Es la primera vez que leo una obra de Kertész. Tenía este libro desde hace bastante tiempo, pero por una razón o por otra, no me decidía a leerlo. El propio título de la novela, tan conciso y tan brutal en su significado, me asustaba en cierto modo. Hasta que la semana pasada lo cogí al fin de la estantería. Y he de decir que me alegro enormemente de ello.En el marco de la caída del comunismo en Hungría, el autor nos narra la historia de una serie de personajes con diferentes concepciones de la vida y la política. El protagonista, Keserú, es un editor hastiado de su trabajo, que recibe un duro golpe cuando su amigo Bé se suicida sin una causa aparente. Bé era escritor, y deja tras su muerte una obra de teatro donde utiliza personajes reales (el propio Keserú y otros de los que aparecen en el libro) y una misteriosa novela que no aparece por ningún lado pero de cuya existencia Keserú está tan seguro que no dudará en remover cielo y tierra para encontrarla.Los personajes que desfilan ante nuestros ojos comprenden todo un muestrario de caracteres y formas de entender la vida, aunque tienen en común un halo de tristeza y apatía fruto de sus respectivos pasados y del desencanto tras una transición política que no había supuesto lo que ellos esperaban. Bé lleva consigo el "estigma" de haber nacido en Auschwitz, y no logra encontrar el sentido de una vida que en realidad él no deseó en ningún momento; su ex-mujer, Judit, siente su matrimonio como una especie de condena de la que un día decide escaparse para empezar una nueva vida, aunque nunca dejará de amar a Bé. Ella será la depositaria de su más importante secreto. Keserú también siente ese cansancio existencial que impregna toda la novela, aunque no se resigna a ese estado de ánimo. Frente a la concepción de la vida de Bé, para quien "la vida es un gran campo de concentración instalado por Dios en la Tierra para los hombres", Keserú argumenta que, si bien es cierto que el mundo es un mundo de asesinos, "aun así, no quiero verlo como el mundo de los asesinos, sino como un lugar donde se pueda vivir."
Imre Kertész, escritor húngaro que vivió en su propia carne la trágica experiencia de los campos de concentración (estuvo preso en Auschwitz y Buchenwald cuando sólo era un adolescente), crea en esta obra unos personajes atrapados por su pasado y su destino, que intentan sobrevivir y buscar un sentido a su existencia. Algunos, como Keserú, puede que lo consigan; otros, como Bé, son el ejemplo de una inadaptación que no lleva a otro lugar que a la muerte. En la dramática concepción de la vida como un campo de concentración de Bé, "suicidarse es tanto como engañar a los vigilantes, huir, desertar, dejar con un palmo de narices a quienes se quedan". Se trata pues de una novela compleja y con tintes autobiográficos, donde el autor reflexiona sobre el sentido de la vida en una Hungría que despierta al capitalismo con todos los problemas que ello conlleva (muy interesante es la reflexión sobre los sin techo que Keserú se plantea al final del libro). Cuando uno termina de leerla le queda en la boca un sabor algo amargo, pero no dura demasiado. En mi opinión el mensaje que Kertész nos lanza en este libro es un mensaje de esperanza. Un pasado trágico puede arrastrarnos a la desesperación, pero la libertad de sucumbir o continuar adelante es algo que no nos pueden arrebatar. Con su trayectoria vital, Kertész ha demostrado sin duda que ha escogido la segunda opción. Os transcribo un par de fragmentos de una entrevista que le hicieron en El País en marzo de 2001, antes de que el escritor fuera galardonado con el premio Nobel de Literatura: "Yo creo que también hoy vivimos en una dinámica que, por supuesto, no es la de Hitler y Auschwitz, pero sí una dinámica que obliga a las gentes y a los países a integrarse en una forma de vida que nos es presentada por los medios y que se han convertido en lugares comunes. Todavía no está bien estudiado el grado de sumisión y adaptación que exigen, por ejemplo, los grandes consorcios multinacionales a sus empleados. Hay muchos ejemplos de cómo la libertad que existía en el siglo pasado para vivir con privacidad e intimidad está en peligro". (¿Podría ser más actual esta reflexión?)"Mi obra es un compromiso conmigo mismo, con la memoria y con la humanidad. Mi judaísmo es muy problemático. Ya le he dicho que yo no soy un judío creyente. Pero como judío me llevaron a Auschwitz y como judío estuve en los campos de exterminio, y como judío vivo ahora en una sociedad a la que no le gustan los judíos, con un gran antisemitismo. Yo siempre he tenido la sensación de que me obligaban a ser judío. Lo soy, y lo asumo, pero en gran parte es cierto que se debe a una imposición".
Imre Kertész, escritor húngaro que vivió en su propia carne la trágica experiencia de los campos de concentración (estuvo preso en Auschwitz y Buchenwald cuando sólo era un adolescente), crea en esta obra unos personajes atrapados por su pasado y su destino, que intentan sobrevivir y buscar un sentido a su existencia. Algunos, como Keserú, puede que lo consigan; otros, como Bé, son el ejemplo de una inadaptación que no lleva a otro lugar que a la muerte. En la dramática concepción de la vida como un campo de concentración de Bé, "suicidarse es tanto como engañar a los vigilantes, huir, desertar, dejar con un palmo de narices a quienes se quedan". Se trata pues de una novela compleja y con tintes autobiográficos, donde el autor reflexiona sobre el sentido de la vida en una Hungría que despierta al capitalismo con todos los problemas que ello conlleva (muy interesante es la reflexión sobre los sin techo que Keserú se plantea al final del libro). Cuando uno termina de leerla le queda en la boca un sabor algo amargo, pero no dura demasiado. En mi opinión el mensaje que Kertész nos lanza en este libro es un mensaje de esperanza. Un pasado trágico puede arrastrarnos a la desesperación, pero la libertad de sucumbir o continuar adelante es algo que no nos pueden arrebatar. Con su trayectoria vital, Kertész ha demostrado sin duda que ha escogido la segunda opción. Os transcribo un par de fragmentos de una entrevista que le hicieron en El País en marzo de 2001, antes de que el escritor fuera galardonado con el premio Nobel de Literatura: "Yo creo que también hoy vivimos en una dinámica que, por supuesto, no es la de Hitler y Auschwitz, pero sí una dinámica que obliga a las gentes y a los países a integrarse en una forma de vida que nos es presentada por los medios y que se han convertido en lugares comunes. Todavía no está bien estudiado el grado de sumisión y adaptación que exigen, por ejemplo, los grandes consorcios multinacionales a sus empleados. Hay muchos ejemplos de cómo la libertad que existía en el siglo pasado para vivir con privacidad e intimidad está en peligro". (¿Podría ser más actual esta reflexión?)"Mi obra es un compromiso conmigo mismo, con la memoria y con la humanidad. Mi judaísmo es muy problemático. Ya le he dicho que yo no soy un judío creyente. Pero como judío me llevaron a Auschwitz y como judío estuve en los campos de exterminio, y como judío vivo ahora en una sociedad a la que no le gustan los judíos, con un gran antisemitismo. Yo siempre he tenido la sensación de que me obligaban a ser judío. Lo soy, y lo asumo, pero en gran parte es cierto que se debe a una imposición".
5 comentarios:
La reflexión es tan actual y da tanto que pensar, sí... Tus comentarios acertadísimos, la presentación del libro, impecable. Te felicito.
Me gustó tu blog y tus comentarios. Seguiré leyéndote. La cita de Kertész, la primera, da mucho que pensar. Un saludo.
Yo leí de este autor "Yo, otro", y me gustó bastante. No en balde es un Nobel. Necesitamos conocer más autores de la zona este, que son totalmente desconocidos para nosotros. Otro estupendo autor es Sándor Marai, absolutamente recomendable.
Kertész es un gran escritor. También apenas conozco dos libros de él, me encantó Sin destino, una estupenda novela, te la recomiendo mucho.
Hola, interesante tu comentario. Tengo yo uno también sobre el mismo libro en mi blog: http://redirigetuvida.blogspot.com
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