Me esperaba más de la nueva novela de Isaac Rosa, probablemente porque la primera obra que leí de él (¡Otra maldita novela sobre la guerra civil) me encantó, además de poseer un planteamiento muy original. No me ha ocurrido lo mismo con El país del miedo que, aún siendo también bastante curiosa y estando bien escrita, no está a la altura de aquella otra. Quizás la culpa la tenga el protagonista, Carlos, que se me hizo antipático desde el principio por ser un auténtico pusilánime. Creo que le cogí algo de ojeriza. Me ha ocurrido con algún otro libro leído con anterioridad, como la portera Renée de La elegancia del erizo, empeñada en aparecer como una ignorante ante sus vecinos. Hay personajes que se te atragantan, es inevitable, aunque posiblemente esta era la intención de Rosa al escribir el libro. Porque creo que pocas personas sentirán simpatía por el desdichado Carlos, cuya actitud a lo largo de la novela dejará mucho que desear.
La historia tiene dos partes que se van alternando a lo largo de los diferentes capítulos, siguiendo el esquema que Rosa ya trazara en su anterior novela arriba mencionada. En este caso asistimos a las desventuras de Carlos, un hombre de mediana edad casado y con un hijo adolescente, que teme prácticamente a todo lo que le rodea, o mejor dicho, que es plenamente consciente de todos los peligros que en la sociedad actual pueden acechar al ser humano. Esta "obsesión" no le impide desarrollar una vida más o menos normal, con ciertas manías destinadas a garantizar una mayor seguridad tanto de él como de los suyos, hasta que un suceso acaecido a su hijo convierte su ¿plácida? existencia en una especie de pesadilla. Un chico comienza a acosar a su retoño, maltratándole física y psicológicamente, y el descubrimiento de este hecho desvelará a Carlos la fragilidad en la que se mueven, lo peligroso que puede ser el mero hecho de ir a la escuela. Sin embargo lo peor va a ser el descubrimiento de su propia cobardía, de su falta de agallas para enfrentarse a un niño (él lo llama así en todo momento), que pronto comenzará a acosarle a él también, hasta el punto de hacerle la vida imposible.
Los capítulos que narran la historia de Carlos y su familia se alternan con otros dedicados a enumerar todos los posibles peligros y fuentes de miedo que podemos encontrar a nuestro alrededor. Esta ha sido para mí la parte más interesante. Rosa ha reunido en un solo libro todas las fobias, temores y oscuridades que pueden acecharnos en algún momento de nuestras vidas. De hecho es prácticamente imposible no reconocernos en alguno de ellos. Se supone que es el propio Carlos el que repasa para nosotros el siniestro listado en su cabeza, lo que sin duda volvería loco a cualquiera que en la vida real se encontrara en ese caso. Allí se citan miedos tan habituales como el miedo a la oscuridad, a ser heridos, a sufrir dolor, a ser atacados, secuestrados, torturados, o asesinados; el miedo a la enfermedad y sus consecuencias; a perder un hijo; y a otro tipo de macabros sucesos que desgraciadamente ocurren casi todos los días. Pero también aparecen temores menos habituales como el miedo a la guerra y a la violencia que esta conlleva; el rechazo a lo desconocido que se tiñe de xenofobia en muchas ocasiones (la consabida frase de "yo no soy racista pero..."), los estereotipos de terror inculcados por el cine desde pequeños, el riesgo de viajar a países considerados peligrosos, etc. Os dejo una de sus reflexiones que me ha parecido especialmente interesante:
"Aprendemos a tener miedo. Existe toda una pedagogía que desde el nacimiento nos enseña a qué debemos temer. Hay miedos heredados, claro, inscritos en la evolución genética tras milenios de evolución (...) Hay temores que parecen innatos, por ejemplo la oscuridad, un ruido fuerte, una luz cegadora, un rostro furioso que provoca el llanto de un bebé. Hay otros de transmisión cultural, asimilados, como memes que todos compartimos, que a todos inquietan por igual: ser encerrados, nadar en aguas profundas, ciertos animales de mala reputación, algunos insectos y reptiles, y muchos de los lugares del miedo en la ciudad y en el campo (...) Pero la mayor parte de nuestros miedos, aquellos que nos acompañarán de por vida, son resultado de un proceso educativo, los aprendemos (...) Tales enseñanzas, que en la infancia tienen un sentido instructivo a modo de lección a seguir, perviven en la edad adulta, adaptadas. La desconfianza ante los desconocidos, el miedo al extraño, al mundo exterior como una amenaza, no desaparece jamás, y las calles oscuras nos devuelven siempre a aquel bosque con lobo, de la misma forma que el último pederasta, el secuestrador de niños, es la enésima reencarnación del ogro que recorre las aldeas raptando chiquillos para luego devorarlos en su cueva; y a su vez el enfermo que se hace pasar por jovencita en un foro de Internet para concertar una cita con su próxima víctima es aquel lobo que engañaba a los inocentes cabritillos haciéndose pasar por su madre."
El final sí me ha gustado, aunque pueda tacharse de pesimista, pero me parece un buen cierre para la historia. No obstante creo que el peso de la novela recae en los capítulos dedicados a reflexionar sobre los motivos del miedo más que en la historia en sí, que quizás es demasiado simple. De todas formas hay que admitir que siempre es un placer leer a Rosa, que se está haciendo con un hueco en el panorama narrativo español, gracias a un estilo cada vez más propio y personal. No es una obra maestra, pero sí un ejercicio curioso de narrativa y una reflexión profunda sobre el origen de nuestros miedos y las posibles consecuencias de no enfrentarnos a ellos. Desde ese punto de vista sí que os lo recomiendo.
Más reseñas de obras de Isaac Rosa:
- ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!
La historia tiene dos partes que se van alternando a lo largo de los diferentes capítulos, siguiendo el esquema que Rosa ya trazara en su anterior novela arriba mencionada. En este caso asistimos a las desventuras de Carlos, un hombre de mediana edad casado y con un hijo adolescente, que teme prácticamente a todo lo que le rodea, o mejor dicho, que es plenamente consciente de todos los peligros que en la sociedad actual pueden acechar al ser humano. Esta "obsesión" no le impide desarrollar una vida más o menos normal, con ciertas manías destinadas a garantizar una mayor seguridad tanto de él como de los suyos, hasta que un suceso acaecido a su hijo convierte su ¿plácida? existencia en una especie de pesadilla. Un chico comienza a acosar a su retoño, maltratándole física y psicológicamente, y el descubrimiento de este hecho desvelará a Carlos la fragilidad en la que se mueven, lo peligroso que puede ser el mero hecho de ir a la escuela. Sin embargo lo peor va a ser el descubrimiento de su propia cobardía, de su falta de agallas para enfrentarse a un niño (él lo llama así en todo momento), que pronto comenzará a acosarle a él también, hasta el punto de hacerle la vida imposible.
Los capítulos que narran la historia de Carlos y su familia se alternan con otros dedicados a enumerar todos los posibles peligros y fuentes de miedo que podemos encontrar a nuestro alrededor. Esta ha sido para mí la parte más interesante. Rosa ha reunido en un solo libro todas las fobias, temores y oscuridades que pueden acecharnos en algún momento de nuestras vidas. De hecho es prácticamente imposible no reconocernos en alguno de ellos. Se supone que es el propio Carlos el que repasa para nosotros el siniestro listado en su cabeza, lo que sin duda volvería loco a cualquiera que en la vida real se encontrara en ese caso. Allí se citan miedos tan habituales como el miedo a la oscuridad, a ser heridos, a sufrir dolor, a ser atacados, secuestrados, torturados, o asesinados; el miedo a la enfermedad y sus consecuencias; a perder un hijo; y a otro tipo de macabros sucesos que desgraciadamente ocurren casi todos los días. Pero también aparecen temores menos habituales como el miedo a la guerra y a la violencia que esta conlleva; el rechazo a lo desconocido que se tiñe de xenofobia en muchas ocasiones (la consabida frase de "yo no soy racista pero..."), los estereotipos de terror inculcados por el cine desde pequeños, el riesgo de viajar a países considerados peligrosos, etc. Os dejo una de sus reflexiones que me ha parecido especialmente interesante:
"Aprendemos a tener miedo. Existe toda una pedagogía que desde el nacimiento nos enseña a qué debemos temer. Hay miedos heredados, claro, inscritos en la evolución genética tras milenios de evolución (...) Hay temores que parecen innatos, por ejemplo la oscuridad, un ruido fuerte, una luz cegadora, un rostro furioso que provoca el llanto de un bebé. Hay otros de transmisión cultural, asimilados, como memes que todos compartimos, que a todos inquietan por igual: ser encerrados, nadar en aguas profundas, ciertos animales de mala reputación, algunos insectos y reptiles, y muchos de los lugares del miedo en la ciudad y en el campo (...) Pero la mayor parte de nuestros miedos, aquellos que nos acompañarán de por vida, son resultado de un proceso educativo, los aprendemos (...) Tales enseñanzas, que en la infancia tienen un sentido instructivo a modo de lección a seguir, perviven en la edad adulta, adaptadas. La desconfianza ante los desconocidos, el miedo al extraño, al mundo exterior como una amenaza, no desaparece jamás, y las calles oscuras nos devuelven siempre a aquel bosque con lobo, de la misma forma que el último pederasta, el secuestrador de niños, es la enésima reencarnación del ogro que recorre las aldeas raptando chiquillos para luego devorarlos en su cueva; y a su vez el enfermo que se hace pasar por jovencita en un foro de Internet para concertar una cita con su próxima víctima es aquel lobo que engañaba a los inocentes cabritillos haciéndose pasar por su madre."
El final sí me ha gustado, aunque pueda tacharse de pesimista, pero me parece un buen cierre para la historia. No obstante creo que el peso de la novela recae en los capítulos dedicados a reflexionar sobre los motivos del miedo más que en la historia en sí, que quizás es demasiado simple. De todas formas hay que admitir que siempre es un placer leer a Rosa, que se está haciendo con un hueco en el panorama narrativo español, gracias a un estilo cada vez más propio y personal. No es una obra maestra, pero sí un ejercicio curioso de narrativa y una reflexión profunda sobre el origen de nuestros miedos y las posibles consecuencias de no enfrentarnos a ellos. Desde ese punto de vista sí que os lo recomiendo.
Más reseñas de obras de Isaac Rosa:
- ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!