miércoles, julio 29, 2009

EDUARDO GALEANO: Espejos

Esta es una de las obras más originales que he leído en mucho tiempo. En ella, el escritor uruguayo Eduardo Galeano nos propone un viaje por el pasado desde un punto de vista inédito, el de aquellos que normalmente han sido olvidados por la historia oficial. Así, en este libro se nos habla sobre todo de las mujeres, de los negros, y en general de todos aquellos que han sido explotados, maltratados, y anulados como personas a lo largo de los siglos. Una lectura que nos invita a reflexionar, a conocer una imagen nueva de la historia conocida, con la dureza que encierran esas historias trágicas que conforman el entramado de todo lo que nos ha precedido. La ironía, la crítica abierta, el humor, la lírica y la narración seca y áspera se mezclan en el estilo de Galeano, que demuestra con este libro ser sin duda uno de los grandes de la literatura actual.

Espejos está estructurado como una colección de relatos cortos que se distribuyen en un orden más o menos cronológico, pero que pueden leerse de forma independiente. Estos relatos se remontan al origen del hombre, con constantes alusiones a las mitologías de diferentes pueblos, algunos más conocidos que otros. Esta parte es quizás la más agradable de leer, porque son textos escritos con un gran sentido del humor, que se disfrutan de principio a fin. La originalidad que Galeano alcanza en algunos de estos fragmentos es deliciosa. Es muy difícil entresacar sólo algunos extractos de un libro que de por sí está repleto de pequeñas piezas maestras. No obstante, os dejo, como siempre, algunas líneas para que podáis juzgar por vosotros mismos:

"Desde el Papa de Roma hasta el más humilde cura de parroquia, no hay sacerdote que no dicte lecciones de buena conducta sexual. ¿Cómo pueden saber tanto sobre una actividad que tienen prohibido practicar? (...) En el año 1123, el Concilio de Letrán impuso el celibato obligatorio. Desde entonces, la Iglesia católica conjura la tentación carnal mediante el voto de castidad, y es la única empresa de solteros en el mundo religioso. La iglesia exige a sus sacerdotes dedicación exclusiva, un régimen full time que protege la paz de sus almas, evitando reyertas conyugales y chillidos de bebé."

"Hitler no inventó nada. Desde hace dos mil años, los judíos son los imperdonables asesinos de Jesús y los culpables de todas las culpas (...) Acusados de servir al Maligno, estos malditos anduvieron los siglos de expulsión en expulsión y de matanza en matanza (...) La colosal carnicería organizada por Hitler culminó en una larga historia. La caza de judíos ha sido siempre un deporte europeo. Ahora los palestinos, que jamás lo practicaron, pagan la cuenta."

"Antes, Europa derramaba sobre el sur del mundo soldados, presos y campesinos muertos de hambre. Estos protagonistas de las aventuras coloniales han pasado a la historia como agentes viajeros de Dios. Era la civilización lanzada al rescate de la barbarie. Ahora, el viaje ocurre al revés. Los que llegan, o intentan llegar, desde el sur al norte, son protagonistas de las desventuras coloniales, que pasarán a la historia como mensajeros del Diablo. Es la barbarie lanzada al asalto de la Civilización."

"El muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la Infamia, la Cortina de Hierro... Por fin, ese muro, que merecía caer, cayó. Pero otros muros brotaron, y siguen brotando en el mundo. Aunque son mucho más grandes que el de Berlín, de ellos se habla poco o nada. Poco se habla del muro que los Estados Unidos están alzando en la frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla. Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y será quince veces más largo que el Muro de Berlín, y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que perpetúa el robo de la patria saharaui por el reino marroquí y mide sesenta veces más que el Muro de Berlín. ¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?"

Eduardo Galeano se declara escritor, no historiador. Por otro lado el libro no incluye referencias bibliográficas para apoyar la ingente cantidad de datos que en él aparecen. El mismo autor nos dice al principio que le ha sido imposible incluir dichas fuentes porque habrían ocupado una gran cantidad de páginas. Ese es quizás el único "defecto" que puede achacarse a la obra, porque no sabemos hasta qué punto lo que se nos dice en el libro es o no verdad. Pero si lo leemos con una mirada un tanto crítica, sin la necesidad de creernos todo lo que aquí se nos da como cierto, estamos sin duda ante un intento de hacer historia más que encomiable, porque al fin toman voz los humildes y los desheredados que tan importantes han sido en el devenir histórico y que por desgracia son marginados una y otra vez por las fuentes oficiales. Los héroes anónimos, los valientes que dieron su vida por salvar a otros, o que lucharon por ser libres en una época en la que las cadenas atenazaban a la mayoría de la población, son los protagonistas al fin de un libro que, si bien no es cien por cien histórico, les intenta devolver parte de la dignidad que el tiempo y la memoria les arrebataron. Aunque a veces su lectura se hace difícil por la dureza de algunos de los episodios relatados, creo que Espejos es una de esas joyitas que aparecen de vez en cuando en el mundo literario y que merece la pena degustar a pequeños sorbos, saboreándola desde el principio hasta el final. Altamente recomendable.

domingo, julio 19, 2009

SIRI HUSTVEDT: Todo cuanto amé

El prestigioso escritor Salman Rushdie ha dicho de esta novela que "fascina, apasiona e inquieta. Hustvedt es una artista singular, una escritora dotada de considerable inteligencia, profunda sensualidad y una cualidad difícilmente definible para la cual sólo se me ocurre una palabra: sabiduría." Sin ser tan entusiasta como el propio Rushdie, la novela de Hustvedt es, ante todo, sorprendente, y más allá de esta característica, podríamos decir que el adjetivo que mejor la define es "inquietante". Ello no es óbice para que su lectura a veces avance con cierta dificultad, debido a la misma prosa de Hustvedt, demasiado densa en ocasiones, y a un ritmo con altibajos que, afortunadamente va in crescendo conforme avanzamos a lo largo de sus páginas.

La escritora es una gran creadora de personajes. Hay ciertos ecos austerianos en esos caracteres atormentados y con inquietudes más que particulares que tanto nos gustan a los admiradores de Auster. De hecho, al leer esta novela justo después de la anteriormente reseñada, Leviatán, no pude dejar de encontrar ciertas similitudes entre ambas. En la que ahora nos ocupa, la voz narrativa recae en un personaje masculino, Leo Hertzberg, un profesor de arte que va a entablar una sólida amistad con un artista en ciernes llamado Bill Wechsler. Ambos viven en cierto modo existencias similares. Casados con dos hermosas mujeres, Erica y Lucille, las dos se quedarán embarazadas y darán a luz casi a la vez. La relación entre los cuatro parece afianzarse cada vez más, aunque la autora introduce desde el principio un tercer personaje femenino, Violet, que tendrá una presencia definitiva a partir de la segunda parte de la novela.

El libro está, de este modo, dividido en tres partes. La división entre las dos primeras viene dada por un suceso trágico que golpea de forma imprevista la apacible vida de este pequeño círculo neoyorquino, y que causará cambios muy profundos en la trayectoria de cada uno de ellos. Pero lo más fascinante del libro, desde mi punto de vista, está escondido en alguna página entre la segunda y la tercera parte, cuando algo sombrío y extraño empieza a acechar a los protagonistas, al principio de forma difusa, para absorber cada vez más al lector hasta conferir a la novela ese carácter de "inquietante" que mencioné más arriba.

Me gusta la forma de escribir de Hustvedt, aunque sus descripciones son quizás demasiado prolijas en algunos momentos. En general la primera parte del libro se hace algo lenta y pesada, pero como ya adelanté, el ritmo va acelerándose y los acontecimientos se van precipitando a medida que avanzamos en su lectura. Esto, unido a unos personajes bien construidos y muy interesantes, dotan al libro de algo especial que sin duda acaba acaparando -y de forma casi enfermiza- la atención del lector.

El mundo del arte, con sus excentricidades y sus abusos, pero también con la fuerza expresiva que le caracteriza, como fuente de emociones en el espectador, es el telón de fondo de la novela. Sirva este fragmento como muestra:

"Siempre que muere un artista, su obra comienza lentamente a reemplazar a su cuerpo, convirtiéndose así en su sustituto corpóreo en este mundo. Se trata de un proceso, supongo, inevitable. Al pasar de una generación a otra, ciertos objetos de utilidad, tales como sillas o platos, pueden parecer temporalmente infundidos del espíritu de sus antiguos dueños, pero esa condición sucumbe con bastante rapidez a sus funciones pragmáticas. El arte, por su inutilidad intrínseca, se resiste a verse incorporado a la cotidianidad, y cuando es mínimamente potente, parece alentar con la vida de la persona que lo creó".

Una novela que además, profundiza en aspectos muy significativos de la psicología humana, como el duelo y la sensación de pérdida ante la muerte de un ser querido, la dificultad de las relaciones de pareja, la imposibilidad de conocer hasta el fondo a los demás, por muy cercanos que nos resulten, o los trastornos de la personalidad que nos pueden llevar a un camino sin retorno. Es un libro bastante ambicioso en su trama, pero que cumple de forma más que acertada con sus expectativas. Y, aunque a veces puede cansar un poco, no defrauda en absoluto. Siri Hustvedt ha insistido una y otra vez en que no quiere ser conocida por ser la esposa de Paul Auster, sino por méritos propios. Si sigue en este camino, sin duda que lo conseguirá, si es que no lo ha hecho ya.

lunes, julio 13, 2009

PAUL AUSTER: Leviatán

Creo que ya a estas alturas Paul Auster es el autor que más reseñas tiene en este blog. Debo reconocer que después de Viajes por el scriptorium, quedé un tanto decepcionada (la primera vez que me ocurría algo así con Auster), y durante un tiempo no he pensado en volver a leerle. Pero varias personas -entre ellas algunas de los visitantes asiduos de este blog- me habían hablado de Leviatán como una de las mejores novelas del escritor neoyorquino. Y después de leerla, no puedo más que darles la razón. Porque de nuevo me he encontrado al Paul Auster laberíntico y mago que atrapa al lector en una trama donde realidad y ficción se mezclan hasta un punto indistinguible. Leviatán es, sin duda, una gran novela.

El comienzo es, a la vez, el final de la historia. Lo importante aquí es la trama central, los personajes y las relaciones entre ellos, y cómo esos personajes van evolucionando a lo largo del tiempo. El libro cuenta la vida del escritor Benjamin Sachs, vista a través de la pluma de otro escritor y amigo íntimo de Sachs, Peter Aaron, que es una especie de alter ego del mismo Auster. Peter está casado en segundas nupcias con una mujer llamada Iris, mientras que la segunda esposa de Auster se llama Siri (es además escritora como él). Estos son sólo algunos ejemplos de esos juegos que tanto le gustan a Auster y que divierten a sus lectores, al jugar constantemente con los elementos reales y ficticios en la novela.

Los personajes, como en todas las novelas de Auster, son quizás lo mejor de la historia. Son complejos, cambian según las circunstancias, viven, sufren y sienten a cada momento, cuestionándose su vida, y tomando decisiones que marcan a veces un giro de 180 grados en sus trayectorias vitales. Aparte de Aaron y Sachs, es fascinante el personaje de María Turner, inspirado en la artista conceptual Sophie Call, que también aparece reflejada en otras novelas de Auster. María es una mujer atractiva, dedicada a la fotografía y muy inteligente, que tendrá una influencia decisiva en las vidas de los dos protagonistas. El elenco de personajes es muy amplio, y todos están retratados con una extraordinaria viveza, hasta parecer personas reales; esta capacidad es una de las mejores bazas de Auster y uno de los atractivos principales de la novela.

Junto a la riqueza de caracteres, el autor nos habla de la importancia de la amistad, de los giros imprevistos del destino, de las casualidades o pequeños acontecimientos que generan una sucesión de hechos imprevisibles, es decir, del hecho de que nuestras vidas están tejidas de sucesos más o menos nimios que van marcando de forma inevitable nuestra trayectoria vital. Vamos tomando decisiones y descartando caminos, pero casi siempre es la suerte -o la desgracia- la que nos lleva a una encrucijada u otra diferente. Frente a esta realidad, nuestros valores, nuestras convicciones, aquello en lo que creemos, constituyen nuestra mejor tabla de salvación. Los personajes de Auster tienen una fuerte personalidad, y ello se refleja en sus decisiones. Son supervivientes, y tratan de buscar, dentro de sus posibilidades, el camino hacia la autorrealización, es decir, el camino de la felicidad. Sin embargo, muchas veces la intervención fatal de los hados puede truncar ese camino y lanzarlos por derroteros imprevisibles. Como la vida misma.

He disfrutado leyendo Leviatán. Es de esos libros que te atrapan y que cuesta trabajo soltar. Es Paul Auster en estado puro, y sin duda uno de los libros más relevantes de su trayectoria. Imprescindible para los austerianos convencidos, y uno buena forma de iniciarse para aquellos que aún no lo conozcan. Otra lectura estupenda para este verano.

Más reseñas de obras de Paul Auster:
- Viajes por el scriptorium
- Tombuctú
- La trilogía de Nueva York
- Brooklyn Follies

martes, julio 07, 2009

BETTY SMITH: Un árbol crece en Brooklyn

Me fascinan los libros ambientados en Nueva York. Quizás por ello uno de mis autores fetiche es Paul Auster, cuyas obras tienen como telón de fondo esta atrayente ciudad. Ese es uno de los motivos que me ha llevado a leer Un árbol crece en Brooklyn, aparte de las buenas críticas que había encontrado sobre él. En este libro, la autora desgrana la vida de los inmigrantes en las calles del Brooklyn de principios del siglo XX, cuando aquella zona estaba muy lejos de ser el barrio chic y de moda en que se ha convertido en la actualidad, y era en cambio el lugar de residencia de masas de recién llegados a un mundo en el que esperaban que sus sueños se hiciesen realidad.

La protagonista del libro es Frances Nolan, una niña que crece en un entorno difícil pero que manifiesta una fuerza para sobrevivir fuera de lo normal. Desde pequeña, cuando muchos pronosticaban una pronta muerte dado su aspecto frágil y enfermizo, Francie demuestra ser una persona llena de vida e inquietudes. Apasionada de los libros, dotada de una imaginación asombrosa -lo que se manifiesta a su vez en una marcada vocación de escritora-, y amante fervorosa de la escuela, Francie se irá educando junto a una madre luchadora, Katie, que trabaja a destajo para sacar a su familia adelante; un hermano al que adora, Neeley; y un padre, Johnny, sumamente encantador pero demasiado aficionado a la bebida y sin trabajo fijo. En esta familia son las mujeres las verdaderas fuerzas que soportan la dureza de la vida cotidiana, son los pilares de su supervivencia, y ello se demostrará una y otra vez a lo largo de la historia de los Nolan.

Francie es tan fuerte como un árbol. Para la autora, la niña (que podría ser un alter ego de ella en su propia infancia, pues se ha dicho del libro que contiene unos marcados rasgos autobiográficos) puede compararse a esos árboles que crecen en los lugares más inhóspitos para erguirse soberbios hacia el cielo:

"Un árbol crece en Brooklyn. Algunos lo llaman el árbol del cielo. Caiga donde caiga su semilla, de ella surge un árbol que lucha por alcanzar el cielo. Crece en solares delimitados por tablas entre montones de basura abandonada. Es el único árbol que crece en el cemento. Crece exuberante...sobrevive sin sol, sin agua, hasta sin tierra, en apariencia. Podríamos decir que es bello, si no fuera porque hay tantos de su misma especie."

Junto a Francie y Katie, son las mujeres las verdaderas protagonistas de la novela. Entrañable es el personaje de la tía Sissy, una mujer muy poco convencional y maltratada por la vida, pues había dado a luz varios niños que murieron al poco tiempo de nacer. La relación entre Francie y su tía es muy especial, y Sissy nos aparece como una persona llena de ternura, enamorada de la vida y de los hombres, y por ello mismo muy criticada en su entorno, incluso por su propia familia.

La novela de Betty Smith, publicada en 1943, no tardó en convertirse en un best-seller. Miles de personas se vieron identificadas en los personajes de la historia. Los inmigrantes, los pobres, eran los verdaderos protagonistas. Y, junto a ellos, se ensalzaba el valor del esfuerzo y la educación como instrumentos de cambio que podían marcar el futuro de las personas. Por otro lado, la autora critica los convencionalismos sociales y la cerrazón de una sociedad que, afortunadamente, estaba empezando a cambiar gracias, entre otras cosas, a la extensión de la educación gratuita, que alcanzará a casi todas las clases sociales. Es pues un fiel retrato de la vida en la Nueva York más desfavorecida de principios del siglo pasado. De ahí su rotundo éxito nada más ser publicada.

Creo que después de estas palabras, queda claro que recomiendo a todos la lectura de este libro. Aunque su prosa no sea brillante, su intencionalidad y su argumento, y especialmente la fuerza de sus personajes, la convierten en una obra más que interesante. Una lectura estupenda para estas tórridas tardes veraniegas que ya han comenzado. Y si además está recomendada por el mismísimo Paul Auster, ¿quién se puede resistir?