
La trama comienza con un asesinato múltiple que deja a la policía completamente horrorizada: una mañana casi toda la población de una aldea idílica perdida entre los bosques suecos, Hesjövallen, aparece brutalmente asesinada con una violencia desmedida, incluidos los animales de compañía. Los únicos supervivientes son una pareja de mediana edad y una anciana que padece demencia senil. La policía atribuye el suceso a una mente perturbada, un loco psicópata que habría actuado llevado por unos impulsos asesinos fuera de toda lógica. No obstante, la jueza Birgitta Roslin reconocerá entre algunas de las víctimas a los padres adoptivos de su madre, y eso le llevará a acercarse al escenario del crimen y comenzar así una investigación paralela a la policial en la que descubrirá que detrás del asesinato se esconde una trama complicada con ramificaciones que llegan mucho más allá de las fronteras de Suecia.
Este es, a grandes rasgos, el argumento de la novela. El ritmo es ágil, y los personajes son sólidos y están bien construidos. Es una novela que atrapa al lector, aunque en algunos tramos pueda hacerse algo prolija, especialmente cuando el autor se refiere a los cambios acontecidos en China en los últimos tiempos y en las abundantes referencias a la revolución comunista de Mao. Y es que el gigante asiático ocupa un lugar fundamental en esta novela. Es interesante también la parte dedicada al trabajo forzoso de los chinos en la construcción de ferrocarriles en EEUU durante el siglo XIX, que aparece en la novela a través de un largo flashback que ayuda al lector a despejar algunas de las incógnitas del múltiple asesinato en tierras suecas.
Menkell se muestra muy preocupado en esta novela por las consecuencias del crecimiento de la población y el aumento de la pobreza originado por los grandes cambios económicos que China está sufriendo desde hace unas décadas. El autor se hace eco del enfrentamiento existente en el país entre dos posturas claramente antagónicas, la del aperturismo económico y consiguiente inmersión en el sistema capitalista, y la de la conservación de los principios comunistas con el objetivo teórico de una mayor igualdad social. Mankell plantea los posibles peligros a que esto puede llevar, y juega en su novela con la posibilidad de un posible aumento de la presencia china en África a través de la colonización de algunos territorios menos habitados para dar salida a una población pobre muy numerosa que de otro modo podría causar graves desórdenes al Partido Comunista en el poder. Según el propio autor, que vive a caballo entre Suecia y Mozambique, esta posibilidad es más que probable, pues él mismo ha constatado un aumento palpable de la presencia china en este continente en los últimos años. No obstante, en el colofón que incluye al final de la novela, Mankell nos aclara que su intención en todo momento no ha sido otra que la de escribir una obra de ficción. Ahí queda eso.
El personaje de Birgitta, antigua militante comunista en sus años de juventud, le sirve a Mankell para reflexionar sobre los cambios acontecidos en la izquierda europea desde los años sesenta hasta la actualidad. Se advierte una crítica implícita al aburguesamiento y a la renuncia a los ideales de igualdad vivida por muchos de esos jóvenes "revolucionarios" de los sesenta, aunque a la vez dicha realidad aparece como algo en cierto modo inevitable. Pero también reflexiona Mankell sobre la radicalidad de aquellos partidos comunistas influenciados por la doctrina maoísta que tenían un comportamiento más parecido al de una secta que al de un partido político propiamente dicho. Es un debate muy interesante el que se plantea desde este punto de vista.
Como podéis ver, la novela esconde mucho más de lo que su trama parece anunciar al principio. Es una lectura muy recomendable, aunque siento decir que no he encontrado esa brillantez a la hora de escribir que tanto se ha destacado en las -desde mi punto de vista- odiosas comparaciones realizadas con Stieg Larsson, el autor de Los hombres que no amaban a las mujeres. Quizás debería haber empezado con una de las novelas sobre Wallander, el detective que tanta admiración levanta en los lectores habituales de Mankell. No obstante, la lectura de El chino me ha abierto el apetito, y volveré a este escritor sueco para conocer de primera mano el personaje que tanta fama le ha dado dentro del mundo de la novela negra.
P.D: Hace poco he terminado también el segundo libro de la trilogía de Stieg Larsson, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y lo he disfrutado tanto o más que el primero. Sigo pensando que las obras de Larsson están muy por encima de los best sellers habituales, y por eso desde aquí no puedo dejar de recomendarlo. Ahora a esperar la conclusión de Millennium, que muy pronto se publicará en nuestro país.