José María Pou ha dirigido la adaptación española de esta obra de Edward Albee, dramaturgo conocido sobre todo por su obra Quién teme a Virginia Woolf. Ayer tuve la oportunidad de ver la representación en el Teatro Central de Sevilla, con una puesta en escena y una dirección bastante acertadas, aunque debo confesar que la historia no consiguió atraparme.
Albee pretendía provocar y escandalizar con esta obra, haciendo una metáfora sobre la esencia del amor, disfrazado de bestialismo en una especie de comedia-tragedia a la vez. La cabra narra el momento en que la vida de una familia ejemplar y moderna se ve rota por el descubrimiento de que el protagonista, Martin, un reputado arquitecto enamorado de su esposa, tiene una aventura con Sylvia, una cabra que conoció en una excursión al campo. La incredulidad de su esposa e hijo cede paso más tarde a la repulsión y a la venganza. Es un planteamiento muy radical de la idea del amor, más allá de los convencionalismos más extremos, pues sale de los límites de la raza humana para adentrarse en una relación entre un hombre y un animal, quizás uno de los comportamientos que más rechazo provocan en nuestra sociedad.
La interpretación de los actores es soberbia. José María Pou nos hace creer realmente en la existencia de ese amor; para él no es sexo ni bestialismo, es un enamoramiento en toda regla, y con la fuerza que nos da el amor recién descubierto defiende su relación frente a su escandalizada familia. Mercé Aranéga, la sufrida esposa, nos transmite sin veladuras de ningún tipo el inmenso dolor que la desgarra al descubrir que su marido, al que siempre ha idolatrado, es una especie de pervertido sexual. Todos los actores son brillantes, y esto es lo que desde mi punto de vista salva a una obra cuyo argumento no deja de ser absurdo. La obra ha recibido multitud de premios desde su estreno en Broadway, el último en nuestro país, donde ha sido galardonada con el Premio Nacional de Teatro 2006. Sin embargo, creo que ha habido en el último año obras mejores que ésta, que quizás merecieran más dicho galardón.
Me costó dejarme atrapar por este argumento, que no puedo ver como una representación de la idea del amor en estado puro. Creo que Albee pretendía más que otra cosa escandalizar, y de ahí que la obra, que contiene algunos diálogos brillantes, se quede en un mero intento de provocar al espectador y despertar su rechazo. La destrucción de una familia ejemplar, la imposibilidad de recomponer lo ya destrozado (simbolizado en el escenario por una acalorada discusión conyugal donde la esposa se dedica a arrojar y romper la mitad del mobiliario del salón), están muy bien reflejadas, pero el motivo de tal hecatombe no es creíble en ningún momento. De todas formas, hay que quitarse el sombrero ante algunos aspectos de La cabra, y desde luego es una obra muy recomendable, al menos en la estupenda versión de José María Pou. Eso sí, absténganse los que sientan cierta inclinación hacia la zoofilia, no vaya a ser que no entiendan el mensaje original de Albee...
7 comentarios:
mmm habrá que verla
saludos
Extraña obra, sí, y con un simbolismo exigente que no convencerá a todo el mundo, no.
Eso sí, absténganse los que sientan cierta inclinación hacia la zoofilia, no vaya a ser que no entiendan el mensaje original de Albee...
Jajaja.. Tienes razón. =D
Pou es un enorme actor y artista. Tiene que ser difícil creer un amor así, porque se centra en la diferencia de seres, animal y persona, por lo tanto eso lo hace increible. Sería como enamorarse de una planta. Querer a los animales es de obligado, por lo mismo que forman parte de la naturaleza, nuestra madre, la de todos. Pero entremezclar el sexo en nuestra relación con los animales conlleva un situarnos en un primitivismo muy animal. Más que averrante, es deshumanizante, creo...
Txe, te recomiendo verla si tienes la oportunidad. A pesar de que su argumento no me atrae demasiado está muy bien interpretada.
Francisco, sí que es una obra extraña. Conozco a gente que le ha encantado y a otros que ni fu ni fa.
Zuriñe, coincido en todo contigo. Por mucha simbología que escondiese la relación entre el hombre y la cabra es deshumanizante. En un momento de la obra uno de los actores acusa al protagonista de estar "violando" al pobre animal. Él se defiende argumentando que estaba enamorado.
Esta obra paso por el Teatre Principal de València hará unas semanas y no me acerqué a verla porque varios amigos me comentaron que no les convenció, que realmente no les había acabado de gustar, aunque no supieron decirme una razón concreta... esta semana sí me acercaré, hacen una fabulosa adaptación del "Othelo" de Shakespeare. Me ha gustado leer tu punto de vista sobre esta extraña obra. Saludos!
José María Pou siente pasión por esta obra y la transmite en las entrevistas. En enero llega a Madrid y pensaba ir a verla ya que cuando estuvo aquí en Valencia no pude.
Soy un forofo de "Quién teme a Virginia Woolf".
Gracias por esta sincera opinión con la que estoy seguro que coincidiré en gran medida.
Saludos.
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