Normalmente no suelo leer los premios Planeta. Hace tiempo que dejé de creer en este y otros galardones literarios. Pero no podía dejar pasar el de este año, tratándose de Millás. Y, francamente, la lectura de El mundo no decepciona. Millás arrastra al lector a un submundo situado entre la realidad y la ficción en el que el protagonista, que se llama igual que el autor y narra la historia en primera persona, rememora su infancia desde el momento presente.
Como ya viene siendo habitual en su obra, la obsesión por la identidad, o por la frágil línea que separa realidad y ficción, que se mezclan continuamente en la pluma de Millás, vuelven a aparecer de forma clara en este libro. Hasta el punto de que en algunos momentos creemos leer una verdadera autobiografía, y en otros nos damos cuenta del juego que propone el autor, confundiéndonos entre recuerdos reales y ficticios. Es difícil para el lector discernir qué es qué en esta obra. Sobre la primera de estas obsesiones, él mismo decía en una entrevista:"Yo, por ejemplo, cuando me llegan cuestiones relacionadas con obras antiguas, siempre tengo la impresión de que soy como el albacea de esas novelas, pero ya no siento que soy el autor, y en cierto modo me parece una impostura seguir cobrando los derechos, porque el que las escribió fue otro. Y es que la identidad del ser humano es sumamente frágil; tan frágil que quizá por eso necesitamos acentuarla con cosas tales como firmar un libro, tener honores o ser miembros de algún club".
A lo largo de sus páginas, Millás recorre momentos intensos que jalonan la vida de su alter ego niño: su llegada a Madrid tras dejar atrás su Valencia natal (la oscuridad y el frío frente a la luz del Mediterráneo), su amistad con un niño gravemente enfermo, su primer encuentro con la muerte (hasta el punto de creer que existía un barrio en Madrid donde sólo habitaban muertos, es uno de los pasajes más bellos del libro), su enamoramiento de una vecina a la que luego reencontraría en edad adulta, la relación con su madre, cargada de simbolismos...
La obra esconde momentos bellísimos, de esos que cuesta trabajo olvidar cuando uno ya hace tiempo que terminó la novela. Me acuerdo especialmente del que el protagonista vive en relación con el traslado de las cenizas de su padre. El genio narrativo de Millás reluce entonces con fuerza, haciendo compartir al lector momentos que bien podrían haberle sucedido en la realidad, pues tal es el verismo con el que los relata.
El libro se divide en cuatro partes, relacionadas con cuatro "bloques" de recuerdos que han marcado al narrador: el frío, la calle, tú no eres interesante para mí (una frase que escuchada en la boca de la persona amada puede infligir un daño terrible, pues denota un gran desprecio), y la academia. Con respecto al frío, nada mejor que sus propias palabras para entender a qué se refiere Millás:
"En el principio fue el frío. El que ha tenido frío de pequeño tendrá frío el resto de su vida, porque el frío de la infancia no se va nunca. Si acaso, se enquista en las penetrales del cuerpo, desde donde se expande por todo el organismo cuando le son favorables las condiciones exteriores. Calculo que debe ser durísimo proceder de un embrión congelado."
También encontramos reflexiones sobre la naturaleza de la escritura y el sentido de la misma. Por ejemplo cuando el autor dice "sueño a veces con una escritura que me hunda y me eleve, que me enferme y me cure, que me mate y me dé la vida", o también "es consustancial al hecho de escribir sentir daño y alivio al mismo tiempo." Por otro lado, la importancia de la religión en la España de su infancia, el hecho de que impregnara cada reducto de la vida diaria, queda patente en las siguientes palabras:
"Vivíamos en un mundo en el que Dios existía hora a hora, minuto a minuto. Rezábamos al comenzar las clases, al terminarlas; nos santiguábamos al atravesar la calle; besábamos las manos de los sacerdotes; orábamos al acostarnos, al sentarnos a la mesa; al levantarnos de ella... Cada acto de nuestra vida era un sacrificio hecho a Dios, bien fuera para complacerle, bien para provocar su ira. El infierno quedaba a la vuelta de la esquina, se podía ir dando un paseo, a veces bastaba tropezar en una piedra para caer en él."
Si no os he abierto el apetito literario con estos pequeños extractos, sólo me queda animaros a perderos en el inconfundible universo de Millás. Siempre me ha gustado -hablo como lectora, claro está- que me engañen, que jueguen conmigo, que me descoloquen sobre lo que leo y creo entender, que el hilo entre fantasía y verdad sea tan fino que el propio autor pueda cruzarlo a su antojo, que el realismo mágico lo impregne todo... En definitiva, que el libro que leemos sea distinto para cada uno de nosotros, pues de eso se trata al fin y al cabo, de provocar sensaciones y despertar al lector inteligente que duerme en nuestro interior. Un libro no se termina cuando pasamos su última página. Se termina cuando el lector cree haberlo comprendido todo. Y eso no os pasará en este caso, os lo aseguro.
Otras reseñas de obras de Juan José Millás:
- El desorden de tu nombre
- Laura y Julio
Como ya viene siendo habitual en su obra, la obsesión por la identidad, o por la frágil línea que separa realidad y ficción, que se mezclan continuamente en la pluma de Millás, vuelven a aparecer de forma clara en este libro. Hasta el punto de que en algunos momentos creemos leer una verdadera autobiografía, y en otros nos damos cuenta del juego que propone el autor, confundiéndonos entre recuerdos reales y ficticios. Es difícil para el lector discernir qué es qué en esta obra. Sobre la primera de estas obsesiones, él mismo decía en una entrevista:"Yo, por ejemplo, cuando me llegan cuestiones relacionadas con obras antiguas, siempre tengo la impresión de que soy como el albacea de esas novelas, pero ya no siento que soy el autor, y en cierto modo me parece una impostura seguir cobrando los derechos, porque el que las escribió fue otro. Y es que la identidad del ser humano es sumamente frágil; tan frágil que quizá por eso necesitamos acentuarla con cosas tales como firmar un libro, tener honores o ser miembros de algún club".
A lo largo de sus páginas, Millás recorre momentos intensos que jalonan la vida de su alter ego niño: su llegada a Madrid tras dejar atrás su Valencia natal (la oscuridad y el frío frente a la luz del Mediterráneo), su amistad con un niño gravemente enfermo, su primer encuentro con la muerte (hasta el punto de creer que existía un barrio en Madrid donde sólo habitaban muertos, es uno de los pasajes más bellos del libro), su enamoramiento de una vecina a la que luego reencontraría en edad adulta, la relación con su madre, cargada de simbolismos...
La obra esconde momentos bellísimos, de esos que cuesta trabajo olvidar cuando uno ya hace tiempo que terminó la novela. Me acuerdo especialmente del que el protagonista vive en relación con el traslado de las cenizas de su padre. El genio narrativo de Millás reluce entonces con fuerza, haciendo compartir al lector momentos que bien podrían haberle sucedido en la realidad, pues tal es el verismo con el que los relata.
El libro se divide en cuatro partes, relacionadas con cuatro "bloques" de recuerdos que han marcado al narrador: el frío, la calle, tú no eres interesante para mí (una frase que escuchada en la boca de la persona amada puede infligir un daño terrible, pues denota un gran desprecio), y la academia. Con respecto al frío, nada mejor que sus propias palabras para entender a qué se refiere Millás:
"En el principio fue el frío. El que ha tenido frío de pequeño tendrá frío el resto de su vida, porque el frío de la infancia no se va nunca. Si acaso, se enquista en las penetrales del cuerpo, desde donde se expande por todo el organismo cuando le son favorables las condiciones exteriores. Calculo que debe ser durísimo proceder de un embrión congelado."
También encontramos reflexiones sobre la naturaleza de la escritura y el sentido de la misma. Por ejemplo cuando el autor dice "sueño a veces con una escritura que me hunda y me eleve, que me enferme y me cure, que me mate y me dé la vida", o también "es consustancial al hecho de escribir sentir daño y alivio al mismo tiempo." Por otro lado, la importancia de la religión en la España de su infancia, el hecho de que impregnara cada reducto de la vida diaria, queda patente en las siguientes palabras:
"Vivíamos en un mundo en el que Dios existía hora a hora, minuto a minuto. Rezábamos al comenzar las clases, al terminarlas; nos santiguábamos al atravesar la calle; besábamos las manos de los sacerdotes; orábamos al acostarnos, al sentarnos a la mesa; al levantarnos de ella... Cada acto de nuestra vida era un sacrificio hecho a Dios, bien fuera para complacerle, bien para provocar su ira. El infierno quedaba a la vuelta de la esquina, se podía ir dando un paseo, a veces bastaba tropezar en una piedra para caer en él."
Si no os he abierto el apetito literario con estos pequeños extractos, sólo me queda animaros a perderos en el inconfundible universo de Millás. Siempre me ha gustado -hablo como lectora, claro está- que me engañen, que jueguen conmigo, que me descoloquen sobre lo que leo y creo entender, que el hilo entre fantasía y verdad sea tan fino que el propio autor pueda cruzarlo a su antojo, que el realismo mágico lo impregne todo... En definitiva, que el libro que leemos sea distinto para cada uno de nosotros, pues de eso se trata al fin y al cabo, de provocar sensaciones y despertar al lector inteligente que duerme en nuestro interior. Un libro no se termina cuando pasamos su última página. Se termina cuando el lector cree haberlo comprendido todo. Y eso no os pasará en este caso, os lo aseguro.
Otras reseñas de obras de Juan José Millás:
- El desorden de tu nombre
- Laura y Julio
18 comentarios:
Si, me has convencido, me gustan los universos infantiles, en el que todo es más claro por el simple hecho de aceptar las cosas como vienen, motivo por el cual a los adulos todo se nos escapa.
Gracias, como siempre es una placer apuntarme tus recomendaciones.
Millás, es uno de los autores a los que con más "efervescencia" me enfrento siempre.
Un saludo.
A mí también me has convencido. A ver si cae ya este verano, porque nunca he leído nada de Millás.
Pues, digamos que me acabas de tocar las narices. Me explico. A mí Millás me encanta pero no me atrevía a enfrentarme con un Planeta premiado. Ya se sabe la mala fama que tienen estos premios y cuando se lo dieron a él, pensé: ¡vayapordios!
Pero después de tu reseña ... no puedo evitar ese ... " la oscuridad y el frío frente a la luz del Mediterráneo,que se me pongan los pelos de punta, teniendo en cuenta que yo soy de Valencia.
Tocaya, acabaré leyéndolo.
Eres fantástica haciendo reseñas
He leído gran parte de la obra de Millás a escepción del libro que tan magníficamente reseñas.Me gustó mucho El desorden de tu nombre,una novela juego con un recurso narrativo de caja china.También su penúltima obra Laura y Julio,otro experimento muy interesante sobre la soledad contemporánea.Me gustan mucho sus relatos tan kafkianos,y,sobre todo sus artículos.
A veces el premio Planeta acierta,aunque yo no soy amigo de los premios literarios.
Pues nada,ya estoy comprando al último Millás.
Besos y un fuerte abrazo.
Muchas veces me he perdido en el universo Millás, por lo que ahora voy a dar oportunidad a otros universos. A mi me sigue sin convencer esto de los encargos del Planeta. Y Millás se vende cada año un poquito más. Lo que no le quita calidad, pero si que le da una capa de descrétido que no es bueno.
Lo que es estupendo es que nos comuniquemos a través de los libros como lo hacemos, a qué sí?
A Millás, lo tengo que leer de poco en poco. Sus novelas me parecen una invitación a la locura. Siempre leo una y descanso un año, leo otra, descanso otro año. Creo que ya va siendo hora de leer su último libro, aunque sea un Premio Planeta.
Creo que ya es hora de leer a Millás, aunque no empezaré por este último, no me preguntes por qué, es algo que se me acaba de ocurrir. Gracias por una recomendación tan maravillosamente convincente.
Hola Elena, gracias por tu confianza, desde el sur, como tu dices.
A ver si me pongo las pilas con el blog, he tenido mucho trabajo, es cierto, pero creo que debo de aclarar la crisis creativa que llevo arrastrando desde hace meses.
Tampoco le doy demasiada importancia, ya sabes unas cosas vienen y otras se van.
Comienzo el camino de Santigo otra vez dentro de 10 días. Espero retomarlo con fuerza después.
Con respecto al cuento, no creo que haya mucho que entender, a veces las cosas son así y no te salen de otro modo. De todas formas ya te digo que espero que paseeste periodo tan vago que llevo y me ponga las pilas, por que además llevo leyendo como un descosido. Por cierto Léete MALA GENTE QUE CAMINA DE Benjamin Prado, infórmate, es muy bueno, aunque literariamente habria que ponerle muchas objecciones. Pero merece la pena sin duda.
Muy buno tu comentario sobre Millas, a mi me pasa lo mismo con los planetas, los premios me aterran.
Cuidate del tóorrido verano de Sevilla, que aunque se una maravilla, no deja de ser un poco pesado....
Besos
Hola Elena, gracias por tu confianza, desde el sur, como tu dices.
A ver si me pongo las pilas con el blog, he tenido mucho trabajo, es cierto, pero creo que debo de aclarar la crisis creativa que llevo arrastrando desde hace meses.
Tampoco le doy demasiada importancia, ya sabes unas cosas vienen y otras se van.
Comienzo el camino de Santigo otra vez dentro de 10 días. Espero retomarlo con fuerza después.
Con respecto al cuento, no creo que haya mucho que entender, a veces las cosas son así y no te salen de otro modo. De todas formas ya te digo que espero que paseeste periodo tan vago que llevo y me ponga las pilas, por que además llevo leyendo como un descosido. Por cierto Léete MALA GENTE QUE CAMINA DE Benjamin Prado, infórmate, es muy bueno, aunque literariamente habria que ponerle muchas objecciones. Pero merece la pena sin duda.
Muy buno tu comentario sobre Millas, a mi me pasa lo mismo con los planetas, los premios me aterran.
Cuidate del tóorrido verano de Sevilla, que aunque se una maravilla, no deja de ser un poco pesado....
Besos
Desde que leí a Millás en "La soledad era esto" y "el desorden de tu nombre", algo inexplicable me atrapó para siempre. Coincido plenamente con lo expuesto en tu post.
Por cierto he empezado a dar mis primeros pasos bloggeros, y como siempre te he leido, si no te importa pondré un link a tu blog en el mío. Un abrazo y continúa contándonos tu historia...
Millás es uno de mis autores de referencia, pero este libro aún no lo he leído. Me lo regalaron y me recomendaron su lectura, y lo tengo... ya sabes, en la columna de los pendientes, esa que no disminuye nunca.
Millás tiene un universo propio y tú escribes reseñas que destilan honestidad.
Un abrazo.
Sólo he tenido el placer de leer un libro de Millás: Dos Mujeres en Praga; la sensación que me dejó fue agridulce y confusa. Tal y como me describes el libro (como casi siempre) me contagias las ganas de leerlo. Los extractos que nos has puesto son preciosos, no cabe duda de que Millás hace magia con las palabras.
Un gran beso!
Elena,
Llevo leída gran parte de la obra de Juan José Millás y no puedo decir que este sea su mejor libro (no me atrevería a llamarlo novela) pero sí uno que me ha gustado particularmente por referirse a una infancia que ha sido contemporánea con la mía.
es la primera vez que leo a Millás, y tengo la sensación que me he equivocado de libro. Este mundo tan cautivador de Millás me ha dejado bastante indiferente, aúnque reconozco que hay partes del libro sublimes
Hola Elena, me he introducido por casualidad en tu universo bloggístico, buscando el de Millás; del cual he leído algunos libros que me han parecido realmente buenos "menuda pluma de la de Millás". Este libro, sobre el que haces referencia me parece muy brillante y porque no, merecedor del premio planeta. No entiendo y estoy en desacuerdo con los comentarios negativos que se vierten sobre la calidad de un autor por recibir un premio, como mucho se podría decir que el recibir un premio no tiene porque significar que el libro sea mejor que el de otros -ya se sabe que los criterios no siempre se ajustan al de calidad- pero me niego rotundamente a admitir que un libro pueda "ser bueno a pesar de que ha ganado un premio", creo que estamos llevando las cosas demasiado lejos. Por último decirte que me ha encantado tu reseña, también tienes pluma. Si ganas algún premio literario, prometo felicitarte.
He leído este libro hace poco y me gustó mucho, no había leído nada de este autor previamente. Sólo quería felicitarte por tu reseña, me ha gustado mucho y me ha recordado lo mucho que disfruté con este libro.
Saludos!
Echo en falta el comentario a la etapa de la academia, yo fui a esa academia y viví en el mismo barrio que el Sr. Millas, hace ya la friolera de 45 años. Como ha cambiado todo el barrio, la vida. La academia hoy es un colegio, que se trasladó a la calle Eugenio Salazar creo que 11 o 13. Aquella academia era terible, el miedo que pasabamos el castigo además de moral era físico. El libro describe muy bien las miserias por las que muchos hemos tenido que pasar. Algunas no superadas.
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