miércoles, diciembre 31, 2008

Mis mejores lecturas del 2008

Como ya recordaréis, el año pasado por estas fechas hice una pequeña selección de libros que me habían sorprendido o gustado por encima de los demás. Este año, para instaurar ya una especie de tradición, me he decidido a hacer lo mismo. Así que ahí va mi lista de lecturas destacadas de este 2008 al que le quedan muy pocas horas:

- CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS: Todos los cuentos. Es el último que he reseñado, y mi gran descubrimiento de este año. He pasado unas horas maravillosas leyéndolo.

- IAN McEWAN: Expiación. Otro título absorbente y escrito de forma exquisita. Otro autor al que tengo que volver (ya tengo preparado en la recámara Chesil Beach).

- DAVID TRUEBA: Saber perder. Ha sido mi libro del verano. Los personajes me encandilaron, y la historia me atrapó desde el principio.

- JOHN STEINBECK: Las uvas de la ira. Un libro desgarrador e hipnótico.

- SAM SAVAGE: Firmin. Me enamoré de este ratoncito desde el principio. Encantador.

- VASSILI GROSSMAN: Vida y destino. Una obra maestra aunque difícil de leer.

- ALBERTO MÉNDEZ: Los girasoles ciegos. Uno de los libros que más me ha emocionado. ¡Aún no he sido capaz de ver la película!

De nuevo dejo atrás autores tan importantes como Vila-Matas, Millás, Marai... He escogido aquellos libros que me han marcado de forma especial, bien por su trama, por la caracterización de los personajes, por la forma de escribir de sus autores... Son mi acervo literario del 2008, mi maleta de lecturas que me acompañará siempre. Porque lo maravilloso de cada libro es su manera de perdurar en nuestro interior. Algunas lecturas nos hacen incluso cambiar el prisma a la hora de mirar el mundo y la realidad. Somos más ricos cuanto más leemos, estoy más que convencida de ello.

Ahora os toca a vosotros dejarme vuestras recomendaciones del 2008, para seguir llenando mi libretita de títulos imprescindibles para los próximos meses.

Felices lecturas y feliz 2009.

Imagen: Monica reading, de ANNE BELOV

domingo, diciembre 28, 2008

CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS: Todos los cuentos

Este es uno de los pocos libros que he comprado casi sin pensar. Llevaba unos días viéndolo en La casa del libro, y una tarde lo cogí y empecé a hojearlo. Cinco minutos después estaba esperando en la cola de la caja para comprarlo. Me atrajeron de él un cúmulo de cosas: su portada, donde aparece un sugestivo óleo de un pintor que no conocía, Mark Keller; la cuidada edición de Tusquets (fondo negro con caracteres blancos, igual que el diseño de mi blog); y por encima de todo, como no podía ser menos, los pocos fragmentos que tuve tiempo de leer por encima. Fue una decisión acertada pues, una vez terminado, debo decir que nos hallamos ante un libro muy especial, una obra maestra del cuento fantástico, que la autora eleva a cotas inesperadamente altas para este género. En definitiva, una lectura más que imprescindible.

El libro reúne los veinte relatos de los cinco libros de cuentos que la autora ha escrito y publicado hasta la fecha: Mi hermana Elba, Los altillos de Brumal, El ángulo del horror, Con Agatha en Estambul, y Parientes pobres del diablo. Como colofón se incluye un relato muy original, El faro, en el cual el principio se corresponde con un cuento que Edgar Allan Poe dejó inacabado (sólo lo comenzó). Pues bien, la habilidad de Fernández Cubas logra conducir la historia hasta un final sorprendente que probablemente habría deslumbrado al propio Poe, con ecos de Lovecraft y de sus misteriosos seres monstruosos.

Es la primera vez que leo a esta autora, y ha sido toda una experiencia. Cada relato es distinto del anterior, pero todos consiguen atrapar al lector desde las primeras líneas, algo difícil en este género. Todos los cuentos del volumen son apasionantes. Abundan los finales ambiguos y misteriosos, que dejan al lector desconcertado a la vez que maravillado ante lo que acaba de leer. La fantasía y el terror reinan en un mundo poblado por espíritus, pueblos encantados y objetos que esconden secretos extraordinarios. Un mundo que se extiende por lugares tan remotos como África o la lejana Rusia. Un mundo donde se dan cita viejos internados, casonas aisladas en el campo, conventos de clausura, pueblos perdidos en la montaña, junto a lugares tan poco originales en principio como una oficina o una casa junto a la playa. Los escenarios y los personajes cambian una y otra vez, pero el halo de misterio que se crea en cada historia nos arrastra hasta el punto de que resulta prácticamente imposible dejar de leer hasta llegar al final del relato. Y cuando una historia termina, los personajes y lo allí narrado siguen bailando en nuestra cabeza, hasta que un nuevo misterio atrapa de nuevo nuestra atención.

La prosa de Fernández Cubas es deliciosa. Pocas veces he tenido la oportunidad de leer algo tan bien escrito y tan sugerente. Se hace preciso saborear cada párrafo, cada frase, pero al mismo tiempo la vista avanza rápida absorta en lo que está ocurriendo ante nuestros ojos y deseosa de adivinar lo que va a acontecer unos instantes más tarde. Como vengo haciendo habitualmente, os dejo una muestra para abriros el apetito. En este caso se trata del inicio del cuento llamado Ausencia:

"Te sientes a gusto aquí. Estás en un café antiguo, de veladores de mármol y camareros decrépitos, apurando un helado, viendo pasar a la gente a través del cristal de la ventana, mirando de vez en cuando el vetusto reloj de pared. Las once menos cuarto, las once, las once y diez. Hasta que de pronto -y no puedes explicarte cómo ha podido ocurrir- sólo sabes que estás en un café antiguo, apurando un helado, viendo pasar a la gente a través de los cristales y mirando de vez en cuando hacia el reloj de pared. "¿Qué hago yo aquí?" te sorprendes pensando. Pero un sudor frío te hace notar que la pregunta es absurda, encubridora, falsa. Porque lo que menos importa en este momento es recordar lo que estás haciendo allí, sino algo mucho más sencillo. Saber quién eres tú."

El suplemento Babelia del pasado sábado cita a esta obra entre una de las diez mejores del año. Me sumo a la recomendación. Lástima no haber descubierto a Cristina Fernández Cubas con anterioridad. Enhorabuena a Tusquets por esta cuidada edición que me ha permitido acercarme a esta original autora. Definitivamente un diez. Y no os sorprendáis si mientras leéis en la oscuridad de la noche os descubrís a vosotros mismos mirando de reojo la puerta de la habitación o vuestro reflejo en el espejo del fondo. Entonces habréis entrado de lleno en el mundo de Fernández Cubas.

sábado, diciembre 20, 2008

Por unas Navidades distintas

Bueno, otra vez han pasado semanas sin dejarme caer por aquí. Ha sido imposible dedicarle un rato al blog, entre exámenes, cuadernos, un curso que tenía que terminar, y evaluaciones todas las tardes. Las últimas semanas antes de las vacaciones de Navidad son tremendas. El tiempo vuela y las tareas se acumulan. Al final llega la recompensa, el descanso, la recuperación del tiempo libre -si bien en estas fechas la acumulación de reuniones sociales absorben también gran parte de nuestro tiempo-. Tener ratitos para leer, acurrucada en el sofa con un libro en una mano y un café caliente en la otra. Algo tópico, de acuerdo, pero no me negaréis que es uno de los mayores placeres a los que podemos entregarnos en estos días invernales.

Los que frecuentáis este espacio ya sabéis que no soy una adicta a las Navidades. De hecho estas fechas me vuelven un poco melancólica. Pienso en otro año que se acaba (aunque me rijo más por el año escolar, el que comienza en septiembre y termina en junio), y que aún me quedan muchos proyectos por delante, y que si no me apresuro quizás no llegaré a tiempo de hacer todo lo que he soñado hacer en mi vida. Pienso en el frío, en la cantidad de personas que en estos días están solos, en los animales abandonados y en los recogidos en residencias que esperan alguien que les adopte y les lleve a un lugar más confortable. Sé que son fiestas para disfrutar y pasarlo bien, para hacer y recibir regalos, para pasar buenos ratos con la familia y amigos. Y aunque lo intento, no puedo evitar pensar en esas otras cosas que siempre han empañado mi visión de la Navidad. ¿Qué ocurre con todos los que quedan fuera del sistema? ¿Los que no hacen ni reciben regalos? ¿Los que no pueden comprar nada? ¿Los que pasan frío mientras nosotros andamos calentitos entre celebración y celebración?

Sin ánimo de amargar las Navidades a nadie, creo que todos deberíamos pararnos a pensar un poco en ello. Intentar no sucumbir a las comilonas interminables, a la acumulación de regalos innecesarios, al derroche en un mundo que se nos queda pequeño y que en muchos aspectos estamos dejando medio moribundo. Son fechas para divertirse, es cierto, pero también para ser conscientes de todo aquello que no funciona y que deberíamos intentar mejorar. Y hacer lo que podamos para conseguirlo. Por esta razón quiero recomendaros que veais un vídeo que un compañero me mostró hace poco y que puede ayudarnos a abrir los ojos ante la avalancha consumista que nos engulle en estos días. Está dividido en tres partes porque es un poco largo, pero merece la pena dedicarle un rato y pararse a pensar después.



Podemos seguir como hasta ahora y cerrar los ojos ante todas las desgracias, todo lo feo que nos rodea.O podemos aportar pequeños granitos de arena, pequeños cambios en nuestra manera de actuar y de ser que vayan construyendo poco a poco una montaña, en la que quepamos más personas y donde todo esté más repartido. Hay sitio para muchos más en la cima, que es más grande de lo que pensamos. Puede parecer una utopía, pero no por ello debemos dejar de intentarlo.

Felices Fiestas a todos.