fijarme en la fecha de edición de ambos libros para despejar dudas.
Abrazos, Elena.
Pues yo estoy como el resto. Tengo el libro, pero no encuentro el momento de meterme con él... Tu reseña, desde luego, muy sugestiva, como siempre.
Leí sobre este libro hará algo menos de un año, y estaba interesado en leerlo, así como la biografía de Grossman escrita por Beevor (mencionada en el artículo que tú citas). El caso es que, después de un año de saturación leyendo sobre la Guerra Civil y últimamente sobre los presos franquistas, he acabado desplazándome a la novela sobre campos de concentración en la II guerra mundial, y creo que quizá debería cambiar a un tema más... feliz.
No sé, creo que leeré dos o tres novelas tontas para cambiar de tema y quizá luego pruebe con Grossman...
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