Conocí a Irène Némirovski gracias a esa pequeña obra maestra titulada El baile, reseñada con anterioridad en este blog. En aquel librito me deslumbró su forma de trazar los personajes, su manera de reflejar lo podrido y lo enfermizo de algunas relaciones, y todo ello en una novela breve de poco más de 100 páginas. Pues bien, siendo esta Suite Francesa un proyecto mucho más ambicioso, creo que, a pesar de que se lee con cierto interés, queda por detrás de la obra antes mencionada. El proyecto de la novela comprendía cinco partes, pero la fatalidad hizo que Irène solamente pudiera terminar las dos primeras. En 1942 fue detenida y deportada al campo de concentración de Auschwitz, donde la escritora murió en agosto de ese mismo año. Poco después su marido corría la misma suerte. Fueron pues sus hijas quienes, sesenta años después, sacaron a la luz el manuscrito de esta inacabada obra y la publicaron en Francia en el año 2004.
Como le ocurría a El baile, donde la relación de la protagonista con su madre estaba inspirada en la relación real entre Némirovsky y su progenitora -una relación difícil y bastante gris por lo que sabemos- en esta obra encontramos, si no retazos de la propia vida de Irène, un retrato de la sociedad francesa de los años cuarenta en la cual ella misma vivió. El libro comienza con una primera parte, titulada Tempestad en junio, donde seguimos las aventuras de un grupo de personajes que deciden abandonar París ante la inminente ocupación nazi, y que demostrarán en dicho periplo sus miserias y sus virtudes, sacando lo peor y lo mejor de ellos mismos, como suele ocurrir en este tipo de circunstancias. Los Péricand son una familia de la alta sociedad francesa que deberán dejar de lado sus lujos y sobrevivir en un entorno rural saturado de exiliados que, como ellos, escapan de las ciudades que iban cayendo en manos de los alemanes. El escritor Gabriel Corte y Florence, su pareja, pasarán verdaderos apuros para poder llevarse algo que comer a la boca, pero Corte se negará a renunciar a unos privilegios que ya no tenían sentido en la Francia de aquellos momentos, apareciendo a nuestros ojos como un personajes anacrónico, anclado a una sociedad temporalmente destruida. El coleccionista de arte oriental Charles Langelet también es retratado de la misma forma, y demostrará una total falta de escrúpulos y de principios a la hora de garantizarse su propia supervivencia. Por último los Michaud, los únicos que parecen conservar su humanidad y sus valores en estos tiempos tan revueltos, representan a la clase social media-baja parisina. Para ellos lo más importante es su propio amor como pareja y la vida de su hijo, que lucha contra los nazis en el ejército francés. A ellos corresponde uno de los párrafos más bellos de la novela, un diálogo entre ambos que os dejo aquí por lo significativo de su contenido:
"- Qué extraño eres Maurice... Te han pasado cosas como para estar amargado y desencantado, y sin embargo no eres infeliz, quiero decir, interiormente. ¿Me equivoco?
- No.
- Pero entonces, ¿qué te consuela?
- La certeza de mi libertad interior -respondió Maurice tras un instante de reflexión-, que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí. De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que ha tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes que ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir: Primum Vivere. Día a día. Vivir, esperar, confiar."
La segunda parte lleva por título Dolce, y está ambientada en un pueblecito francés, que también aparece en la primera parte, situado en la zona de ocupación alemana. Némirovsky nos narra aquí las difíciles relaciones entre dominantes y dominados, entre las que también llega a surgir en ocasiones la amistad y, cómo no, el amor. En este caso la principal protagonista es Cecile, una joven que convive con su suegra en un caserón cerrado a cal y canto al mundo exterior. El marido ce Cecile ha caído, al parecer, prisionero de los alemanes. La anciana mujer está totalmente en contra de los invasores, y además tiene en muy poca estima a su nuera, mientras que Cecile, feliz o más bien aliviada en parte por la ausencia de un marido al que no quiere y que le engaña con otra, no se muestra tan reacia a acercarse a los recién llegados, oportunidad que le vendrá dada por la presencia forzosa de un oficial alemán que vivirá un tiempo en la casa con las dos mujeres.
Es curioso que en este libro la autora no nos dé una visión negativa de los alemanes. La que sale mal parada es más bien la guerra, que es la culpable de la separación de padres e hijos, y de familias enteras. Es ella la responsable de tanto sufrimiento. Los alemanes destacados en Francia aparecen como soldados que han sido obligados a realizar una tarea, pero son retratados con tintes humanos y prácticamente en igualdad con los propios franceses. De hecho se insiste en que en su mayoría eran amables y pretendían agradar a aquéllos cuyas tierras habían ocupado de la noche a la mañana. Este retrato tan cercano y amable por parte de Némirovsky sorprende en parte al lector, más aún si conocemos el dramático final de la escritora. Claro que, si ésta pretendía que la obra fuese publicada y sin conocer cuánto tiempo permanecerían en suelo francés los invasores, es lógico que no criticase en su obra a los recién llegados. Pero todo indica que Némirovsky tenía sobradas sospechas de que su propio final era inminente y trágico, a tenor de las disposiciones que contra los judíos se estaban tomando en la misma Francia, y que ella misma sufrió al ver cómo sus obras dejaban de ser publicadas. Me quedo pues con una Irène interesada en reflejar aquello que realmente vio, y capaz de separar en su valoración a los dirigentes que ordenaron toda aquella masacre y a aquellos que, en la mayor parte de los casos, no tuvieron más remedio que obedecer si querían conservar su vida. Unos soldados que eran tan prisioneros como los propios franceses.
Yo he disfrutado mucho más con la segunda parte. Quizás por los personajes o por la historia que en ella se desarrolla, más viva y atrayente. La primera se me hizo un poco ardua. Al final del libro se incluyen además unos apéndices en los que aparecen notas de la propia autora sobre la obra que está escribiendo, acompañadas por correspondencia personal de Irène y su familia en el periodo anterior e inmediatamente posterior a su muerte . Es un testimonio desgarrador de la barbarie que supuso para millones de personas el sinsentido de la Segunda Guerra Mundial. Al cerrar el libro aún podemos ver a Irène, escribiendo ya muy lejos de París, aún sabiendo que, posiblemente, su obra sería póstuma (así lo dice expresamente en una de sus cartas). Lástima que no se equivocara.
Más reseñas de obras de Irène Némirovsky:
- El baile
Como le ocurría a El baile, donde la relación de la protagonista con su madre estaba inspirada en la relación real entre Némirovsky y su progenitora -una relación difícil y bastante gris por lo que sabemos- en esta obra encontramos, si no retazos de la propia vida de Irène, un retrato de la sociedad francesa de los años cuarenta en la cual ella misma vivió. El libro comienza con una primera parte, titulada Tempestad en junio, donde seguimos las aventuras de un grupo de personajes que deciden abandonar París ante la inminente ocupación nazi, y que demostrarán en dicho periplo sus miserias y sus virtudes, sacando lo peor y lo mejor de ellos mismos, como suele ocurrir en este tipo de circunstancias. Los Péricand son una familia de la alta sociedad francesa que deberán dejar de lado sus lujos y sobrevivir en un entorno rural saturado de exiliados que, como ellos, escapan de las ciudades que iban cayendo en manos de los alemanes. El escritor Gabriel Corte y Florence, su pareja, pasarán verdaderos apuros para poder llevarse algo que comer a la boca, pero Corte se negará a renunciar a unos privilegios que ya no tenían sentido en la Francia de aquellos momentos, apareciendo a nuestros ojos como un personajes anacrónico, anclado a una sociedad temporalmente destruida. El coleccionista de arte oriental Charles Langelet también es retratado de la misma forma, y demostrará una total falta de escrúpulos y de principios a la hora de garantizarse su propia supervivencia. Por último los Michaud, los únicos que parecen conservar su humanidad y sus valores en estos tiempos tan revueltos, representan a la clase social media-baja parisina. Para ellos lo más importante es su propio amor como pareja y la vida de su hijo, que lucha contra los nazis en el ejército francés. A ellos corresponde uno de los párrafos más bellos de la novela, un diálogo entre ambos que os dejo aquí por lo significativo de su contenido:
"- Qué extraño eres Maurice... Te han pasado cosas como para estar amargado y desencantado, y sin embargo no eres infeliz, quiero decir, interiormente. ¿Me equivoco?
- No.
- Pero entonces, ¿qué te consuela?
- La certeza de mi libertad interior -respondió Maurice tras un instante de reflexión-, que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí. De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que ha tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes que ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir: Primum Vivere. Día a día. Vivir, esperar, confiar."
La segunda parte lleva por título Dolce, y está ambientada en un pueblecito francés, que también aparece en la primera parte, situado en la zona de ocupación alemana. Némirovsky nos narra aquí las difíciles relaciones entre dominantes y dominados, entre las que también llega a surgir en ocasiones la amistad y, cómo no, el amor. En este caso la principal protagonista es Cecile, una joven que convive con su suegra en un caserón cerrado a cal y canto al mundo exterior. El marido ce Cecile ha caído, al parecer, prisionero de los alemanes. La anciana mujer está totalmente en contra de los invasores, y además tiene en muy poca estima a su nuera, mientras que Cecile, feliz o más bien aliviada en parte por la ausencia de un marido al que no quiere y que le engaña con otra, no se muestra tan reacia a acercarse a los recién llegados, oportunidad que le vendrá dada por la presencia forzosa de un oficial alemán que vivirá un tiempo en la casa con las dos mujeres.
Es curioso que en este libro la autora no nos dé una visión negativa de los alemanes. La que sale mal parada es más bien la guerra, que es la culpable de la separación de padres e hijos, y de familias enteras. Es ella la responsable de tanto sufrimiento. Los alemanes destacados en Francia aparecen como soldados que han sido obligados a realizar una tarea, pero son retratados con tintes humanos y prácticamente en igualdad con los propios franceses. De hecho se insiste en que en su mayoría eran amables y pretendían agradar a aquéllos cuyas tierras habían ocupado de la noche a la mañana. Este retrato tan cercano y amable por parte de Némirovsky sorprende en parte al lector, más aún si conocemos el dramático final de la escritora. Claro que, si ésta pretendía que la obra fuese publicada y sin conocer cuánto tiempo permanecerían en suelo francés los invasores, es lógico que no criticase en su obra a los recién llegados. Pero todo indica que Némirovsky tenía sobradas sospechas de que su propio final era inminente y trágico, a tenor de las disposiciones que contra los judíos se estaban tomando en la misma Francia, y que ella misma sufrió al ver cómo sus obras dejaban de ser publicadas. Me quedo pues con una Irène interesada en reflejar aquello que realmente vio, y capaz de separar en su valoración a los dirigentes que ordenaron toda aquella masacre y a aquellos que, en la mayor parte de los casos, no tuvieron más remedio que obedecer si querían conservar su vida. Unos soldados que eran tan prisioneros como los propios franceses.
Yo he disfrutado mucho más con la segunda parte. Quizás por los personajes o por la historia que en ella se desarrolla, más viva y atrayente. La primera se me hizo un poco ardua. Al final del libro se incluyen además unos apéndices en los que aparecen notas de la propia autora sobre la obra que está escribiendo, acompañadas por correspondencia personal de Irène y su familia en el periodo anterior e inmediatamente posterior a su muerte . Es un testimonio desgarrador de la barbarie que supuso para millones de personas el sinsentido de la Segunda Guerra Mundial. Al cerrar el libro aún podemos ver a Irène, escribiendo ya muy lejos de París, aún sabiendo que, posiblemente, su obra sería póstuma (así lo dice expresamente en una de sus cartas). Lástima que no se equivocara.
Más reseñas de obras de Irène Némirovsky:
- El baile
13 comentarios:
Qué interesante, lástima que la obra no esté completa, quizás hubiese cambiado el tono de los relatos y su visión de los alemanes... Quién sabe.
A mí me gustó "Suite Francesa" pero comparto tu opinión, Elena, de que la autora describe a los alemanes invasores con exceso de amabilidad, lo cual me llamó la atención.
Sé, por otra parte, que el trabajo de las hijas para recopilar lo que quedó de esta obra de su madre fue impresionante, porque con la escasez de papel debida a la situación que se vivía en la época, escribía donde podía y con una letra minúscula, muy complicada de comprender, para aprovechar cada milímetro libre. Así que la tarea de ordenar y pasar en limpio el manuscrito debe haber sido titánica.
He comprado la biografía de Iréne escrita por una de sus hijas, que está en la pila de mis pendientes (que cada vez crece más), así como otra novela corta del mismo estilo de "El Baile", que se llama "El maestro de almas" y que tampoco leí hasta ahora por estar sumergida en el tercer libro de la trilogía "Millenium", con la que ya quiero finalizar, pues esta última parte me está resultando difícil de seguir por la cantidad de personajes y de información sobre los entresijos políticos y policiales suecos que, al menos en el primer cuarto de la novela, son bastante complicados.
De todas formas, Némirovsky fue un descubrimiento para mí el año pasado, cuando encontré tu blog y leí la reseña de "El baile". Lo que escribiste me dio ganas de comprar y leer el libro, lo cual hice a la primera oportunidad que tuve. Fue también, ahora lo recuerdo, el último libro que leyó mi madre y sé que le interesó y le gustó mucho.
En fín, con sus altibajos, como todos, y con los duros tiempos en los que transcurrió su vida, huyendo de Rusia cuando fue la revolución y transplantada repentinamente a París; con una madre que la ignoró siempre y se deshizo de ella poniéndole una niñera, mujer que fue lo más parecido a una madre que nunca tuvo, dado que la verdadera hizo de cuenta que no existía y se desentendió de ella toda su vida y hasta después de su muerte, no queriendo ocuparse ni dar cobijo a sus propias nietas cuando quedaron huérfanas (tanto Iréne como su marido murieron en Auschwitz); y luego su propia vida de adulta, difícil, con una muy precaria salud y en la época de la Francia ocupada por los nazis, en fín, con una existencia corta y complicada como la que tuvo, su talento literario está siendo revalorizado después de tantos años, no hay duda alguna de que lo tenía y de que podría haber hecho mucho más si las circunstancias o los tiempos que le tocaron vivir hubieran sido diferentes.
Menos mal que algo de sus obras nos ha llegado y podemos hoy en día, disfrutar de su talento como escritora, a pesar de todo.
Hola, Elena.
Antes que nada, decirte que me acaban de regalar para mi cumpleaños "Espejos" de Galeano. Alguién que sabe que te sigo, se orienta bastante buscando el enlace tuyo que tengo en mi blog.
Así que, gracias por la parte que te toca.
Némirovsky ya está anotada, pero buscaré primero "El baile". Coincido con Patri, me tiene paralizado el 3º de Millenium, y sí, las 300 primeras páginas se hacen duras con los nombres suecos, pero estoy en la parte final y ya la cosa se aclara bastante.
Espero tu crónica de "Chesil Beach", he oído comentario elogiosos de esa obra y, por supuesto, de su autor.
Que sigas disfrutando tus vacaciones y que te siga cundiendo como hasta ahora.
Un abrazo.
Después de haberme deleitado con la belleza sintáctica y estilística de El Baile durante un vuelo diurno desde tu patria hacia la mía (en el que también conocí con placer la pluma de Rodoreda), me queda pendiente Suite Francesa. Pero hay algo que me frena cada vez que lo tengo en la mano cuando hojeo libros en la librería. Será la extensión, será la repetición de un tema que últimamente se aparece demasiado en mis lecturas...no se... pero seguramente lo leeré algún día. Gracias por tu reseña.
Más que nada te escribo para felicitarte por la noticia que acabo de leer más abajo. Ya no blogueo como antes, pero no dejo de venir a tu casita de tanto en tanto.
Es cierto que la maternidad quita tiempo a la lectura, pero te aseguro que de alguna manera te las ingenias para no abandonar el vicio... Uno no deja lo esencial...
Te mando un beso. Espero que te sientas bien...
Laura
laurabaires
Como bien comenta Patricia, la vida de Némirovsky fue muy complicada, y tuvo, como todos sabemos, un final de lo más trágico. Al comienzo de este libro se habla un poco de su trayectoria vital y de los esfuerzos ingentes que sus hijas debieron hacer para pasar a limpio y publicar la novela póstuma e inacabada de su madre. Coincido contigo, Patricia, en que Iréne tenía un gran talento, y que lo demostró a pesar de los difíciles tiempos que le tocó vivir.
Yo también he leído la última parte de Millenium, y me ha parecido la más floja de las tres, al menos la primera parte, que se hace un poco pesada. Pero al final el libro se disfruta bastante.
Mateo, he empezado a leer Chesil Beach en inglés (todos los veranos intento hacer alguna lectura en este idioma), y he llegado a algo más de la mitad, pero el libro tiene muchísimas descripciones con un vocabulario muy complejo en el que o bien miras todo el tiempo el diccionario, o bien acabas desesperándote. Así que, como me estaba gustando mucho, voy a comprarme la edición en español y la comentaré más adelante. Puedo adelantar que el libro es una maravilla.
Laura, ¡qué alegría saber de ti otra vez! Espero que sigamos viéndonos por aquí, aunque sea muy de vez en cuando.
Un besote veraniego a todos.
Suite Francesa me pareció una estupenda novela por el modo en que va desgranando la historia con una paciencia que parece a la urgencia del tiempo en que fue escrita. También es admirable la ecuanimidad que tiene a la hora de tratar a los alemanes como señalas.
No he leído El baile pero todos los comentarios que leo son realmente elogiosos, así que tendré que hacerme con el libro.
Un saludo.
A mi, sin embargo, me gustó mucho más 'Suite francesa'. me encanta cómo quedan retratados los personajes, lo mejor y peor de cada uno...y Cecile es maravillosa!
Todavía no leí Suite Francesa, pero si "El Ardor de la Sangre", "El Baile" y "El niño Prodigio". La mas brillante me pareción, lejos, "EL ardor de la sangre" ante la cual empalidecen las otras dos. Pero me gusta mucho la autora y ya tenía planeado leer esta novela.
A mí sin embargo me gustó más la primera parte de la novela, creo que está escrita con ritmo y talento, y algunas de las historas son conmovedoras. Irene saca a la luz el horror de la guerra y lo miserable de ciertas personas. Me pareció una historia muy redonda que va ganando con la lectura (una vez que te acostumbras a la sintaxis e la escritora). No sé si será condescendiente con los alemanes, pero con lo que vivió era difícil dibujar con generosidad a los franceses; que a putearon un poco.
A mi me parece una obra magnífica. No he leído El Baile, pero sí Ardor en la sangre y David Golder,(las tengo reseñadas en www.la2revelacion.com, por si les interesa a alguien). Me parece una escritora muy buena y su vida, terrible. Y su enfoque del comportamiento de los franceses con la ocupación no es el único. Los franceses tienen mucho de lo que avergonzarse en esa época tan terrible.
Leí este libro hace un par de años y desde entonces no paro de recomendarlo, me parece fascinante el relato de la guerra desde el punto de vista de la gente normal y el retrato psicológico de los personajes. Una maravilla.
Es un libro con un estilo muy poético, en el que la descripción de los ambientes está recreado de manera muy intimista. Lo verdaderamente destacable de este libro para mí ha sido descubrir la sensibilidad de la autora, que es capaz de ver más allá de la guerra, y sirviéndose de ella, hacer florecer las críticas más descarnadas de las clases sociales francesas y de los propios franceses, puesto que en esta situación es donde emanan con mayor claridad las virtudes y defectos de las personas.
Destacar la crítica al orgullo "chauvisnista" de los franceses, quienes viven rememorando épocas mejores, las críticas al status social, tanto alto como medio y bajo, y como colofón el mensaje cruel que denota que todo se compra y se vende, desde el amor hasta el dinero.
Hola, tengo una duda acerca de la historia, en la primera parte se habla de unas medio hermanas llamadas Cecilie y Madeleine Labarie y posteriormente de Lucile Angelier, quien esta infelizmente casada con Gaston y vive con su suegra.
¿Son Cecilie Labarie y Lucile Angelier la misma persona que al casarse con Gaston cambia de nombre?
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