"Una de las dos Españas ha de helarte el corazón"Con esta emotiva cita de Antonio Machado comienza la última y más ambiciosa novela de Almudena Grandes. Una novela que toca todos los grandes temas de la historia reciente de España: la guerra civil, el exilio, la dictadura de Franco y la transición política a la democracia.
Antes de adentrarme en el comentario, os diré que este libro puede pecar de excesivo (sus más de 900 páginas pesan a veces), y de enrevesado, por la multitud de personajes que desfilan en su interior. Pero se trata sin duda de una gran novela, con una base documental muy importante; en palabras de la propia autora: "La mayoría de los episodios más brutales que narro en El corazón helado no me los he inventado, pasaron de verdad. La novela es ficción porque los personajes no existen, pero casi todos los hechos concretos del pasado de los personajes son reales y están documentados". Y sobre todo se trata de una preciosa historia de amor, traición y dolor, que arrastra al lector y le compensa con creces del esfuerzo de leer tan ingente obra.
La novela se divide en tres grandes bloques, y en cada uno de ellos son dos los narradores que alternan sus voces: uno en primera persona, que es Álvaro Carrión, uno de los protagonistas, y un narrador omnisciente que es el encargado de ir desentrañando los secretos del pasado, a través de flash-backs o retrospecciones que a la vez que narran una multitud de historias propias ayudan a entender la situación actual de los personajes. Con esta técnica la autora consigue mantener la atención del lector al suministrarle la acción a pequeñas dosis, saltando de un momento de la historia a otro bien distinto.
El argumento gira en torno a dos familias, unidas por lazos de parentesco además de por un oscuro pasado en el que se mezclan la traición y el amor. Los Carrión representan al bando de los vencedores, a quienes se enriquecieron y prosperaron gracias al despojo de los vencidos y a la posterior dictadura. En cambio la familia de los Fernández son los hijos de la República y el exilio, quienes sufrieron en carne propia la represión tras la guerra y el tener que empezar desde cero en otro país, sin saber si alguna vez volverían a pisar la tierra donde nacieron. Aunque ambas familias guardan sus luces y sus sombras, la autora toma partido claramente por estos últimos, y cuestiona la integridad moral de todos aquellos que, aún en la actualidad, no quieren saber o, si saben, prefieren no tomar partido y pasar página rápidamente.
En el centro de todo, una hermosa historia de amor, que conllevará su buena dosis de sufrimiento. Es la historia que surge entre dos de los descendientes de estas familias, Álvaro Carrión y Raquel Fernández Perea, y que obligará a ambos a cuestionarse el pasado de su familia, en el caso del primero, y el sentido de sus actuaciones, en lo que se refiere a la segunda. El dolor de los exiliados en los episodios ambientados en el pasado tiene su contrapeso en el presente en el dolor de Álvaro, al ir descubriendo aspectos de su familia que le harán sentirse cada vez más solo, más lejos de los que siempre había considerado los suyos. El amor de Raquel le ayudará en esta tarea, aunque también le aportará un sufrimiento paralelo que minará aún más a Álvaro, a la vez que le hace más fuerte. Así le vemos al final de la novela, angustiado por lo que se le viene encima, pero con una gran entereza moral que le dará alas para segur adelante.
Esta novela deja huella. Algo se remueve en nuestro interior con retazos de historias que sabemos ciertas, aunque cambien los nombres de quienes las vivieron. Tanto sufrimiento, tanto rencor y tanto odio, dejan una sensación de amargor en los labios, que se dulcifica cuando asistimos a episodios donde la lealtad y el amor se convierten en protagonistas. Quizás el personaje que sale peor parado de esta historia es la madre de Álvaro, la única que no consigue mostrarnos su cara amable en ningún momento, la única totalmente gris en un mundo de matices blancos y grises.
Os dejo con otra de las citas de Machado que se recogen en el libro, que quizás sea una de las verdades más grandes y más bellas que se han dicho sobre la Guerra Civil.
"Para los políticos, para los historiadores todo estará claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente no estoy tan seguro. Quizá la hemos ganado."
Yo estoy segura de que así fue.