sábado, agosto 19, 2006

TRACY CHEVALIER: Ángeles fugaces

Ambientada en la época victoriana, la novela narra la vida de dos familias, los Coleman y los Waterhouse, que se conocen por la proximidad de sus respectivas tumbas en un cementerio, y que después acaban siendo vecinos.Kitty Coleman es una madre joven y atractiva que no es feliz en su rutinaria vida de casada. Sólo tiene una hija, Maude, con la que no comparte demasiadas cosas, y desde el principio de la historia vemos que aspira a unos sueños e ilusiones muy lejanos a la realidad que la envuelve. Los acontecimientos la irán conduciendo por un camino muy distinto, y acabará haciéndose sufragista. Será en esta lucha, la de conseguir el voto para las mujeres, donde Kitty encuentre la verdadera felicidad, luchando por unos ideales de igualdad y libertad en los que cree firmemente. No obstante, pagará un alto precio por ello.La contraposición a este personaje es Trudy Waterhouse, una mujer tradicional que sufrirá la pérdida irreparable de su hija pequeña, y que contempla espantada el comportamiento y las excentricidades de su feminista vecina. Las hijas de ambas familias son las otras protagonistas de la historia. Maude es una chica madura y con ciertas inquietudes intelectuales que echa de menos la figura de una madre tradicional que pase más tiempo con ella. En cambio Lavinia, su mejor amiga, es una chica más de la época, preocupada por la moda y por los actos sociales, con pocas aspiraciones personales aparte de lograr un buen matrimonio.La novela es una espléndida recreación de las formas de vida victorianas, con sus costumbres y hábitos de vida (magnífica por ejemplo la descripción del luto que hace Lavinia). Además está escrita con un planteamiento original, al dejar que sean los propios protagonistas quienes tomen la palabra y se vayan alternando para contarnos retazos de la historia, cada uno desde el punto de vista que le corresponde.
Es una novela que entretiene y gusta, pero algunos aspectos no acaban de convencer del todo, como si quedasen en el aire. Es lo que ocurre en algunos momentos con el personaje de Kitty. Y con Lavinia, cuya superficialidad a veces raya la estupidez. Otros personajes sí tienen más apariencia de realidad. De todas formas, es innegable el esfuerzo de la autora por construir una novela compleja con una sólida ambientación en la época victoriana. Quizás el problema es que Chevalier puso el listón muy alto con esa hermosa novela, La joven de la perla, donde la atracción entre Vermeer y su criada era recreada con una maestría extraordinaria. Si la comparamos con ella, Ángeles fugaces nos deja un sabor de boca algo amargo, pues no está a la altura. No obstante, constituye un ejemplo entretenido de novela histórica que nos atrapa en su magia de ángeles y cementerios.

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