jueves, enero 22, 2009

ARTO PAASILINNA: El molinero aullador

Vuelvo por segunda vez a este autor finlandés, del que ya había leído aquella simpática novela titulada Delicioso suicidio en grupo, comentada en este mismo blog. En este caso Paasilinna hace un alegato contra la intolerancia y el fanatismo, a través de una fábula con mucha acción y personajes únicos, donde el humor, como ya ocurría en la obra antes mencionada, no podía faltar.

Lo primero que llama la atención de este libro es su ingenioso título. En efecto, el protagonista, Gunnar Huttunen, es un ser extraño a ojos de los vecinos del pueblo donde acaba de instalarse, no sólo por su apariencia física (mide casi un metro noventa, tiene el pelo tieso como púas y unos rasgos faciales muy acusados), sino por su decisión de arreglar y poner en funcionamiento un viejo molino en ruinas que los habitantes del pueblo casi habían olvidado. Sin embargo, el hábito más extravagante de Huttunen estaba aún por descubrir, aunque sus vecinos pronto empezarán a sufrirlo durante las noches, cuando un aullido desgarrador los despierte de forma súbita impidiéndoles conciliar el sueño de nuevo. Y es que el molinero tenía como costumbre desahogarse aullando, cosa que no va a gustar mucho a nadie y que acabará provocando su ingreso en un manicomio y un sinfín de desventuras más.

Este es el esqueleto sobre el que gira la historia inventada por Paasilinna. Creemos encontrarnos ante un ser extraño e inquietante, pero pronto nos damos cuenta de que el corazón del molinero está lleno de bondad, a diferencia de sus "normales" vecinos que al final resultan estar más trastornados y ser más maquiavélicos que el ruidoso molinero. Hasta el punto de que se obsesionarán con encerrarlo y perjudicarlo lo máximo posible. Huttunen sólo encontrará apoyo en un círculo muy reducido de personas, entre las cuales destaca la dulce Sanelma Kayramo, que verá en él a un hombre afable y atento, por lo que no tardará mucho en caer rendidamente enamorada a sus pies. No ayuda a nuestro protagonista el poseer un temperamento algo impulsivo con cierta tendencia a la destrucción, exacerbado por el comportamiento egoísta e intolerante de algunos de sus vecinos. El lector no puede evitar sentir simpatía ante un personaje así, acosado por todos, y que lo único que pretende en todo momento es vivir en paz junto a su adorada Sanelma, sin entender la obsesión de estos oscuros villanos por hacerle la vida imposible. Sin duda, son ellos quienes deberían estar encerrados en un psiquiátrico.

A pesar de que el estilo es bastante parecido al de Delicioso suicidio en grupo (con menores toques de humor negro quizás), creo que me gustó más aquélla. Supongo que el planteamiento de esta obra es menos original que la anterior, que resultaba sorprendente desde la primera hasta la última página. Sin embargo, eso no es óbice para pasar un buen rato y disfrutar con las desventuras del aullador Huttunen, que debe ingeniárselas una y otra vez para sobrevivir en un entorno que le es completamente hostil, por el mero hecho de ser muy diferente a los demás. Una triste realidad que se ha repetido -y lo seguirá haciendo- en numerosas ocasiones a lo largo de la historia.

Otras reseñas de obras de Arto Paasilinna:
- Delicioso suicidio en grupo

sábado, enero 10, 2009

Escapada navideña a Burgos

Entre los cientos de lugares que aún me quedan por descubrir (muchos de ellos en España) se encontraba hasta hace unos días la maravillosa ciudad de Burgos. Hemos pasado allí los primeros días de enero, aprovechando también para hacer una rápida visita a Madrid, repleta siempre en estas fechas, donde pude disfrutar de la exposición sobre Rembrandt organizada por el Museo del Prado. Siguiendo la recomendación de Carmen Álvarez en su blog, me acerqué además a la Fundación Mapfre para admirar una menos conocida pero igualmente interesante muestra sobre Degas, maravilloso pintor y escultor de bailarinas, y otra exposición sobre los pintores españoles del siglo XIX situada en el mismo edificio, con un repertorio impresionante de obras entre las cuales destacan las luces mediterráneas y los niños de Sorolla.

Al llegar a Burgos, nos sorprendió gratamente la amabilidad de todas las personas que nos íbamos encontrando. Es una ciudad acogedora, una pequeña joya para pasearla y perderse por sus calles, presidida por una majestuosa catedral que se ve casi desde cualquier punto de la ciudad. El edificio ha sido restaurado hace poco, y es una de las catedrales góticas más hermosas que puedan contemplarse. En ella trabajaron maestros de la talla de Gil y Diego de Siloé, junto a la familia Colonia. El interior es soberbio, destacando sus bóvedas caladas, y especialmente la famosa Capilla del Condestable, llena de brocados y filigranas en piedra que dejan al visitante maravillado ante tal delicadeza a la hora de esculpir este material.


Recorrer el centro a pie, pararse a tomar tapas en los muchos bares que jalonan las calles de la ciudad y dar un paseo (si no hace demasiado frío, como afortunadamente nos ocurrió a nosotros) por la ribera del río Arlanzón, son toda una experiencia que nadie que se acerque a Burgos debe perderse. La cultura de tapeo es de una calidad altísima y muy variada. Delicias como el crujiente de morcilla, los mejillones tigre, o el langostino hilado, entre muchas otras, son sólo algunos ejemplos de la cantidad de tapas que el visitante puede disfrutar. El riesgo es querer probarlas todos cuando uno entra a un bar y las ve dispuestas en la barra de forma tan llamativa. Si a eso le sumamos unos camareros más que serviciales, comprenderéis por qué comer en Burgos puede ser todo un placer para nuestros sentidos. A nosotros nos vino muy bien tener en nuestras manos la guía Tapeando por Burgos, que nos facilitaron en el hotel y que podéis conseguir directamente pinchando aquí.

Y por supuesto es imprescindible una visita al Monasterio de las Huelgas y a la Cartuja de Miraflores. Esta última es una joya del gótico flamígero en la que trabajó el ya mencionado Gil de Siloé. El retablo y los sepulcros de Juan II e Isabel de Portugal (padres de la reina Isabel la Católica) y del infante Alfonso atraparán vuestra atención por su delicadeza y su maestría. Es increíble la ductilidad que parece adquirir la piedra en manos de un gran escultor como lo fue Siloé.

Por cierto, si el día está claro es obligado subir a la zona del castillo, desde donde se disfruta de unas vistas impresionantes de toda la ciudad. Si aún no la conocéis, no dejéis de descubrir un lugar repleto de rincones mágicos y con un encanto tan especial. Es una ciudad única.

martes, enero 06, 2009

STIEG LARSSON: Los hombres que no amaban a las mujeres

Los hombres que no amaban a las mujeres es mi primer libro del 2009. Y no podía empezar mejor. Una historia absorbente, bien estructurada, y narrada de forma sencilla y ágil. Convertida en un best seller dentro y fuera de su país, la primera novela de la trilogía Millennium del sueco Stieg Larsson, consigue su propósito.: el lector se olvida completamente del mundo exterior y queda atrapado en una red de misterio que el autor teje con gran maestría. Lástima que Larsson nos haya dejado un legado tan breve antes de su repentina muerte, pues esta obra anuncia la que podría haber sido una gran carrera literaria en el mundo de la novela negra.

Supongo que a estas alturas la historia de este malogrado escritor es harto conocida. Larsson murió de un ataque al corazón en noviembre de 2004, con solo cincuenta años de edad. Cuando esto sucedió, aún no se había publicado ninguna de las tres obras que conforman la trilogía, que vieron la luz poco tiempo después. Lo curioso es que su viuda, la arquitecta Eva Gabrielsson, no va a recibir absolutamente nada de los beneficios recaudados por la venta de estos libros, porque no estaban casados en el momento de la muerte de Larsson y la ley sueca no le reconoce ningún derecho sobre su herencia. El padre y el hermano de Larsson son los únicos beneficiarios, y al parecer no se llevan demasiado bien con Gabrielsson. La historia es propia de un culebrón, y a no ser que se llegue a un acuerdo es Eva las que tiene todas las de perder.

Larsson siempre estuvo muy preocupado por los temas relacionados con los derechos humanos. La violencia contra las mujeres (que es el trasfondo real de este libro), y el racismo eran dos de sus obsesiones. Poseía un amplio conocimiento de los grupos de ultraderecha suecos, lo que provocó que llegara a recibir varias amenazas de muerte. Finalmente un ataque cardíaco pudo más que sus ganas de luchar contra estas injusticias.

En Los hombres que no amaban a las mujeres, Larsson demuestra un gran dominio de las técnicas de la novela negra. Se ha dicho de este libro que "es un típico misterio de la habitación cerrada, con un montón de gente alrededor de una habitación donde hay que descubrir quién es el asesino, con la diferencia que aquí la habitación es una isla. Pero los otros libros son completamente diferentes en estructura, cada uno explora un paradigma del género". Son palabras de Daniel Poohl, el periodista que ha sustituido a Larsson al frente de Expo, la revista que éste dirigía. Es una forma muy apropiada de describir la obra. En ella se dan cita los elementos fundamentales de toda novela negra, aunque tratados de una forma original. El protagonista es un periodista-detective con éxito, valores éticos más o menos elevados y mucho encanto ante las mujeres, llamado Mikael Blomkvist. Sin embargo, junto a él encontramos a un personaje a mi juicio mucho más interesante. Se trata de la misteriosa Lisbeth Salander, una chica delgada (con apariencia anoréxica según es descrita en la obra), horadada por varios piercings y llena de tatuajes, que es en principio el polo opuesto de Blomkvist. Su idea de lo correcto y lo no correcto deja mucho que desear en algunos aspectos, es vengativa y obstinada, y su comportamiento (fruto de una infancia que adivinamos temible) la convierte en una persona muy difícil de tratar. Sin embargo es una genial investigadora. Este extraño dúo será el encargado de encontrar el culpable de la desaparición, hace más de treinta años, de una adolescente en una isla sueca propiedad de una rica familia. A lo largo de la investigación, Mikael y Lisbeth se enfrentarán a situaciones peligrosas y harán terribles descubrimientos, en una trama bien urdida y que es difícil de abandonar una vez inmersos en ella.

Ahora bien, los amantes de florituras literarias que disfrutamos con la escritura en sí no encontraremos buenos ejemplos en este libro. Su estilo es sencillo, correcto, pero quizás demasiado monótono. Se echan de menos algunas imágenes o frases de esas que uno tiene que ir corriendo a anotar no sea que olvidemos haberlas leído alguna vez. A cambio de ese ¿defecto? Larsson nos regala una obra fascinante, y un personaje femenino de los más carismáticos que he podido encontrar en mucho tiempo. Ya estoy deseando hacerme con la segunda parte, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, donde al parecer Salander toma un protagonismo mayor que en esta novela.

Creo que, a pesar de su condición de best seller, esta novela es de lectura más que aconsejable para poder experimentar el gusto de devorar 666 páginas en unas cuantas horas. Un placer que se puede comparar con muy poquitas cosas en este mundo. Una auténtica delicia sueca.