Este es uno de los pocos libros que he comprado casi sin pensar. Llevaba unos días viéndolo en La casa del libro, y una tarde lo cogí y empecé a hojearlo. Cinco minutos después estaba esperando en la cola de la caja para comprarlo. Me atrajeron de él un cúmulo de cosas: su portada, donde aparece un sugestivo óleo de un pintor que no conocía, Mark Keller; la cuidada edición de Tusquets (fondo negro con caracteres blancos, igual que el diseño de mi blog); y por encima de todo, como no podía ser menos, los pocos fragmentos que tuve tiempo de leer por encima. Fue una decisión acertada pues, una vez terminado, debo decir que nos hallamos ante un libro muy especial, una obra maestra del cuento fantástico, que la autora eleva a cotas inesperadamente altas para este género. En definitiva, una lectura más que imprescindible.
El libro reúne los veinte relatos de los cinco libros de cuentos que la autora ha escrito y publicado hasta la fecha:
Mi hermana Elba, Los altillos de Brumal, El ángulo del horror, Con Agatha en Estambul, y Parientes pobres del diablo. Como colofón se incluye un relato muy original,
El faro, en el cual el principio se corresponde con un cuento que Edgar Allan Poe dejó inacabado (sólo lo comenzó). Pues bien, la habilidad de Fernández Cubas logra conducir la historia hasta un final sorprendente que probablemente habría deslumbrado al propio Poe, con ecos de Lovecraft y de sus misteriosos seres monstruosos.
Es la primera vez que leo a esta autora, y ha sido toda una experiencia. Cada relato es distinto del anterior, pero todos consiguen atrapar al lector desde las primeras líneas, algo difícil en este género. Todos los cuentos del volumen son apasionantes. Abundan los finales ambiguos y misteriosos, que dejan al lector desconcertado a la vez que maravillado ante lo que acaba de leer. La fantasía y el terror reinan en un mundo poblado por espíritus, pueblos encantados y objetos que esconden secretos extraordinarios. Un mundo que se extiende por lugares tan remotos como África o la lejana Rusia. Un mundo donde se dan cita viejos internados, casonas aisladas en el campo, conventos de clausura, pueblos perdidos en la montaña, junto a lugares tan poco originales en principio como una oficina o una casa junto a la playa. Los escenarios y los personajes cambian una y otra vez, pero el halo de misterio que se crea en cada historia nos arrastra hasta el punto de que resulta prácticamente imposible dejar de leer hasta llegar al final del relato. Y cuando una historia termina, los personajes y lo allí narrado siguen bailando en nuestra cabeza, hasta que un nuevo misterio atrapa de nuevo nuestra atención.
La prosa de Fernández Cubas es deliciosa. Pocas veces he tenido la oportunidad de leer algo tan bien escrito y tan sugerente. Se hace preciso saborear cada párrafo, cada frase, pero al mismo tiempo la vista avanza rápida absorta en lo que está ocurriendo ante nuestros ojos y deseosa de adivinar lo que va a acontecer unos instantes más tarde. Como vengo haciendo habitualmente, os dejo una muestra para abriros el apetito. En este caso se trata del inicio del cuento llamado
Ausencia:
"Te sientes a gusto aquí. Estás en un café antiguo, de veladores de mármol y camareros decrépitos, apurando un helado, viendo pasar a la gente a través del cristal de la ventana, mirando de vez en cuando el vetusto reloj de pared. Las once menos cuarto, las once, las once y diez. Hasta que de pronto -y no puedes explicarte cómo ha podido ocurrir- sólo sabes que estás en un café antiguo, apurando un helado, viendo pasar a la gente a través de los cristales y mirando de vez en cuando hacia el reloj de pared. "¿Qué hago yo aquí?" te sorprendes pensando. Pero un sudor frío te hace notar que la pregunta es absurda, encubridora, falsa. Porque lo que menos importa en este momento es recordar lo que estás haciendo allí, sino algo mucho más sencillo. Saber quién eres tú."El suplemento
Babelia del pasado sábado cita a esta obra entre una de las diez mejores del año. Me sumo a la recomendación. Lástima no haber descubierto a Cristina Fernández Cubas con anterioridad. Enhorabuena a Tusquets por esta cuidada edición que me ha permitido acercarme a esta original autora. Definitivamente un diez. Y no os sorprendáis si mientras leéis en la oscuridad de la noche os descubrís a vosotros mismos mirando de reojo la puerta de la habitación o vuestro reflejo en el espejo del fondo. Entonces habréis entrado de lleno en el mundo de Fernández Cubas.