El cansancio físico que el viajero trae consigo cuando vuelve a casa no va acompañado de un cansancio espiritual. Más bien ocurre todo lo contrario. Los recuerdos, las imágenes, los olores y los sabores de otras tierras recargan nuestro ánimo, y nos dan fuerzas para volver a retomar las obligaciones de la vida cotidiana. Y si el destino del viaje son dos lugares tan fascinantes como París o Bilbao, la inyección de ánimo es aún mayor.
París es única. Eso lo saben tanto los que han tenido la fortuna de visitarla como los que aún sueñan con hacerlo. Pocas ciudades pueden compararse a ella en cuanto a glamour o belleza. Yo tuve la suerte de visitarla por primera vez tras la que considero una de mis mayores proezas -por el esfuerzo que me supuso y por la felicidad que me aportó-, la de aprobar las oposiciones. Fue mi particular regalo. En ese primer encuentro me enamoré de la ciudad, como era de esperar. Fruto de dicho enamoramiento fue una segunda visita años después, en la cual me pareció aún más encantadora si cabe. Et voilà, hace unos días tuve la suerte de volver a pisar sus calles, envueltas en nubes de frío y lluvia, pero ni siquiera eso arruinó la mágica sensación de estar otra vez allí.
La experiencia de viajar con alumnos de Bachillerato ha sido estupenda. Son alumnos a los que aprecio especialmente, pues a algunos les he dado clase durante dos o tres cursos. Y salvo algunas quejas por lo apretado del calendario y las largas caminatas -que no lo han sido tanto en comparación con las ocasiones en que una servidora viaja por su cuenta-, hemos pasado unos días estupendos. Me he traído de recuerdo una convivencia enriquecedora. Y además he podido descubrir sitios que aún no conocía, como el cautivador cementerio de Père Lachaise, con tumbas y mausoleos que invitan al caminante a dejarse llevar por la imaginación.
¿Y qué deciros de mi segunda escapada que no sepáis ya? Que era la primera vez que visitaba el País Vasco, que he vuelto cautivada por su belleza, y que, por supuesto, será punto de obligado retorno en los años venideros. Han sido pocos días y sólo dos ciudades, Bilbao y San Sebastián, pero he tenido tiempo suficiente para deslumbrarme con su arquitectura, el encanto de sus centros históricos, la amabilidad de sus gentes y la alta calidad de su cocina. Los famosos pintxos, muy parecidos a nuestras tapas, han sido todo un descubrimiento. En definitiva, un viaje más que embriagador para todos los sentidos. Eso sí, con muchísimo frío, como cabe esperar por esta región.
Y entre viaje y viaje conseguí terminar Las uvas de la ira. Y me emocioné con el final, uno de los más bellos que he leído. En breve, reseña.
París es única. Eso lo saben tanto los que han tenido la fortuna de visitarla como los que aún sueñan con hacerlo. Pocas ciudades pueden compararse a ella en cuanto a glamour o belleza. Yo tuve la suerte de visitarla por primera vez tras la que considero una de mis mayores proezas -por el esfuerzo que me supuso y por la felicidad que me aportó-, la de aprobar las oposiciones. Fue mi particular regalo. En ese primer encuentro me enamoré de la ciudad, como era de esperar. Fruto de dicho enamoramiento fue una segunda visita años después, en la cual me pareció aún más encantadora si cabe. Et voilà, hace unos días tuve la suerte de volver a pisar sus calles, envueltas en nubes de frío y lluvia, pero ni siquiera eso arruinó la mágica sensación de estar otra vez allí.
La experiencia de viajar con alumnos de Bachillerato ha sido estupenda. Son alumnos a los que aprecio especialmente, pues a algunos les he dado clase durante dos o tres cursos. Y salvo algunas quejas por lo apretado del calendario y las largas caminatas -que no lo han sido tanto en comparación con las ocasiones en que una servidora viaja por su cuenta-, hemos pasado unos días estupendos. Me he traído de recuerdo una convivencia enriquecedora. Y además he podido descubrir sitios que aún no conocía, como el cautivador cementerio de Père Lachaise, con tumbas y mausoleos que invitan al caminante a dejarse llevar por la imaginación.
¿Y qué deciros de mi segunda escapada que no sepáis ya? Que era la primera vez que visitaba el País Vasco, que he vuelto cautivada por su belleza, y que, por supuesto, será punto de obligado retorno en los años venideros. Han sido pocos días y sólo dos ciudades, Bilbao y San Sebastián, pero he tenido tiempo suficiente para deslumbrarme con su arquitectura, el encanto de sus centros históricos, la amabilidad de sus gentes y la alta calidad de su cocina. Los famosos pintxos, muy parecidos a nuestras tapas, han sido todo un descubrimiento. En definitiva, un viaje más que embriagador para todos los sentidos. Eso sí, con muchísimo frío, como cabe esperar por esta región.
Y entre viaje y viaje conseguí terminar Las uvas de la ira. Y me emocioné con el final, uno de los más bellos que he leído. En breve, reseña.
11 comentarios:
Viajar, renueva. La mente hace miles de nuevos planes para seguir adelante. J'aime Paris.
Buenas fotos, gracias por permitirnos asomarnos a esos paisajes.
Un abrazo.
Qué precioso resumen de tus viajes ^^ Me ha encantado leerlo. Me alegro mucho de que hayas disfrutado. :) Espero impaciente tu comentario sobre Las uvas de la ira ;) Un besazo!
Oh! Que suerte! Me ha encantado la foto del cemneterio, he ido varias veces a Paris y no tuve la suerte de ir... Me lo apunto para la proxima.
Espero la reseña del libro!
Ay, si pudiese me pasaría el tiempo viajando, lástima que haya que trabajar...
Envidia de fotos, yo también me quedo con la del cementerio.
He leído "Delicioso suicidio en grupo" y me ha dejado una sonrisa dibuja en la cara. No esperaba ese toque de humor para tratar un tema tan delicado. Hasta se me escaparon un par de carcajadas, menos mal que no me oyó ni me vio nadie.
Besos.
Ostras, París, Steinbeck...juro que no me he copiado tu entrada en mi blog.
Un abrazo
Espero con interés tu crítica a una de las mejores novelas que he leído. Ese final es impresionante. Me congratulo asimismo de tus viajes tan gratos y ricos en impresiones. Siempre nos quedará París. La he visitado muchas más veces que Madrid. La siento más cercana, no sé por qué. Me gusta pasear por los muelles del Sena, recorrer sus barrios del centro, visitar sus espléndidos museos. París tiene cercanía hacia el visitante. Alguien dijo que París estaba diseñado para los extranjeros mientras que Londres lo era para los ingleses. Puede ser. Gracias por tu visita. Tu espacio es siempre un lugar amigo.
Me ha encantado la reseña de tu viaje a París, que me recuerda el que he hecho hace pocas semanas, también con un grupo de alumnos, a Suecia. Espero con impaciencia tu reseña de "Las uvas de la ira": seguro que aprendemos un montón con ella.
Muchas gracias
Gracias por narrarnos tus viajes Elena. Sabes que soy un viajero incansable aún hoy... Si no fuera por lo engorroso del tema en lugar de con las botas puestas me gustaría desaparecer con la maleta en la mano.
Cuando vuelvas al país vasco, no dejes de pasar a Iparralde. San Juan de Luz o Biarritz creo que te gustarían, tanto con buen tiempo como sin él.
Salud!
Precisamente estoy recién aterrizadita de parís!!! Y la verdad, cada vez que me cruzaba con grupos de estudiantes me compadecía de los profesores... jajajajaj, me alegro de que no sea tan terrible como yo me imaginaba.... Saludos!!!!!
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